EL SUR

Joven pide apoyo a la Marina para recuperase de una bala perdida que lo dejó inválido

15/03/2016 - 11:58 am

José Mauricio Galeana Solís, una víctima colateral del combate al crimen organizado en Guerrero, fue herido cuando marinos perseguían a un presunto jefe de la delincuencia, originario del Estado de México, quien se encontraba de vacaciones en Acapulco.

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Mauricio Galeana Solís, de 21 años de edad, fue víctima de un enfrentamiento entre un delincuente y marinos, de quienes recibió un impacto de bala que le destrozó la espalda. Foto: El Sur

Por Jacob Morales Antonio

Ciudad de México, 15 de marzo (SinEmbargo/El Sur).- Aquella madrugada los marinos perseguían a La Víbora, un presunto delincuente del Estado de México, quien se encontraba de vacaciones en Acapulco. Pero fue él, de 21 años de edad, quién recibió la bala que lo dejó sin la posibilidad de volver a jugar futbol, su pasión. La bala que le destrozó la espalda. Calmar los dolores de aquel 18 de mayo de 2015 cuesta más de 2 millones de pesos, dinero que no tiene, pero voluntad le sobra para alcanzarlos.

El estudiante del Instituto Internacional de Estudios Políticos Avanzados (IIEPA), de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), José Mauricio Galeana Solís, su novia y un amigo, cenaban aquella madrugada en un puesto de hamburguesas ubicado a un costado de la glorieta de la Diana Cazadora, cuando de forma repentina sintió calor en su cadera y toques eléctricos en las piernas. Fue la última vez que logró dar tres pasos.

Esa madrugada de lunes, hombres encapuchados y civiles armados se enfrentaron. El saldo dejó a dos personas heridas, ambos delincuentes que portaban armas, se informó. Pero después,en un boletín la Secretaría de Gobernación (Segob), se comunicó que elementos de la Marina y la Procuraduría General de Justicia del Estado de México (PGJEM), realizaron un operativo en cubierto para detener al delincuente Francisco Javier Resillas Ríos, alías "La Víbora", y por quien ofrecían un millón y medio de pesos.

La Segob avisó que aquello se trató de un enfrentamiento, que el delincuente al intentar huir disparó contra los Marinos e hirió a una persona.

La bala le perforó los intestinos, el riñón y le afectó la médula espinal al estudiante. Pero la versión oficial de los hechos no concuerda con lo sucedido esa madrugada, relató Galeana Solís, quien negó el enfrentamiento. Sin dudarlo sostiene que fue un marino quien lo hirió. Él lo vio, su novia y otros que también cenaban.

Regresa al lugar de los hechos. Señala que los marinos portaban pantalón de mezclilla, playeras negras e iban encapuchados. Seguían a una persona que salió corriendo de la nada y pasó atrás de él. El lugar estaba repleto de personas, la mayoría vacacionistas. Vio a cinco hombres salir del lado del condominio Las Palmas persiguiendo a un joven, quien cayó a unos 50 metros de la banca donde estaba sentado, luego de recibir algunos disparos.

El lugar donde se encontraba esa persona es uno de los accesos a la playa, hay palmera, y cuatro bancas de concreto que rodean lo que alguna vez fue una fuente. “El marino disparó, y cuando vio que la bala me dio a mí, disparó contra la persona que venían siguiendo. Los disparos no se escucharon”, dice.

El capo tenía 24 años en ese entonces. La Segob informó que el delincuente manifestó en su declaración ser jefe de plaza de una organización delictiva con presencia en el Estado de México y tener vínculos con la delincuencia organizada en los municipios de Ecatepec, Tlanepantla, Cuautitlán y Zumpango, entre otros.

El estudiante recuerda que un patrulla de la Gendarmería se acercó al lugar. En un inicio le negaron la ayuda porque pensaron que era parte de la banda delincuencial. Después lo entregaron a una ambulancia que lo trasladó al hospital privado Magallanes, donde por falta de médicos no fue atendido, “no tenemos médico”, le dijeron. Después fue trasladado  al Hospital General Vicente Guerrero para su atención.

“Hasta las 3:00 o 4:00 de la mañana me dan la atención”. Recuerda que pidió a los médicos que lo anestesiaran para dejar de sentir el dolor.

“Desperté después, a los tres días, entubado y en terapia intensiva. Con muchos cables conectados. Me quitaron el riñón y el bazo”.

La onda del calor de la bala le quemó 10 centímetros de su intestino, le retiraron el apéndice. Además los nervios de la médula fueron seriamente afectados. Por requerir de especialistas ahora es atendido en el Hospital Siglo XXI en la Ciudad de México.

Mau, como le dicen sus amigos, mantiene firme la esperanza de volver a caminar, y jugar futbol, como lo hacía antes, aunque los especialistas le han dicho que sólo el tiempo dará la razón. Lo que sí le han expresado es que los dolores de la espalda serán de por vida, ni la morfina que toma cada ocho horas logra calmar el sufrimiento.

El estudiante necesita dos neuroestimuladores. Cada aparato cuesta poco más de un millón de pesos. Pero la travesía de juntar el dinero para comprarlos no termina ahí. El aparato es enviado por encargo a México y por año se piden sólo dos, y la lista de espera es larga.

El primero de los neuroestimulardores, será colocado en los nervios de la médula espinal, y  tratará de engañar al cerebro, pero los dolores sólo serán apaciguados en un 60 por ciento. El segundo le ayudará a controlar la salida de líquidos y sólidos.

LA MARINA RECONOCE SU RESPONSABILIDAD 

La responsabilidad de los marinos en los hechos es clara, aunque en la declaración que dan en el Ministerio Público manifiestan lo contrario, recuerda Mau.

Dice que los médicos en el hospital lo cuestionaron “¿Eres de la Marina? ¿Por qué hay marinos cuidando tu cuarto? ¿Por qué donaron sangre?”.

Fue entonces cuando sus familiares buscaron y vieron las noticias de la detención del delincuente y poco a poco fueron armando el rompecabezas de los hechos de aquella noche.

El estudiante sólo exige que la Armada, como institución, reconozca su responsabilidad y se haga cargo de su recuperación médica.

Recordó que al menos en cinco ocasiones personal de la Armada ha tenido contacto con sus familiares, una sola vez en físico y el resto por llamadas telefónicas, en las que le ofrecen ayuda. En una de esas llamadas lo invitaron a que desistiera de la denuncia. A cambio recibiría toda la atención.

Su mirada brilla tan fuerte como el mismo sol, dice que no se dará por vencido. Calla. Toma una bocanada de aire y trata de aguantar. La voz le cambia. “Hubo mucho tiempo, en que yo me sentía mal, en que yo me sentía inútil si se puede decir. Así es, y es muy complicado y muy triste ver que le causas a tus familiares noches de desvelos y de dolor”, comenta en voz baja. Calla. Respira y recupera la voz.

"La Marina no ha querido responder a lo único que pedimos, que es la atención. Ellos tienen los doctores, los especialistas, y la preparación. Lo único que queremos es recibir la atención, antes de que siga avanzando el tiempo y ver que es lo que se puede recuperar”, insiste.

El estudiante asegura que la versión de la Armada fue desmentida por las pruebas y las declaraciones de los representantes del Hotel Emporio, quienes presentaron los videos donde se observa cómo desde el lobby del inmueble se da la persecución. “Ellos salen del hotel Emporio, del lobby, lo primero que hace el tipo [delincuente] es agarrar la primera calle. Esto es con dirección al acceso de playa”.

Mau dice que los propios marinos hicieron el comentario de que en el Estado de México no podían detener al capo porque tenía un búnker de seguridad. “No podían con él en el Estado de México y aprovecharon que el chavo se vino de vacaciones y que sólo se trajo a su escolta personal”, sostuvo.

Los marinos en su declaración señalaron que llegaron y, “como de película”, gritaron a la gente "nosotros somos la Marina Armada de México, todos al suelo". Es lógico, dice la víctima, que si nosotros hubiéramos escuchado todo eso, lo primero que hacemos es tirarnos al piso o tomar otra medida preventiva, pero esto no sucedió así.

“Ellos [los marinos] mencionan que el que me disparó fue el tipo al que iban siguiendo, siendo que él [el delincuente] salió libre de pólvora en los estudios”, afirmó.

LA DIFICULTAD SOCIAL

Postrado en una silla de ruedaS, Mau luce unas piernas delgadas. Con la ayuda de las manos mueve sus extremidades: “ya me cansé”. Recuerda que aquello es sólo una molestia  y no los dolores insoportables de la espalda que ni sentado o acostado logra calmar.

Mau dice que vive en un mundo diferente, encuentra barreras, las queÉ mismo no veía hasta antes de aquella madrugada deL 18 de mayo.

Señaló las rampas de la Costera, las que son empinadas, otras muy reducidas que ni una silla de ruedas logra pasar, o hay banquetas donde no hay continuidad de la accesibilidad que debería tener.

“Socialmente la gente te ve diferente, es un hecho de que se te quedan viendo. Fue bastante complicado en su momento”, reconoce.

Presentó una queja en la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) que lo asiste. También recibe apoyo psicológico de la Comisión Especial de Atención a Víctimas (CEAV), institución que lo apoya con los pasajes de traslados al hospital en la capital del país.

Además, abrió una cuenta en Facebook: Amigos de Mau “por un día sin dolor”, para difundir su caso y exigir justicia. El estudiante solicita una donación de dinero a su nombre en la cuenta Santander: 5579 0990 0798 7425 o en Banamex: 5204 1646 3937 6398.

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