México

GM da detalles de su traslado a EU y México, con un Presidente parado y sin plan b, sólo observa

17/01/2017 - 9:23 am

Muy temprano, hoy, Donald Trump insistió en que su llegada a la presidencia traerá miles de empleos a los Estados Unidos y movería nuevas platas de automóviles a ese país. A su vez, General Motors Co anunció este martes nuevas inversiones en el sector manufacturero estadounidense por cerca de mil millones de dólares y el traslado de parte de su producción a Estados Unidos desde México. GM anunció además la creación de 7 mil empleos nuevos en Estados Unidos.

La automotriz dijo que trasladará la producción de ejes para la nueva generación de sus camionetas a Michigan, incluyendo trabajos previamente realizados en México. La medida implicará sacar 100 puestos de México hacia Estados Unidos, país donde creará 450 empleos. Los anuncios se suman a los 2 mil 900 millones de dólares en inversiones que GM anunció el año pasado, agregó la empresa en un comunicado.

En medio de estas noticias, sin cartas bajo la manga, México aguarda conmocionado la llegada del magnate a la Casa Blanca y sus amenazas de levantar un muro en la frontera común y hacérselo pagar, deportar a millones de inmigrantes mexicanos, gravar con impuestos las remesas y dañar al país en el terreno comercial.

Mientras, el Presidente mexicano, como dice este reportaje de EFE, parece uno más entre los atemorizados…

Por Raúl Cortés

México, 17 ene (EFE).- Sin cartas bajo la manga y conmocionado; así aguarda México al futuro presidente de Estados Undidos, Donald Trump, y sus amenazas de levantar un muro en la frontera común y hacérselo pagar, deportar a millones de inmigrantes mexicanos, gravar con impuestos las remesas y dañar al país en el terreno comercial.

Como si llegara el Apocalipsis, los mexicanos han ido asimilando como han podido los flancos abiertos durante meses por el próximo inquilino de la Casa Blanca, considerados ya afrentas a la soberanía nacional e incluso declaraciones de guerra soterradas.

Una realidad que ni el más pesimista imaginaba en sus peores pesadillas y que ha sembrado en México de rabia e indignación.

Dos sentimientos potenciados por la timidez del Gobierno de Enrique Peña Nieto frente al republicano, que algunos han tildado hasta de servilismo desde que lo invitó a la residencia presidencial de Los Pinos en septiembre pasado durante la campaña electoral estadounidense.

Un cóctel con sabor a impotencia que implica a todos los poderes del país, desde autoridades, partidos políticos y movimientos sociales hasta empresarios, pues ninguno ha planteado hasta ahora un antídoto real a Trump.

Con la expresión “A temblar” que usó para titular la noticia sobre el resultado de las elecciones en EU., el diario mexicano Reforma plasmó perfectamente en noviembre pasado la angustia que se respira en la opinión pública de México.

Más lejos llegaron personalidades como el historiador Enrique Krauze o el ex Presidente Vicente Fox (2000-2002) al comparar al magnate inmobiliario y expropietario del concurso Miss Universo con Adolf Hitler.

¿Pero por qué tanta congoja? Porque en un país acostumbrado a encarar y superar crisis económicas de forma cíclica, y a mirar con lupa cualquier paso que da el vecino del norte, nadie ve nada positivo para México en que gobierne Trump.

Son frecuentes las bromas sobre los métodos que usarán los mexicanos para saltarse el muro fronterizo, una iniciativa que no es nueva, pues ya existen vallas en un tercio de los más de 3.000 kilómetros de franja limítrofe y las primeras amenazas de construirlo datan de hace veinte años.

Pero el humor resulta esta vez más un bálsamo para las heridas que una manera de restar importancia al asunto.

Peña Nieto asegura que su país no pagará por la construcción del muro, pero Trump ya ha sugerido que si los mexicanos no cubren sus costos directamente lo harán a través de impuestos a las remesas que sus compatriotas residentes en EU. envían a casa.

Un duro golpe para México, cuarto país a nivel mundial en cuanto al dinero recibido por ese concepto, su segunda fuente de divisas después de las exportaciones automotrices.

En los primeros once meses de 2016 las remesas crecieron en un 9.04 por ciento respecto al año anterior (24.626 millones de dólares), la mayor subida anual en una década.

En cualquier caso, lo más probable es que Trump trate de gravar las remesas como forma de presión y para aumentar los ingresos fiscales estadounidenses.

Ese eventual batacazo solo es comparable con lo que se espera en el intercambio comercial.

Trump exige actualizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) porque considera que perjudica la industria, el comercio y el empleo en su país, beneficiando a México, su socio junto con Canadá.

Antes de saber cómo se renegociará el acuerdo, opción a la que está abierto Peña Nieto, el presidente electo está coaccionando a las compañías estadounidenses con inversiones en México, y que venden a EE.UU. con menor costo de producción, para que dejen de invertir allí y vuelvan a hacerlo en su país.

De lo contrario se enfrentarán a un impuesto del 35 por ciento, las amenaza Trump, cuyas presión ha fructificado ya con el fabricante de aire acondicionado Carrier y con la automotriz Ford, que han suspendido planes de inversión en tierras mexicanas.

Teniendo en cuenta que el ochenta por ciento de las exportaciones mexicanas van a EU., el impacto en la economía mexicana no se ha hecho esperar.

El peso, la moneda nacional, se ha desplomado a niveles históricos de 22 unidades por dólar tras caer en un 25 por ciento en 2016, y el FMI acaba de rebajar el pronóstico de crecimiento de la economía mexicana para 2017 del 2.3 por ciento al 1.7 por ciento por la “incertidumbre” ligada a la presidencia de Trump.

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