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Rubén Martín

17/03/2019 - 8:00 am

AMLO contra los pueblos

Poca atención se ha puesto en la relación de López Obrador y su Gobierno con los pobres y con los pueblos indígenas.

Poca atención se ha puesto en la relación de López Obrador y su Gobierno con los pobres y con los pueblos indígenas. Foto: Saúl López, Cuartoscuro.

El día de su triunfo electoral, el pasado 1 de julio, Andrés Manuel López Obrador salió a dar su primer discurso como candidato presidencial en un hotel de la Ciudad de México y anunciar lo que serían las líneas generales de su gobierno. Luego de reconocer a sus votantes, a sus contrincantes en la campaña y de lanzar un mensaje de tranquilidad a los mercados y actores económicos, López Obrador hizo una promesa: primero los pueblos indígenas y los pobres del país.

Dijo: “Escucharemos a todos, atenderemos a todos, respetaremos a todos, pero daremos preferencia a los más humildes y olvidados; en especial, a los pueblos indígenas de México. Por el bien de todos, primero los pobres”. Ahora que el Presidente llega a sus 100 días de Gobierno, vale la pena recordar estas palabras para contrastarlas con la realidad.

La mayoría de comentaristas y analistas sobre los 100 primeros días del actual sexenio destacan sus índices de popularidad, su capacidad de producción mediática, sus reformas constitucionales y legislativas, y la estabilidad de la economía. Los más críticos dentro del campo liberal siguen viendo a un gobernante que se encamina al populismo e incluso lo acusan de tener deseos de reelegirse.

Pero poca atención se ha puesto en la relación de López Obrador y su Gobierno con los pobres y con los pueblos indígenas. El balance no arroja nada bueno para los pueblos. Por el contrario, a pesar del compromiso en su discurso de la victoria del 1 de julio y los compromisos que asumió con decenas de comunidades y pueblos durante su larga precampaña, campaña presidencial e incluso en las giras como Presidente electo, López Obrador ha incumplido sus compromisos esenciales con los pueblos del país.

El cuestionamiento principal de los pueblos indígenas es que ven al Gobierno de la Cuarta Transformación más como continuidad que cambio de las políticas de despojo y del extractivismo que padecieron durante los gobiernos neoliberales. Los megaproyectos como el Tren Maya, la continuidad de las Zonas Económicas Especiales (ZEE), el corredor Transístmico, el Proyecto Integral Morelos (PIM), presas como El Zapotillo, o la continuidad de la política minera entre otras, han sido motivo de inconformidad o de abierta confrontación con López Obrador y su Gobierno.

Y al igual que en otros gobiernos, la resistencia de comunidades o pueblos conlleva incluso el riesgo de la muerte, como ocurrió con el asesinato de Samir Flores Soberanes, uno de los dirigentes visibles de los pueblos y comunidades al Proyecto Integral Morelos (PIM) iniciado en el sexenio de Felipe Calderón y que ahora López Obrador quiere proseguir.

La convicción de que el actual Gobierno que promete la Cuarta Transformación,  pero que en los hechos continúa políticas extractivas, represivas y de despojo, ha sido duramente cuestionada en diversos pronunciamientos de los propios pueblos y comunidades organizadas.

Por ejemplo, ante el incumplimiento de la palabra presidencial, ante la consulta amañada que se llevó a cabo en municipios de Morelos, Puebla y Tlaxcala, el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua (FPDTA) emitió un duro pronunciamiento contra López Obrador en el que, incluso, lo comparan con la traición del Presidente Francisco I. Madero a las comunidades que reclamaban la tierra hace 100 años. “(…) Hermanos, la guerra contra los pueblos continua en este Gobierno, esta disfrazada de democracia con un velo de legitimidad que le formó tanta esperanza de 30 millones de personas que decidieron votar no por el Sr. Presidente sino por la esperanza de que las cosas cambiaran, que el terror que vivimos por la violencia se terminara, que los despojos se pararan, que la seguridad social se recuperara por completo y no fragmentara en nuevos programas que no son para erradicar la pobreza sino para mantenerla, esperanza de que haya castigo a los culpables de tanta muerte, violencia, corrupción y saqueo de las arcas públicas, esperanza de cambios profundos (…)  Nosotros respetamos esa esperanza que tuvo tanta gente, aplaudimos el mensaje contundente de que ya basta a tanta cosa, pero les queremos decir que la esperanza no nos puede hacer ciegos, hay que ver realmente lo que pasa, hay que analizar realmente lo que se hace y no seguir con fe ciega (…) Hoy como hace 100 años otro Madero traiciona al pueblo, y quiere utilizar la memoria de nuestro general Emiliano Zapata como parte de su populismo y falta de respeto a los pueblos. Les decimos que no permitiremos que ponga otro pie en tierra zapatista para conmemorar el asesinado de Zapata. No permitiremos que ese proyecto pase, no permitiremos que continúe con su simulación de democracia el Sr. Presidente en otros pueblos con otras consultas, no permitiremos la mentira y la burla hacia los pueblos, no permitiremos que siembren odio y nos enfrenten entre pueblos, entre personas, no permitiremos que nos continúen asesinando” .

El megaproyecto del Tren Maya, que apunta a convertirse en obra insignia para el Gobierno de López Obrador, también ha sido cuestionada por pueblos de la península de Yucatán. En un comunicado del 16 de noviembre pasado, antes de la consulta convocada el 24 y 25 de noviembre, los representantes de pueblos y organizaciones cuestionaron tanto la consulta como el plan del tren: “Con respecto a la llamada consulta, desde este momento rechazamos cualquier resultado que la misma tenga ya sea a favor o en contra. No es permisible que nadie, ninguna persona fuera de la península de Yucatán pretenda decidir lo que se puede hacer o dejar de hacer en nuestros territorios, así como nosotros jamás intentaremos decidir lo que se hará con sus bienes, derechos y posesiones (…)”. En su pronunciamiento, estos pueblos mayas cuestionaron los supuestos beneficios que se les prometen: “No está planeado para nosotros la gente común, es un proyecto turístico que sólo beneficiará a los pudientes y a los extranjeros; nosotros los dueños de las tierras sólo lo veremos pasar puesto que las estaciones no están contempladas en la mayoría de nuestros pueblos y sólo están considerados puntos de interés turístico que ya han sido copados por los grandes capitales; a nuestras comunidades sólo nos tocará cargar con la parte perniciosa del proyecto. Esa situación ya la sufren las comunidades por donde circula el Tren Chepe y en su caso el desarrollo aún sigue pendiente, no queremos lo mismo para nosotros y nuestros hijos”.

La crítica más directa y severa de pueblos y comunidades indígenas contra el Gobierno de López Obrador proviene del neozapatismo. En un comunicado donde cuestionan el asesinato de Samir Flores en Morelos, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el Congreso Nacional Indígena (CNI) y el Concejo Indígena de Gobierno (CIG) sostienen directamente que el actual Gobierno es continuidad de anteriores  administraciones neoliberales. “Lo que arriba llaman ‘transformaciones’, para nuestros pueblos siempre han significado que nosotros ponemos los muertos (…) La llamada Cuarta Transformación sigue el mismo camino de sus tres predecesoras, aunque con más brutalidad y cinismo si posible fuera (…) En realidad, la autodenominada Cuarta Transformación inició con Miguel de la Madrid Hurtado, se profundizó con Carlos Salinas de Gortari, siguió su guerra de conquista con Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quezada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto; y ahora continúa con el proyecto transexenal de Andrés Manuel López Obrador y el Partido Movimiento de Regeneración Nacional (…) El mal Gobierno federal se para sobre los estragos dejados por décadas de neoliberalismo, profundizando el desprecio y el racismo para poder despojar a los pueblos originarios. Busca la indiferencia y a ella se dirige para preguntarle si está o no de acuerdo en la destrucción a la que viste de ‘progreso’. O sea, sus supuestas consultas no son más que la cosecha del odio y el miedo dejados por el capitalismo neoliberal. Esa cosecha es llamada ‘democracia’ (…) Nuestros pueblos, en ejercicio de sus derechos fundamentales de autonomía y territoriales dicen NO a las políticas y a los megaproyectos de despojo, muerte y destrucción, así como a las consultas que organizan los malos gobiernos para obtener el consentimiento de nuestros pueblos a dichas políticas y a dichos megaproyectos (…) El Gobierno neoliberal que encabeza Andrés Manuel López Obrador tiene su vista puesta en nuestros pueblos y territorios (…) En dicho sentido y en ejercicio de nuestros derechos territoriales y autonomía decimos que estos megaproyectos se toparán de frente con la voluntad de nuestros pueblos”.

Los pasajes de estos comunicados de pueblos indígenas y comunidades organizadas contra estos procesos de despojos y megaproyectos, dan cuenta de un duro antagonismo entre el Gobierno de López Obrador y estos pueblos.

Mientras la prensa y opinadores liberales llenan páginas de comentarios insulsos sobre la debilidad de la oposición de la partidocracia tradicional, se ignora o subestima el antagonismo real que existe entre el proyecto de Gobierno de López Obrador y los pueblos originarios, comunidades campesinas y urbanas que se oponen a la continuidad de las políticas extractivas y de despojo.

Al igual que en los sexenios del periodo neoliberal, en el Gobierno de la Cuarta Transformación, por sus políticas extractivas, seguirá produciendo cientos o miles de conflictos políticos que generan las dinámicas de acumulación por despojo que se derivan de las políticas estatales y los intereses de los corporativos privados. Y en estas resistencias se gesta una oposición y lucha política que va más allá de las urnas, es una lucha por la vida contra los proyectos de muerte. Y para cientos de pueblos, el Gobierno de López Obrador se ha puesto en contra de los pueblos.

Es en este antagonismo que se libra la verdadera batalla por el futuro del país, no entre las supuesta confrontación entre López Obrador y los que en un tiempo consideraba la “mafia del poder”.

Rubén Martín
Periodista desde 1991. Fundador del diario Siglo 21 de Guadalajara y colaborador de media docena de diarios locales y nacionales. Su columna Antipolítica se publica en el diario El Informador. Conduce el programa Cosa Pública 2.0 en Radio Universidad de Guadalajara. Es doctor en Ciencias Sociales. Twitter: @rmartinmar Correo: [email protected]

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