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Antonio Salgado Borge

17/07/2020 - 12:05 am

¿Millonarios (mexicanos) por la humanidad?

Por principio de cuentas, es evidente que al menos una parte de los impuestos recaudados se traduce en resultados concretos.

Vista de billetes de dólares.
“No hay caridad que pueda equipararse con el cobro justo y sistemático de impuestos administrado y gastado por un Gobierno elegido democráticamente”. Foto: Sebastiao Moreira /Archivo/EFE

Muchas de las mayores fortunas de este país se han construido a la sombra del poder y no a través de innovación o de eficiencia. Por ende, sería ingenuo, por decir lo menos, suponer que buena parte de los beneficiarios del statu quo pueden estar en la disposición de modificar las condiciones que los han llevado a hacerse del dinero y del poder que han acumulado.

El deseo de preservar el estado actual de cosas es la tinta con que se escribe la ideología de las élites en cualquier ámbito de la vida humana. Predicar esta actitud conservadora a todos los integrantes de la categoría más privilegiada sería, sin embargo, inexacto. Y es que esta generalización perdería de vista un hecho tan escaso como importante: en ocasiones hay integrantes de las élites conscientes de que el contexto que los ha empoderado es insostenible o injusto; personas que, incluso contra sus propios intereses, están dispuestas a reconocer su responsabilidad y a actuar en consecuencia.

Un ejemplo de ello es “Millonarios por la Humanidad”, un grupo conformado por 83 multimillonarios que ha firmado una petición exigiendo que se les cobren más impuestos. Sus motivos los resumen las líneas que siguen: “No somos nosotros los que cuidamos a los enfermos en salas de cuidados intensivos. No estamos conduciendo las ambulancias que llevarán a los enfermos a los hospitales. No estamos reabasteciendo los estantes de las tiendas ni entregando alimentos puerta a puerta…tenemos dinero, mucho. Dinero que se necesita desesperadamente ahora y seguirá siendo necesario en los próximos años, a medida que nuestro mundo se recupere de esta crisis”.[1]

Que los multimillonarios del mundo no pagan los impuestos que deberían es un fenómeno bien documentado. Este fue el reclamo viral que el historiador holandés Rutger Bregman espetó al club de millonarios en Davos que buscaba soluciones para lograr economías más justas: “Oigo a gente hablar de participación, justicia, igualdad y transparencia; pero prácticamente nadie plantea el problema esencial de la evasión de impuestos”.[2]

Bregman tiene razón. Los millonarios no pueden hablar de justicia social mientras evadan impuestos. La actual crisis de evasión fiscal es, para ser precisos, nada menos que escandalosa. Por ejemplo, The Atlantic ha considerado que en Estados Unidos ésta es “la época dorada para la gente rica que no quiere pagar sus impuestos”[3]. A México le va aún peor en este sentido: la recaudación de impuestos a los más ricos constituye apenas el 10 por ciento de los impuestos totales recaudados, una cifra que contrasta radicalmente con el 25 por ciento que representan los impuestos de los ricos en países como Italia o Reino Unido. Es por ende que la Cepal y Oxfam han recomendado “llevar a cabo amplias reformas de los códigos tributarios para reequilibrar los impuestos directos e indirectos, trasladando la carga fiscal desde el trabajo y el consumo hacia el capital, la riqueza y los ingresos asociados, a través de impuestos como por ejemplo los que gravan las transacciones financieras, la riqueza, las herencias y las ganancias de capital. Todos los actores económicos deben aportar según su capacidad real. Los que tienen más (individuos adinerados y grandes empresas) deben pagar más”.[4]

La propuesta de “Millonarios por la Humanidad” es, por ende, doblemente significativa. En primer lugar, da en el clavo al afirmar que no puede haber un mundo más justo si los ricos no pagan sus impuestos. Pero que la propuesta es significativa, en segundo lugar, porque viene de personas millonarias. Aclaro que no me refiero aquí a las “buenas intenciones” de los ricos, sino a su poder de materializar lo propuesto. El maridaje entre el poder económico y el poder político implica que las personas con más dinero tienen posibilidades más significativas de lograr reformas legales -incluyendo, desde luego, que se les cobre más impuestos-.

Para ver por qué, consideremos que en Estados Unidos un estudio reciente reveló que cuando las élites económicas apoyan una propuesta de ley, ésta tiene 50 por ciento de posibilidades de ser aprobada; mientras que cuando este mismo grupo decide vetar una iniciativa, las chances de que ésta sea rechazada es de 80 por ciento.[5] Si bien estos resultados son deprimentes, más deprimente todavía es pensar que para los mexicanos probablemente alcanzar estos porcentajes deshonrosos sea actualmente apenas una aspiración. Lo que me interesa subrayar aquí es que, dado el poder e influencia de las élites, es fácil ver que los grupos de poder sí podrían ejercer un grado de presión o influencia suficiente para que nuestras autoridades graven progresivamente y hagan mejor uso de los recursos recaudados.

Los millonarios mexicanos seguro alegarán –con razón- que es altamente probable que el Gobierno no haga buen uso de sus impuestos. De esta forma, pueden alegar que es mejor optar, como lo han hecho hasta ahora, por seguir dando “donativos” a instituciones de “caridad”. Lentes, balones de futbol, sillas de ruedas… usted elija.

Esta objeción, si embargo, no tiene sentido. Por principio de cuentas, es evidente que al menos una parte de los impuestos recaudados se traduce en resultados concretos. De otra forma, no habría escuelas, carreteras u hospitales. En segundo lugar, la idea de la caridad, atractiva para ellos porque ayuda a lavar caras -y en ocasiones dinero- es un despropósito.

A ello tenemos que sumar que las “aportaciones” de millonarios mexicanos no tienen nada que ver, ni cuantitativa ni cualitativamente, con las que hacen millonarios en otros países. Por ejemplo, multimillonarios norteamericanos han decidido encausar, bajo la premisa “mucho dinero puede hacer mucho bien”, una parte de sus fortunas a proyectos de investigación científica que podrían resolver graves problemáticas sociales o simplemente mejorar las condiciones de vida del ser humano. Bill Gates que ha destinado 10 mil millones de dólares en donativos para programas de salud, de Lawrence Ellison, fundador de Oracle que donó 500 millones de dólares a investigación científica, de Paul Allen, co-fundador de Microsoft que destino 500 millones de dólares a un instituto de investigación del cerebro humano.

Sin embargo, por magnánimas que puedan parecer, estas “donaciones” son insuficientes para lograr un estado de cosas que permita una sociedad más justa. En este sentido, tiene razón Carlos Slim cuando dice que “la pobreza no se combate con caridad”, pero se equivoca rotundamente cuando afirma que lo que para combatirla es suficiente el “trabajo”.[6]  No hay caridad que pueda equipararse con el cobro justo y sistemático de impuestos administrado y gastado por un Gobierno elegido democráticamente.

Los millonarios que han hecho sus fortunas en un país donde la desigualdad y la opresión son la norma no tienen pretexto presentable para no suscribir proyectos como “Millonarios por la Humanidad”. Su silencio o su desprecio a este tipo de banderas tan sólo sirven para justificar el recelo con que los ven tantos individuos mexicanos.

AGRADECIMIENTO

Con este artículo cierro un ciclo de cinco años como articulista en SinEmbargo. Me despido agradeciendo infinitamente a las lectores y lectoras de este espacio su acompañamiento durante todo este tiempo. Y agradeciendo, de todo corazón, a Alejandro Páez Varela, director de este extraordinario periódico, y a Jorge Zepeda Patterson, su exdirector, por la oportunidad que me han brindado.

[1] https://www.sinembargo.mx/13-07-2020/3822416

[2] https://cincodias.elpais.com/cincodias/2020/01/17/fortunas/1579293692_813787.html

[3] https://www.theatlantic.com/politics/archive/2018/12/rich-people-are-getting-away-not-paying-their-taxes/577798/

[4] https://www.animalpolitico.com/2016/03/mexico-y-su-mala-recaudacion-los-mas-ricos-son-los-que-menos-impuestos-pagan/

[5] https://www.newyorker.com/news/john-cassidy/is-america-an-oligarchy

[6] https://www.eleconomista.com.mx/politica/Slim-la-pobreza-no-se-combate-con-caridad-20101013-0139.html

Antonio Salgado Borge
Candidato a Doctor en Filosofía (Universidad de Edimburgo). Cuenta con maestrías en Filosofía (Universidad de Edimburgo) y en Estudios Humanísticos (ITESM). Actualmente es tutor en la licenciatura en filosofía en la Universidad de Edimburgo. Fue profesor universitario en Yucatán y es columnista en Diario de Yucatán desde 2010.

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