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Sin Fronteras

17/08/2018 - 12:00 am

Víctor quiere ser escritor: los jóvenes inmigrantes en México

En el trabajo que se realiza desde Sin Fronteras IAP, hemos acompañado a personas jóvenes en sus procesos de inserción laboral. La experiencia que observamos en su esfuerzo por establecerse en México y obtener un
empleo es un síntoma de la descripción que hicimos antes:

En Centroamérica al llegar a la adolescencia las pandillas buscan integrarlos a sus filas, cuando alguien no quiere hacerlo, le quedan tres opciones: participar de forma voluntaria o forzada, ser perseguido e incluso asesinado y la migración. Foto: Especial

Por Alejandro de la Peña Rodríguez, Subcoordinador de Área de Acompañamiento Psicosocial

Hace unos días conocí a Víctor, un chico de 20 años con el que compartí cancha en un mini torneo de fútbol amateur con motivo del día mundial del refugiado. Él jugaba para un equipo de jóvenes de su edad, todos de Honduras, que yo imaginaba en ese momento sentían estaban jugando el Mundial. Hoy, en el marco del Día Internacional de la Juventud, su historia vuelve a mi mente.

Víctor me contó que migró a los 12 años sin ningún acompañante, vivió mucho tiempo en EUA para luego volver a su país, pero tuvo que salir porque fue perseguido por grupos del crimen organizado. Salió huyendo y llegó hasta México. Me contó que muchos de sus compañeros de equipo de soccer salieron en circunstancias similares de Honduras, es decir, para salvar la vida. En Centroamérica al llegar a la adolescencia las pandillas buscan integrarlos a sus filas, cuando alguien no quiere hacerlo, le quedan tres opciones: 1) participar de forma voluntaria o forzada, 2) ser perseguido e incluso asesinado y 3) la migración que es la ruta de escape, aunque pocas veces tiene un camino de regreso.

Le cuento la historia de Víctor pues es paradigmática de los muchos jóvenes, centroamericanos, de entre 15 y 29 años, que se han visto orillados u obligados a trasladarse a otro país diferente del que nacieron.
Muchos de ellos, llegan sin ningún tipo de respaldo económico, apostándole a la “suerte” dado que no tienen otra opción. Asentados en territorio mexicano se enfrentan a múltiples retos para sobrevivir: encontrar vivienda, tener un ingreso, sortear la discriminación racial o xenófoba, cuidar de su salud, evitar la violencia a la que le someten muchos grupos que les consideran mercancía y réditos.

Ello también son nuestros jóvenes o por lo menos así deberíamos asumirlo; pues están en nuestro país y nuestra constitución les garantiza todos los derechos. Son personas que, como cualquiera de nosotros, tienen sueños y desean cambiar su historia y la del mundo de alguna manera.

En el trabajo que se realiza desde Sin Fronteras IAP, hemos acompañado a personas jóvenes en sus procesos de inserción laboral. La experiencia que observamos en su esfuerzo por establecerse en México y obtener un empleo es un síntoma de la descripción que hicimos antes:

La juventud es el momento en que las personas adquirimos mayores habilidades para entrar en la adultez –incluidas las habilidades laborales-, las personas que acompañamos ven truncado este proceso por su movimiento migratorio. Asimismo, deben vivir un proceso común a cualquier inmigrante: adaptarse a las reglas, prácticas y tradiciones del contexto al que se insertan, incluidas las relativas al empleo. Todo esto lo viven en medio de su lucha por asegurar techo, comida y salud.

Aunque algunos de ellos cuentan con estudios técnicos o universitarios previos, su revalidación requiere recursos económicos y disponibilidad de tiempo, por lo que muchas veces no pueden hacerlos válidos. Esto se traduce en que sus posibilidades de acceso a un empleo digno y/o a mejorar sus cualificaciones profesionales se mermen significativamente.

Si bien existe una gran gama de programas sociales en favor del acceso al empleo de los jóvenes, muchos de ellos tienen poca difusión, en general, y mínima entre esta población, lo que hace que no se conviertan en herramientas efectivas para mejorar su situación, a menos que exista un profesional o institución que los acerque a ellos.

Existe en general, un marco regulatorio que es discriminatorio con ciertos sectores económicos o socioculturales de la población migrante, por lo que el acceso al empleo formal y otros derechos está subsumido a la posesión de un documento migratorio que las más de las veces es accesible solo para personas con contactos previos en México, que pueden planear su movimiento o, en el caso de los refugiados, aquellos que logran soportar los meses que implica el procedimiento y tener los recursos económicos y sociales suficientes para cubrir sus necesidades básicas en un proceso en que el acceso a los documentos de identidad básicos para obtener empleo –documento migratorio y CURP- esta sensiblemente limitado –afirmación cierta hasta por lo menos antes de la nueva política del Gobierno mexicano para la emisión de CURP, cuyos efectos aún no se pueden valorar-.

La discriminación en el mercado laboral es frecuente que por ser extranjeros y jóvenes, se enfrentan al rechazo pleno bajo el argumento de “vienen a quitar empleo a los mexicanos”, sean sujetos de un doble estándar en donde les pagan menos que a un mexicano por el mismo trabajo o simplemente les engañan y no les pagan.

Todo lo anterior los puede llevar a obtener empleos en condiciones de “dudosa seguridad”- por decir lo menos-, en donde pueden sufrir despidos injustificados, jornadas de trabajo en exceso prolongadas e incluso caer en redes de trata laboral o sexual.

Sucede el contexto general que nuestras personas jóvenes enfrentan y se entrecruza negativamente con su condición de inmigrantes y otras condiciones desigualdad relativa al género y la raza, que junto a una política migratoria centrada en la visión de seguridad y el prejuicio generalizado contra los extranjeros los convierte en una suerte de “ciudadanos de 2ª clase”.

La última vez que hablé con Víctor me contaba sus recientes experiencias intentando encontrar trabajo, obtener un documento migratorio y tener medios para alimentarse y tener una vivienda. Me comentaba que se encontraba entre la esperanza de lograr su sueño de establecerse en México y la desesperanza ante las experiencias de rechazo –lo que le ponía a pensar la posibilidad de asumir los riesgos de volver a subir a
la bestia para trasladarse a un nuevo lugar. Al final le pregunté:

“¿Cuál es tu sueño?”

Contesto:

“Ser escritor, para contar mi historia“

Ojalá pueda sortear todos los obstáculos para lograr su sueño, ojala un día podamos leer sus historias.

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