Ciudad de México, 17 de septiembre (SinEmbargo).- En el mundo de la música pop, como suele decir el cantautor brasileño Ney Matogrosso, todo lo hizo primero Madonna. Tanto así que logró lo que ninguna otra estrella del cine o de la música: sentarse en el famoso sillón rojo de Graham Norton, pero sola.
El programa más visto del Reino Unido y de gran predicamento en el mundo, suele tener cuatro invitados de más o menos celebridad y el show del ingenioso comediante es donde deben hacerse ver los que quieren promover un filme o un disco.
Tom Cruise, Daniel Craig, Michael Fassbender, la lista de los invitados por Graham Norton es interminable. Cuando fue Madonna, todo el equipo de producción se volcó a honrar a la Primera Dama del Pop, en un país donde por no faltar tampoco faltan monarcas de verdad.
Madonna, que vive en Londres desde que se casara y luego divorciara de su esposo, el famoso cineasta Guy Ritchie, presentaba entonces –en 2012-su segundo filme como directora (W.E) y había puesto una larga serie de condiciones para asistir al show al que había sido invitada en numerosas oportunidades.
“Ella está tan convencida de que es especial, que todos nos dejamos arrastrar por su tsunami de ambición y necesidad”, escribió después el presentador en su libro So Me: Graham Norton.
Tenía que ser un especial para ella sola, quería grabarlo en la tarde y quería aprobar el número musical que es habitual en el cierre del show. Madonna eligió a la cantante de soul Emeli Sandé.
“Seguramente queremos ver a nuestras divas actuar como tales y nadie hace eso mejor que Madonna”, la disculpó el comediante británico.
MADONNA HACE MUCHO TIEMPO QUE ES MADONNA
Aun con sus aires de reina y su reticencia a compartir el aire que respira, su firme convicción de que, como Angelina Jolie, está destinada a dejar una huella profunda en el mundo del arte, Madonna Louise Veronica Ciccone, nacida en Bay City, Míchigan, Estados Unidos, el 16 de agosto de 1958, es el claro ejemplo de cómo una persona puede superar con creces los límites de su origen y llegar a la cima por mérito propio.
Mucha frialdad, una gran mente calculadora y un olfato de sabueso fino para domesticar a los medios de información que desde edad temprana acompañaron su ascenso, son necesarios para que Madonna sea ella misma, el fenómeno pop por antonomasia y una celebridad mundial que mueve un dedo y hace girar el sol de lado.
Gran aprovechadora de sus propios escándalos, generadora de noticias que alcanzan la esfera planetaria, como cuando estableció el paradigma de los besos públicos, al estampar sus labios contra los de Britney Spears, durante los MTV Video Music Awards del 2003, la también llamada “ambición rubia” ha cultivado a lo largo de su vida el arte de perdurar como la reina del pop.
Y al contrario de su colega Michael Jackson, quien falleció prematuramente víctima de sus excesos y de su narcisismo, el predominio de la señorita Ciccone es la apuesta por el poder femenino en un universo donde sobrevivir es la gracia.
Alguien dirá en este punto que no se ha escapado del patetismo de las estrellas al no querer renunciar a la juventud y, mediante botox, ejercicios y una dieta que en todo momento describe como frugal y lo que le sigue, parecer a los casi 60 como si tuviera 30 años menos.
Otros dirán que el suyo es el triunfo de un género que como el femenino debió conformarse a lo largo de la historia de la humanidad con un segundo plano y que ella siga moviendo los hilos de la música pop es más que una revancha por tantos años de ostracismo dedicado a la mujer que cuando pasa los 30 años de edad, comienza a ser material descartable para la industria de la música y del cine.
Ambas posiciones son razonables y están llenas de verdad. Otra corriente, tal vez la más cercana a la realidad, acepta que no se puede ser menos tenso si lo que se está dado en la vida es crear un género propio. Porque, a qué negarlo, Madonna es la gran constructora del “madonnismo”, una rama de la que se desprendieron gajos como Lady Gaga, la citada Britney Spears y la ahora paródica Miley Cyrus.
Precisamente, Cyrus, queriendo ser la nueva Madonna, se aleja cada vez más de la reina. En lo que en la artista estadounidense luce como sello original, en la estrellita ex Disney parece un emblema marca patito de región 4 y dudosa procedencia.
Como sea, la casi sexagenaria Madonna regresa a México el 6 de enero de 2016 (Palacio de los Deportes) y eso es, como es lógico, una gran noticia que se confirmó a pocos días del inicio de su esperada gira Rebel Heart Tour”, que comenzó con un sold out y excelentes reseñas en Montreal, Quebec el 9 de septiembre pasado, y continuará por Norteamérica, Reino Unido y Europa el resto de 2015 y a principios de 2016.
“Es un espectáculo teatral que no escatima en gastos y que fluye magistralmente, en el que Madonna demuestra de nueva cuenta que no solo ansía los reflectores sino que los posee”, escribió el cronista del The Montreal Gazette.
“Bailarinas vestidas como monjas, Mike Tyson y una teatralidad imparable. Bienvenidos a las Iglesia de Madonna”, reportó la agencia AP.
La gira corresponde al álbum reciente Rebel Heart, lanzado por Interscope Records, un disco que la Rolling Stone describió como “una larga y apasionada meditación sobre perder el amor y encontrar nuestro propósito en tiempos difíciles”.