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Óscar de la Borbolla

17/09/2018 - 12:04 am

¿Dicen algo los sueños?

He soñado con todo lo que existe y con incontables cosas que no existen.

Entiendo que en el alambique de los sueños lo que soñamos generalmente aparece transfigurado y que una cosa es otra… Foto: Especial

He soñado con todo lo que existe y con incontables cosas que no existen. Anoche, sin embargo, mi sueño no estaba poblado, como de costumbre, de disfraces o imágenes, sino de palabras y conceptos, y más que una obra de teatro con personajes y acciones era tan frío y abstracto como un diálogo de Platón, o sea que para sueño resultó aburridísimo y para reflexión… por fortuna no lo recuerdo, pues seguramente, habrá sido como un filosofar borracho en el que uno siente estar en posesión de la verdad y, realmente, lo único que tiene es un estribillo disléxico.

De mi sueño sólo recuerdo una palabra que se quedó conmigo hasta el amanecer y que ha estado insistiendo en que voltee a mirarla: “estupor”. Sé que es sinónima de las palabras “sorpresa”, “pasmo”, “asombro”, y que estar estupefacto equivale a estar paralizado, pues la estupefacción es ese pasmo que ocasiona lo inusitado. No es un término muy frecuente en mi vocabulario cotidiano y me intriga que me esté rondando como si en su grafía o en su significado se ocultaran las claves que podrían aclararme la vida.

Entiendo que en el alambique de los sueños lo que soñamos generalmente aparece transfigurado y que una cosa es otra… o varias; aunque también entiendo que puede ser literal. Le doy una vuelta, le doy otra y no atino a explicarme por qué me taladra este asunto. Hay una fila de palabras que tienen un sonido próximo a “estupor”: “estúpido”, “estupro”, “(er)es-tú-por(alguien)” (en el sentido de “te debes a otro”); pero a ninguna de ellas les encuentro un sentido dedicado a mí.

Estupor tampoco es algo que padezca: jamás ante el asombro me he quedado pasmado; soy más bien de reacciones rápidas, pues en lugar de paralizarme, como los conejos a los que la luz de una linterna pasma, yo respondo o huyo sin dilación.

Puede ser, me digo, que se trate de una metáfora, que ese estupor se refiera a lo estacionaria que en general ha sido mi vida desde hace mucho tiempo, a que vivo “eternizado” en mi rol de profesor, de pensador, de investigador y de ahí la partícula “por” del término “estupor” y la fijeza que implica su significado…

Pero, así como he mencionado estas elucubraciones podría referir otras y ninguna termina de convencerme. ¿Por qué soñé con “estupor” y, sobre todo, por qué me he quedado convencido de que encierra algún secreto para mí? No lo sé. ¿Habrá algún modo de saberlo? Tampoco lo sé. Sencillamente me parece que lo que puede tener todos los sentidos que uno decida atribuirle no tiene realmente ninguno.

Twitter:
@oscardelaborbol

Óscar de la Borbolla
Escritor y filósofo, es originario de la Ciudad de México, aunque, como dijo el poeta Fargue: ha soñado tanto, ha soñado tanto que ya no es de aquí. Entre sus libros destacan: Las vocales malditas, Filosofía para inconformes, La libertad de ser distinto, El futuro no será de nadie, La rebeldía de pensar, Instrucciones para destruir la realidad, La vida de un muerto, Asalto al infierno, Nada es para tanto y Todo está permitido. Ha sido profesor de Ontología en la FES Acatlán por décadas y, eventualmente, se le puede ver en programas culturales de televisión en los que arma divertidas polémicas. Su frase emblemática es: "Los locos no somos lo morboso, solo somos lo no ortodoxo... Los locos somos otro cosmos."

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