Felipe González, ex presidente del gobierno español, critica las propuestas económicas de los candidatos en México

18/05/2012 - 11:50 pm

Por Carlos Acosta Córdova

ACAPULCO (apro).- Fue invitado a impartir la conferencia magistral que cada año acostumbra la Asociación de Bancos de México para concluir los trabajos de la convención bancaria.

Lo hizo, pero también se convirtió en el principal crítico de los candidatos presidenciales que, en las cinco horas previas a su participación, expusieron ante los banqueros y las autoridades financieras del país, sus programas de gobierno.

Ahí, en primera fila, junto a los directores generales y presidentes de los consejos de administración de los bancos que operan en México, permaneció un paciente y atento Felipe González Márquez, presidente del gobierno de España de 1982 a 1996.

Testigo de lujo, impulsor que fue del cambio cualitativo y cuantitativo que dio España a la muerte de Francisco Franco. Cuando asumió el gobierno, en diciembre de 1982, el PIB per cápita español era de 4 mil 500 dólares; cuando lo dejó, en 1996 –luego del triunfo del Partido Popular con José María Aznar–, se acercaba a 30 mil dólares por persona, y la economía española estaba en la lista de las 10 economías más poderosas del mundo.

Él mismo recordó que en México, también en diciembre de 1982, a la llegada de Miguel de la Madrid, el PIB cápita rondaba los 4 mil 270 dólares por persona; hoy apenas supera los 14 mil dólares y España anda arriba de los 30 mil, muy a pesar, inclusive, de la crisis económica que hoy sufre, que es la más profunda de su historia reciente.

Conocedor de la política y la economía mexicanas desde hace 40 años, y frecuente visitante al país, Felipe González expuso su sorpresa con los candidatos mexicanos a la Presidencia de la República que, dijo, están prometiendo o proponiendo muchas cosas… que cuestan mucho, pero no están diciendo cómo lo van a lograr.

Dijo: “Veo a los candidatos y todos quieren pensiones universales; todos quieren, como es natural, educación gratuita y una asistencia sanitaria con acceso para todo el mundo.

“Yo sé que eso cuesta 20 puntos del Producto Interno Bruto. Lo sé porque yo lo hice, y por tanto aumenté 14 puntos la presión fiscal. No se engañen.”

También: “Durante 14 años de gobierno, la presión fiscal aumentó 14 puntos. Veo y oigo hablar (a los candidatos) de reformas fiscales. La reforma fiscal a todo el mundo le da miedo plantearla cuando llegan las elecciones. A todo el mundo le gusta tener mejor educación y mejor sanidad, pero a nadie le gusta pagar más impuestos.”

Así que, reiteró, esas tres áreas de políticas públicas –pensiones, educación y salud–, cuestan 20 puntos del PIB.

Pero más importante que tener una buena política fiscal “es tener una buena administración fiscal, que recaude de acuerdo con la norma y que no tenga tantas excepciones, como las del Impuesto al Valor Agregado (IVA), pues tantas excepciones, que los agujeros se van abriendo y abriendo”.

En efecto, Gabriel Quadri, Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador y Josefina Vázquez Mota –en ese orden– coincidieron en la necesidad de echar adelante esos temas: pensiones, educación y salud–, pero ninguno de los tres últimos atinó a decir, al menos expresamente,  de dónde van a sacar los recursos para lograr sus propuestas.

Peor, López Obrador insistió en que no va a aumentar impuestos ni a crear nuevos gravámenes. Salió con su vago planteamiento de que combatiendo la corrupción, con un gobierno honesto y austero –reduciendo a la mitad los sueldos de la alta burocracia–, se lograrán los recursos para sacar adelante no sólo esos temas, sino para echar a andar a la economía en general.

Peña Nieto sí dijo que para poder materializar su propuesta de seguridad social universal –pensiones y salud–, “es obligado hacer la reforma fiscal que el país necesita”.

Pero nunca dio detalles de esa reforma fiscal. El tema de los impuestos no apareció en los 50 minutos –30 de exposición; 20 de preguntas y respuestas– de su comparecencia ante los principales del sector financiero del país.

Con Vázquez Mota tampoco apareció el tema particular de una reforma fiscal. Habló de las reformas en general. Un México sin reformas sería un México de mediocridad y un México de pobreza”, dijo.

Gabriel Quadri fue el único que se atrevió a hablar de impuestos. Reiteró lo que ha venido diciendo: hay que acabar con las exenciones y las tasas diferenciadas en el IVA, que generan un boquete en las finanzas públicas, que se subsanan arrebatándole a Pemex sus recursos.

“Creo que con un IVA generalizado se podrían captar más de 200 mil millones de pesos anuales para el Estado. Si además de esto transformamos los impuestos, los de renta y el IVA, y hacemos una especie de flat tax (impuesto único), casi sin deducciones, sin exenciones, sin regímenes especiales ni privilegios, la recaudación puede aumentar considerablemente”, expuso.

Los candidatos del PRI-PVEM, PAN y PRD-PT-Movimiento Ciudadano, los que realmente compiten por la Presidencia, políticos que son, evadieron el tema de los impuestos, que siempre asusta al electorado.

Banqueros apapachan a Josefina

El de hoy fue un día de muchas expectativas en la 75 Convención Bancaria, justamente por la presencia de los candidatos presidenciales. Estaban animosos los banqueros por ver y escuchar a los contendientes, uno de los cuales inaugurará la Convención Bancaria de 2013.

Primero en el turno fue Gabriel Quadri, del Partido Nueva Alianza (Panal). Muy temprano, apenas pasadas las 8 de la mañana. No llenó el auditorio, montado para unas mil personas. Quizá por la hora –la noche previa siempre es de brindis en estas convenciones–, quizá porque es el candidato sin ninguna posibilidad de llegar a la Presidencia, el caso es que a Quadri lo escucharon unas 600 personas, poco más.

Pero ya en el acto mismo de su presentación, de nueva cuenta volvió a acaparar la atención. Por la claridad de su exposición y la concreción de sus propuestas y soluciones. Nada nuevo dijo, pero sin miedo abordó temas –eliminar subsidios a las gasolinas, aumentar impuestos, permitir inversión privada en Pemex– que los otros candidatos tocan con extremo cuidado, por miedo a perder votos. Así de llano el asunto.

El siguiente turno fue del priista Enrique Peña Nieto. Se abarrotó al auditorio. Lo recibieron como lo que es: el puntero de las encuestas. Estruendoso el aplauso a su llegada. Expectante el auditorio. Pero rápido se fue la magia.

Plano y gris se le vio. Igual que los demás, nada nuevo dijo. Una despedida más bien discreta y sólo de cortesía, dio cuenta que el selecto público de las finanzas del país, no está muy convencido del famoso nuevo PRI que dice enarbolar. Algún asistente refirió a una de las canciones de moda: “Son los mismos dinosaurios… pero más bonitos.”

Y se vio, también, a su salida. Una buena parte de los asistentes se fue terminada su presentación. Pero pronto se hizo evidente que el candidato priista, como siempre, había llevado acarreados. Fue la presentación con más público. Pero no hubo entusiasmo.

Siguió Andrés Manuel López Obrador, quien en la campaña presidencial de 2006 declinó la invitación de los banqueros a la convención de sus agremiados de ese año.

Fue un candidato muy distinto al que se ve en la plaza pública. Sin enjundia y sin discurso encendido. Inusualmente fue muy cuidadoso con lo que decía. Inclusive, hizo lo que nunca: se valió, en varios momentos, de un escrito que llevaba. No improvisó gran cosa. Ni siquiera ocupó los 30 minutos que tenía para hacer su presentación. Cansado se le veía.

Hizo reír a los asistentes cuando repitió su fórmula “muy mexicana, que la vamos a patentar para que no nos la vayan a plagiar”, para obtener recursos y echar a andar la economía.

El buen humor se esfumó cuando quiso ser serio en las soluciones que plantea: no a las privatizaciones, no a la inversión privada en Pemex, no aumento a los impuestos, no más deuda… La pregunta flotaba: ¿entonces de dónde va a salir el dinero para todo lo que propone?

Nadie se convence –menos los que saben de economía y finanzas como los que cada año se reúnen en la convención bancaria– de sus propuestas para generar ingresos públicos: combate a la corrupción, honestidad y austeridad en el gobierno.

Fue despedido respetuosamente, con un aplauso generalizado. Más de uno extrañó el discurso incendiario. Pero López Obrador se cuidó mucho.

Si los aplausos fueran la medida de éxito o fracaso, sin duda la panista Josefina Vázquez Mota se llevó el día. Llevaba una presentación expresamente confeccionada para el público específico. Supo decir lo que los otros querían escuchar. Fue la única, también sin decir nada nuevo, que fue interrumpida hasta en cinco ocasiones por unos banqueros generosos con el aplauso, de pie.

Si acaso, fue más abierta en sus críticas a los otros candidatos y a sus partidos. Le aplaudieron, sobre todo, cuando fue severa con el PRI y su candidato.

Les dijo: “Si alguno de ustedes –los presidentes y directores de bancos–  me invitara a cenar y me pusieran como condición que fuera acompañada de exgobernadores  de mi partido, yo podría llegar con Carlos Medina Plascencia, con Ernesto Ruffo y Con Francisco Barrio.

“Pero el candidato del PRI –en la misma imagen y la misma invitación– ¿con qué exgobernadores llegaría? La lista es larga, desde el góber precisoso (Mario Marín, de Puebla), hasta Montiel (Arturo, del estado de México), o hasta Moreira (Humberto, de Coahuila).

“O imagínense la fotografía con otro candidato, al que cuesta saber con quién se está hablando: si con quien es hoy profundamente amoroso, o con quien hace seis años mandó al diablo a las instituciones”, en obvia referencia a Andrés manuel López obrador.

Y los aplausos, otra vez, siempre generosos de los asistentes para con la panista.

Sí. Se llevó el día.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas