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Jorge Alberto Gudiño Hernández

18/05/2019 - 12:05 am

Contingencia a largo plazo

Es muy probable que la contingencia se levante este fin de semana. La lluvia hace una labor que no le corresponde y que se agradece. Lo cierto es que el problema persistirá.

“Vivimos en una ciudad tóxica y una nueva refinería no se ve como una solución para ese problema”. Foto: Cuartoscuro

La semana pasada escribí acerca de la refinería de Dos Bocas. Acepté, antes que nada, lo poco que conozco de temas energéticos y, por esa razón, llegaron varias críticas. Las acepto en el entendido de que mi desconocimiento se suma a la falta de explicaciones claras del gobierno: los números no cuadran y, sobre todo, no hay un argumento sólido que justifique el privilegio a los combustibles fósiles que tanto daño le hacen al planeta. Hacia el final, lancé una propuesta que, en una de ésas, carece de fundamento científico: ¿y si, en lugar de gastar en una nueva refinería, se usaren esos recursos para promover la transición hacia otro tipo de energías? Con mayor precisión, propuse que se intentare hacer algo para el recambio vehicular.

Hoy, una semana más tarde, varias contingencias ambientales (o una extraordinaria) se han hecho presentes en el área metropolitana que incluye a la capital del país. Bastan unas cuantas fotografías para darnos cuenta de que estamos respirando humo y contaminación. Las unas, desde aviones; las otras, intentando acaparar un horizonte que se difumina en medio de la nata que cubre la capital; las últimas, matraces llenos del agua de lluvia, turbia a más no poder, cuando no francamente sucia.

Sabemos que esta contingencia no es producto de la casualidad. Es cierto, no todo es por culpa de los automóviles aunque, quienes los hemos usado por años, somos lo bastante responsables de ello. También se sumaron una buena cantidad de incendios forestales producto de la reducción de los trabajadores que los controlaban y de prácticas agropecuarias por lo menos cuestionables.

Esto ya trajo varias consecuencias inmediatas. El cierre de escuelas es el que, quizá, más afecte a las personas. Millones de niños no han tenido clases y los padres de familia deben hacer malabares no sólo para cuidarlos pese a que sus trabajos exigen su asistencia sino que, además, deben ser entretenidos dentro de sus casas. Un problema extra que deberán resolver los padres que, contingencia o no, deben trabajar.

Es muy probable que la contingencia se levante este fin de semana. La lluvia hace una labor que no le corresponde y que se agradece. Lo cierto es que el problema persistirá. Tal vez no la semana próxima ni durante lo que queda del año pero no hay duda de que vivimos en una ciudad tremendamente contaminada. De ahí que no me parezca mala idea volver a lo que proponía la semana pasada: utilizar los recursos para la nueva refinería para mitigar los daños ambientales.
Mucho nos hemos quejado del transporte público y con razón. Basta ver las enormes filas que se hacen en horas pico en el Metro, las condiciones de los vehículos concesionados, la inseguridad de las calles y la enorme dificultad para hacer enormes recorridos alternando medios de transporte. ¿Y si se pone el dinero ahí?

Regreso al asunto de los automóviles. Son muchos millones los que circulan a diario en esta ciudad. Varios de ellos, con una sola persona dentro. Es cierto, se necesitan programas para mejorar los traslados, educación ambiental para los automovilistas, educarnos en la responsabilidad de contaminar menos. También, sin embargo, se pueden utilizar recursos para hacer más sencilla la conversión a vehículos híbridos y eléctricos: desde la sustitución del parque vehicular del estado, hasta la instalación de estaciones de carga eléctricas e, incluso, aunque resulte polémico, subsidios para que sean remplazados los coches particulares, aunque empezáremos con los que prestan servicios (taxis, Uber y otras plataformas).

El asunto es que, visto desde nuestra perspectiva actual, vivimos en una ciudad tóxica y una nueva refinería no se ve como una solución para ese problema (si, acaso, lo es para otros). El gobierno y los ciudadanos debemos pensar a largo plazo aunque su visibilidad no arroje réditos populistas. De lo contrario, los próximos años o las próximas generaciones tendrán en la migración la única alternativa viable. Ojalá los programas ambientalistas lleguen pronto.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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