Fedecocagua responde a un artículo de Carlos Castresana: “Emulando la figura de Jano”

18/07/2013 - 12:00 am

Fundada en 1969, la Federación de Cooperativas de Café de Guatemala tiene 20,000 miembros, la mayoría indígenas mayas. Durante el conflicto armado, la Fedecocagua se vio en medio de la guerra: el ejército la tildaba de subversiva y la guerrilla la consideraba pro empresarial. La guerra cobró la vida de decenas de pequeños productores. Los cooperativistas y Carlos Castresana tienen una vieja historia. Actualmente fiscal del Tribunal Supremo de España, Castresana fue titular de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) de septiembre de 2007 a julio de 2010. El presente artículo fue enviado por Fedecocagua a SinEmbargo en respuesta a otro publicado por el ex comisionado, bajo el título de “Guatemala bajo el espejo”, en el diario mexicano El Universal. Se reproduce por considerarse de interés para la discusión pública.

Emulando la figura de Jano

Leímos la columna de Carlos Castresana “Guatemala ante el espejo” y decidimos contestarla porque nos sentimos indignados como federación de pequeños productores de café, que aglutina a mas de 20,000 campesinos (en su mayoría indígenas mayas), asociados en un modelo cooperativo que ha sido el más exitoso en el agro guatemalteco por 44 años.

En su artículo, Carlos Castresana otorga una felicitación a Guatemala por el juicio de genocidio contra el General Efraín Ríos Montt y explica que es una inmejorable oportunidad para el país de “…mirarse en el espejo”, para entender y remediar de una vez las causas del conflicto armado que en buena medida aún están presentes.

Quien lee a Castresana, pensaría que si este tuviese la feliz oportunidad de incidir en este país, actuaría lealmente a los enunciados de su escrito. Sin embargo, la verdadera oportunidad de construir una Guatemala mas justa, la desperdició precisamente este mismo sujeto. Causan estupor las opiniones de Castresana, tras fungir aquí como máximo responsable de la Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIG) -un experimento que creó Naciones Unidas con recursos de países donantes para investigar y desarticular grupos paralelos al Estado que violasen los derechos humanos y simultáneamente fortalecer el sistema de justicia- . Castresana fue su primer comisionado y por el colapso del sistema judicial, la CICIG se convirtió en un cuarto poder que arbitró con supremacía la justicia en el país. Castresana se tornó en un verdadero procónsul y a aquellos que señaló muchas veces sin pruebas, fueron perseguidos implacablemente por el Ministerio Público. Inocentes sufrimos onerosos daños como lesiones a la dignidad, vituperios, prisión y rechazo comercial.

¿Desarticuló las estructuras paralelas al Estado que subsistieron como una tenebrosa herencia de la lucha armada interna a la que se refiere en su artículo? No. Persiguió a cualquiera que no formase parte de estos grupos e incluso, Castresana se sirvió de personajes vinculados a la inteligencia militar de aquellos tiempos para formular casos emblemáticos.

Alguien que pudo hacer algo por la justicia en la nación mas desigual del continente, inició el combate contra los grupos paralelos al Estado en una federación de pequeños productores de café, formada en muchos casos por aquellas indias que “tienen las manos más pequeñas para mejor cosechar el café” como dice Castresana le expresó un integrante del “reducido sector privado que tiene la mayor cantidad de riqueza en el país” (sic). Allí ordenó cateos, donde esas indias que en muchos casos son socias, gerentes, propietarias y financieras en una cooperativa; que hoy son dueñas de su propio destino al haberse liberado de un régimen económico desesperanzador tras organizarse en este modelo.

Carlos Castresana se dejó cooptar por esos que hoy critica y en el tristemente célebre caso Rosenberg, buscó destruir un banco de capitales emergentes y a nuestra organización -cuyo pecado en ese momento, fue cuestionar el manejo de fondos públicos por parte de un finquero digno representante de esos que hacen persistir las condiciones que causaron el conflicto armado en la nación-. ¿Cual es el verdadero Castresana: ese romántico de izquierda que hoy escribe o el que antes fue servil instrumento de poderosos grupos en el  establishment de Guatemala? ¿Cuántos grupos paralelos al Estado capturó cuando fue comisionado de la CICIG, pese a tener a todo el sistema de justicia a sus pies? Ninguno; y en el caso Rosenberg buscó desesperadamente salvar la inexistente honorabilidad de un abogado del status quo, sumergido hasta las sienes en negocios corruptos del Estado -socio de un personaje ligado a estructuras militares señaladas de violaciones a los derechos humanos en el conflicto armado- y que finalmente ordena su propio crimen utilizando sicarios para incriminar a inocentes en un video y causar un golpe de Estado.

Cuando surgió la terrible verdad, Castresana culpó sin pruebas a dos personas que hoy después de tres años, se encuentran aún en prisión preventiva y no van a juicio; pues los señalamientos de Castresana fueron a todas luces inconsistentes y la CICIG ahora debe -a como dé lugar- ocultar ese terrible acto.

Quizá Castresana vive una amarga resaca de poder y finalmente ahora entiende que solo fue un instrumento de los intereses mas perniciosos del país. Puede estar ocurriendo que su artículo, sea una tímida forma de ofrecer una disculpa por todo lo que hizo y lo que dejó de hacer.

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