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Jorge Alberto Gudiño Hernández

18/07/2015 - 12:03 am

El asunto de la verosimilitud

Edmond Dantés escapó del Castillo de If para convertirse en el Conde de Montecristo. Lo hizo de una manera tan espectacular como fortuita. Gracias a que supo tomar decisiones rápidas, pudo sustituir al cadáver de su mentor para que fuera su cuerpo el que lanzaran a las aguas. Una vez ahí, tuvo que luchar para […]

Edmond Dantés escapó del Castillo de If para convertirse en el Conde de Montecristo. Lo hizo de una manera tan espectacular como fortuita. Gracias a que supo tomar decisiones rápidas, pudo sustituir al cadáver de su mentor para que fuera su cuerpo el que lanzaran a las aguas. Una vez ahí, tuvo que luchar para salir a flote, para llegar a la costa. Luego debió cambiar su identidad para poder vengarse de quienes lo habían condenado injustamente.

            Si uno lo piensa con calma, el escape de Dantés tiene los rasgos de, al menos, lo improbable. Es una fuga que parece sólo podría surgir de la imaginación de un novelista. Y, sin embargo, conforme uno va leyendo esas páginas de la novela, no puede sino sentirse emocionado. Por una parte desea que el escape se realice, por otra, comparte los temores del protagonista: todo está dispuesto para que salga mal y, pese a ello, consigue el escape. El lector firma un pacto de verosimilitud con lo que le es narrado y no se detiene a pensar en detalles técnicos, en analizar las verdaderas posibilidades de que el escape se haya podido llevar a cabo. En otras palabras, el lector cree lo que le dicen. Y eso mismo sucede con muchas de las grandes fugas de la literatura.

            Con la fuga de “El Chapo” pasó justo lo contrario. Durante la semana pasada se publicaron cientos de textos, artículos y opiniones al respecto. Algunas se ocupaban de condenar la corrupción, de hablar sobre el ridículo que acababa de hacer el gobierno, de alzar la voz indignados o de hablar de lo que vive el país. Otros, por su parte, prefirieron poner en duda la versión del escape. Hablaron sobre la imposibilidad del túnel, de lo que se requeriría para hacerlo con tal precisión, de que la fuga se llevó a cabo de otro modo y la construcción subterránea no era sino un montaje.

            Si comparamos los escapes de algunos personajes literarios con el de “El Chapo” bien podríamos concluir que resultan más improbables los que nos ha entregado la ficción. Esto no quiere decir, por supuesto, que yo crea por completo el asunto del túnel. Y ésa es la base de mi argumento. Al igual que yo, muchas personas hemos establecido un pacto de verosimilitud bastante más sólido con lo que nos cuentan esas novelas que con la narrativa oficial. Y no sólo porque esté mejor construida sino porque nos hemos vuelto desconfiados. No hay forma de creerle al gobierno. Las inconsistencias son muchas y se siguen acumulando. Además, ya nos ha mentido demasiadas veces. Se me ocurre que ni siquiera mandando a un grupo de reporteros con cámaras para reproducir el presunto recorrido de “El Chapo” bajo tierra, podríamos estar tranquilos.

            Nuestra relación con la clase gobernante se ha deteriorado a tal grado que no basta la verdad, es necesario investirla de verosimilitud. Y eso, sólo para creernos su versión de la fuga. Una vez que lo hayamos hecho, faltará que nos dediquemos a analizar sus implicaciones, que exijamos el castigo a los culpables, que dejemos de sumarnos a la pervertida idea de convertir a un criminal peligroso en una especie de héroe. Pero para ello aún falta mucho. En la política como en la literatura, es necesario partir de lo verosímil. Que el gobierno no lo haga, habla de su profundo desprecio hacia sus gobernados.

            Hay muchas novelas en las que se da cuenta de lo que sucede cuando los gobiernos actúan así. Tal vez ya sea tiempo de utilizarlas para cambiar nuestra realidad.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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