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Edgar Iván Zazueta

18/08/2019 - 12:01 am

Género y Desarrollo ¿Sustentable o Sostenible?

La equidad de género debe incluir a los hombres andróginos, a las mujeres cis-género o a las personas transgénero y transexuales, es decir; a toda la expresiòn de gènero y sexual.

“El desarrollo sustentable busca no sólo un equilibrio entre lo ambiental y lo económico (sostenible), o entre lo social y lo ambiental, sino que, en el desarrollo sustentable se trata de armonizar las tres esferas (social, ambiental, económica) no sólo dos esferas como generalmente ocurre con los estudios de sostenibilidad…”. Foto: UAM/ Cuartoscuro

Es común que, en muchos estudios sobre género y medio ambiente o sustentabilidad-sostenibilidad, el concepto/categoría de género se emplee para develar desigualdades e inequidades que mayormente padecen las mujeres por su condición de sexo a partir de sus relaciones con el medio ambiente, ya sea en temas relevantes como el cambio climático o la escasez de agua, tan sólo por mencionar algunos problemas, el ecofeminismo tiene un importante número de estudios en este sentido.

Es importante subrayar en muchos estudios que, cuando se sabe que las mujeres son las más afectadas por las problemáticas que se derivan y relacionan con un medio ambiente precario, quienes se ven más afectadas son las mujeres que, por su condición no sólo de sexo sino de género, ubicación geográfica, etnia o clase social realmente son las más afectadas. Es por ello necesario hacer un análisis interseccional (aportación metodológica feminista de gran alcance) de lo que representa “la mujer o las mujeres” para llegar a las poblaciones más vulnerables de entre las vulnerables.

La importancia de la aplicación de una perspectiva de género en los estudios sobre género y medio ambiente y sustentabilidad nos puede dar luz, inclusive, sobre el papel que tienen los hombres con relación a los cuidados ambientales, por ejemplo. Un estudio que ejemplifica mejor lo anterior es el de Zazueta, Pérez y Serna (2018), este trabajo es realizado en las comunidades pesqueras, y en el estudio se resalta el trabajo de los pescadores como algo inherente a los hombres, esto es debido a imperativos físicos, ligados al sexo biológico que provienen de una tradición histórica (Pérez y Canizales, 2014). El estudio tiene como objetivo explorar la presencia de esas actitudes y otras similares, en las rutinas de los pescadores, esas actitudes además de considerarse inherentes al logro de una mayor productividad, son también aspectos que propician un cuidado no sustentable de los bienes pesqueros. Esta falta de cuidado podría construirse a partir de lo que Kaufman (1993) llama la tríada de la violencia masculina, la cual se manifiesta en el ejercicio de la violencia de hombres hacia mujeres, de hombres hacia sí mismos y de hombres hacia otros hombres (Kaufman, 1993). En un intento por ampliar este concepto, las concepciones y conductas de los pescadores contrarias al aprovechamiento sustentable de los bienes pesqueros podrían interpretarse como una forma de abuso y de violencia también hacia el medio ambiente y sus bienes comunes naturales, en detrimento del mejor aprovechamiento de estos por parte de las generaciones venideras. Este tipo de violencia se suma a una expresión más de dominación masculina y conformaría el modelo de masculinidad hegemónica al que hacemos referencia.

Cuando en numerosos estudios académicos sobre desarrollo sustentable y/o medio ambiente, además de los Objetivos del Desarrollo Sostenible de la ONU, se dice que la equidad y la igualdad de género son principios centrales del desarrollo sustentable, en realidad están reconociendo la importancia de la diversidad como un valor esencial. Género, a diferencia del sexo, no se refiere a hombres y mujeres por su condición biológica, sino a las relaciones entre ellos a partir de su construcción sexual y sociocultural. La equidad de género está vinculada a la justicia, en la que el reconocimiento de las diferencias a partir de nuestra condición sexual, la igualdad de género debe partir de la equidad para recibir un trato justo entre hombres y mujeres, entre seres humanos de todas las edades, culturas, clases sociales, razas, preferencias, espacios o contextos, para garantizar los mismos derechos humanos.

Cuando nos referimos a equidad de género se habla de un respeto, reconocimiento y aceptación de lo masculino y lo femenino presente en hombres o mujeres. La equidad de género debe incluir a los hombres andróginos, a las mujeres cis-género o a las personas transgénero y transexuales, es decir; a toda la expresiòn de gènero y sexual. En ese sentido, no podemos hablar de equidad de género sin mencionar que en ella está presente la comprensión y aceptación a toda la gama de la diversidad sexual humana. Esto da lugar a pensar, por ejemplo, que la exposición al manejo de sustancias químicas en los hogares u hospitales puede estar afectando mayormente, no solamente a las mujeres, sino a todas aquellas personas que, por su rol de género tradicional o transgenero, pueda verse también afectado, pienso en personas trans o femeninas que están cuidando enfermos, hogares o personas, inclusive, personal de estéticas, salones de belleza, enfermería, etcétera.

Cuando buscamos que las mujeres se incorporen al trabajo productivo y sean remuneradas por sus cuidados y trabajo no pagado efectivamente, se da un paso hacia un desarrollo más inclusivo o cuando se generan fuentes de trabajo cuyos bienes y servicios son amigables con el medio ambiente nuevamente, estamos fomentando un desarrollo sostenible, pero si esas mujeres que se incorporan al mercado laboral siguen padeciendo dobles o triples jornadas de trabajo y prevalece la brecha laboral o si los servicios y productos que salen al mercado efectivamente, son amigables con el medio ambiente, pero son imposibles de pagar o ni siquiera se tiene el mínimo acceso a ellos por los más pobres o si dichos productos (orgánicos, ecológicos) están producidos en condiciones de injusticia social por la clase obrera que los produce y de quienes se violan sus derechos laborales entonces, no podríamos hablar de un desarrollo sustentable, sino que seguimos hablando de un desarrollo, pero sostenible no sustentable. Es decir; lo sostenible preserva lo ambiental, pero en detrimento (muchas veces) de un bienestar social, justo, inclusivo en todo el proceso y en donde lo humano está en el centro. En cambio, un desarrollo sustentable busca no sólo un equilibrio entre lo ambiental y lo económico (sostenible), o entre lo social y lo ambiental, sino que, en el desarrollo sustentable se trata de armonizar las tres esferas (social, ambiental, económica) no sólo dos esferas como generalmente ocurre con los estudios de sostenibilidad. No podremos hablar de las bondades de un producto environmental friendly si este es caro para los más pobres y facturado en condiciones de violación de derechos laborales (en donde justamente las mujeres serán las más explotadas), eso no, no es sustentable, pero lo presumen sostenible porque favorece al capital.

 

Edgar Iván Zazueta
Doctor en Ciencias con especialidad en Desarrollo Regional por el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo A.C., pertenece al Sistema Nacional de Investigadores y a la Red CONACYT "Género, Sociedad y Medio Ambiente" (GESMA). Actualmente es profesor investigador del Instituto Mora. Twitter: @edgarivanzaz / @institutomora

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