Para la generación COLMEX-LRI que ingresó en 1974, y 45 años después conserva el tesoro de la amistad.

Antiquísima y siempre nueva
admirable y ancestral reina
sobre el tráfico ya inmisericorde…

Aun nos alientas;
lejana ciertamente
pero generosa de tu belleza,
adviertes en la distancia
una dicha que nos espera

Es la dulce verdad del anochecer
en las yemas de los dedos
siglos de un venerado secreto
donde la ventana atrapa
tu majestuoso silencio,
la remembranza
del origen que nos preside
el enigma del carmesí.

Vislumbramos la ofrenda
de nuestras palabras.,
el tacto efímero del viento,
la sabia luz de tus poros,
esa perla sutil de la espera
que rueda a la vista de todos
y es querencia

Habitas en el ritmo de la sangre,
elocuente palpitar de tu presencia;
los ríos te llevan a ese mar
consagrado de tu dicha
Ahí esparces su trémulo aroma;
el invisible polvo,
la sal de la biblia que se dispersa
en los resquicios de nuestros cuerpos
donde emergen los sueños y zigzaguean

A pesar de que seamos inseparables,
no dejas de ser misterio y extraña.
Sin tu presencia no solo la oscuridad sería infinita,
también nuestras vidas volverían
a la oquedad de tu ausencia.

Acaparas las miradas y escapas a la memoria;
entonados amarillos en la habitación de la neblina
son ya la tinta de un tatuaje en la cintura:
sutil hilo de las horas
nos advierte de tu inconmensurable acierto
al soñar de pie en la proa
de esta travesía sin retorno
que deja tras de sí las vocales sonoras
del incendio y las azules velas
de un cielo en tormenta, de grises abrumado.

Tomás Calvillo Unna

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