Yoko y Molly, el fuerte vínculo de amor entre madres e hijos

19/05/2019 - 12:01 am

“Tal vez nosotros percibimos el vínculo de la maternidad como algo que solo nos pasa a los humanos, pero Molly y Yoko nos enseñaron que los animales también lo tienen, y que es muy fuerte, igual que el nuestro, que es doloroso cuando los separan y que como nosotros, sienten pena y tristeza cuando pierden a su familia”, escribe Adhara Talamantes de Santuario Libres Al Fin México.

Ciudad de México, 19 de mayo (SinEmbargo).- El mes de mayo se caracteriza por la celebración a las madres, la fortaleza de ellas y ese vínculo especial y hermoso que tienen con sus hijos, hoy quiero contarles la historia de una madre y una hija, dos de las borregas más hermosas que he conocido, Yoko y Molly.

Yoko y Lennon, los padres de Molly, fueron rescatados de un caso de negligencia y explotación severa en Michoacán, las autoridades nos dieron la custodia a Liberum para que vivieran en el Santuario Libres al fin, tristemente Lennon murió a las pocas semanas de llegar al Santuario, su estómago estaba lleno de basura, él estuvo forzado a comer esto por la situación de abandono en que vivía, por el contrario, Yoko mejoraba y se adaptaba a su nuevo hogar con nosotros.

Al pasar el tiempo notamos que Yoko engordaba, veíamos cómo su cuerpo estaba cambiando, era hora de llamar a un veterinario, el confirmó nuestras sospechas con un ultrasonido, Yoko iba a ser mamá.

Yoko embarazada. Foto: Santuario Libres al Fin

Teníamos todo preparado para recibir al nuevo habitante, no nos faltaba nada, habíamos leído, consultado expertos, estábamos listos, pero una mañana, al dar de desayunar a Yoko, ¡sorpresa! nos topamos con una Molly recién nacida, y completamente limpia, Yoko con su instinto de madre había hecho perfectamente su labor de limpiarla y alimentarla. ¡la naturaleza es sorprendente!

A partir de ahí, presenciamos una de las historias más bellas, disfrutaban sus días como madre e hija, esa relación de amor y protección incondicional que solo se ve en una madre e hija, Yoko veía crecer a su bebé, Molly disfrutaba de su madre, la mayoría de las madres e hijos borregos son separados a los pocos días de nacer, las madres borregas son utilizadas como máquinas para producir corderos, ellos son robados de sus madres, para ser asesinados y convertidos en simples pedazos de carne .

Mamá y Molly. Foto: Santuario Libres al Fin

Yoko le enseñó a Molly a comer, a saltar, a rascarse, a pastar, todo lo que hacía Yoko, Molly lo imitaba, dormían juntas, comían juntas, tomaban agua juntas, y si por alguna razón las separamos, ambas lloraban y luchaban por reencontrarse.

Dos meses vivieron así, jugando, saltando, siendo felices, Molly descubría el mundo al lado de su madre. Un día Yoko no se levantó, le hicimos estudios médicos, su riñón e hígado estaban en condiciones deplorables como consecuencia de la explotación que había sufrido, y tal pareciera que aguantó justo lo necesario para que Molly naciera y poder darle leche materna los primeros meses de su vida.

Tuvimos que empezar a dar a Molly alimentación artificial ya que Yoko estaba siendo medicada, era realmente doloroso tener que separarlas para poder canalizar y atender a Yoko. Intentamos todo con el apoyo de diferentes veterinarios, pero desgraciadamente la experiencia y conocimiento que existe para curar animales de granja es muy limitado, hasta que el cuerpo de Yoko no soportó más y decidimos ayudarla a partir.

Dejamos que Molly se despidiera de ella para que asimilara su muerte, su mamá era su todo, después de la muerte de Yoko, Molly dejó de saltar y jugar, pasaron meses para que se animara a hacerlo de nuevo.

Tal vez nosotros percibimos el vínculo de la maternidad como algo que solo nos pasa a los humanos, pero Molly y Yoko nos enseñaron que los animales también lo tienen, y que es muy fuerte, igual que el nuestro, que es doloroso cuando los separan y que como nosotros, sienten pena y tristeza cuando pierden a su familia, después de conocerlas a ellas, es devastador pensar en todas las familias que se separan todos los días para que podamos tener un pedazo de carne en nuestro plato, un ciclo interminable de corazones rotos y desdicha, que solo termina con la muerte en el matadero. Todas las madres merecen la oportunidad de amar a sus bebes, todos los bebés merecen la oportunidad de tener el amor de una madre, solo se puede llamar crimen cuando se le arrebata este derecho a alguien.

Adha y Molly. Foto: Santuario Libres al Fin

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