El avance que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y sus aliados tuvieron en la Ciudad de México, luego de las pasadas elecciones, ha comenzado a preocupar a muchos. Es cierto que, por sí solo, el tricolor no es una amenaza en la capital del país, pero teniendo el control del Gobierno federal y con la experiencia de sus alianzas en el Congreso de la Unión durante los dos años y medio de la administración de Enrique Peña Nieto, donde utilizó a todos los partidos que se dejaron utilizar, incluyendo al Partido de la Revolución Democrática (PRD) y al Partido Acción Nacional (PAN), sus dizque archienemigos, la experiencia puede repetirse en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.

Con una izquierda dividida por enconos y deteriorada ante los ciudadanos por actos de corrupción y privilegios personales, y con Acción Nacional dando bandazos según convenga, los 18 años de un proyecto de gobierno, que hasta hace dos años y medio privilegió las libertades civiles, está en un serio aprieto.

El enemigo a vencer ya no es el PRD. Luego del 7 de junio es claro que ese personaje es Andrés Manuel López Obrador y su partido Morena. Nadie, ni el PRI, ni el PAN, ni el PRD, quieren ver un ascenso del político tabasqueño y toparse con él en 2018. Pero si así fuera, ahí está el mecanismo de las alianzas, que tan buenos resultados le ha dado a rojos, amarillos y blanquiazules, para acarrear litros y litros de agua a su molino.

Hay riesgo, dice Alejandro Encinas Rodríguez en entrevista para SinEmbargo, de que la capital del país sufra un retroceso y caiga derechito en los brazos del PRI, lo que significaría retornar a un periodo oscuro en el que la mayoría de los ciudadanos, según se expresó en las urnas, no quiere.

Pero para esos son las alianzas, y el PRI y sus partidos comparsa ya tienen varios pies pisando el territorio que hace apenas dos años y medio parecía inviolable.

Los únicos que podrían evitar ese retroceso son los propios partidos de izquierda, pero López Obrador no quiere nada con “Los Chuchos”, y “Los Chuchos”, como lo han demostrado en este sexenio, tienen intereses muy alejados del bienestar ciudadano.

La mesa está servida y el tricolor se frota las manos. Pero la capital es otra cosa, o eso parece. Sus ciudadanos, como siempre, tendrán que armarse de nuevo para esa gran batalla.

Redacción/SinEmbargo

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