Ammán, 20 sep (EFE).- El Rey Abdalá II de Jordania advirtió hoy a Israel de que sus prácticas “provocadoras” en Jerusalén Este podrían causar una “guerra religiosa” en Oriente Medio, informó la Corte Real en un comunicado.
En la nota, el monarca rechazó las recientes incursiones de las fuerzas de seguridad israelíes en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén.
Según el rey, el recinto de la Explanada (conocido en árabe como “Haram al Sharif”, “el noble lugar”) es “indivisible” por lo que rechazó los intentos de Israel por repartirlo.
El comunicado añadió que el soberano realizó esas declaraciones durante una reunión, celebrada hoy en el Palacio Real, con una delegación que incluía a varios diputados árabes en el Parlamento israelí, que visitó Ammán para seguir la escalada de violencia en la Explanada de las Mezquitas en los últimos días.
“La continuación del comportamiento provocador de Israel en Jerusalén y los intentos de convertir en judíos los sitios sagrados de allí tendrán peligrosas repercusiones en la región y avivarán un conflicto religioso con consecuencias impredecibles”, añadió Abdalá II.
El monarca señaló también que Jordania “continuará enfrentándose a las violaciones de Israel y defendiendo a Jerusalén Este en la implementación de su deber religioso, así como la custodia jordana de los sitios sagrados musulmanes y cristianos”.
En el tratado de paz suscrito con Jordania en 1994, Israel reconoció la custodia jordana de los lugares sagrados musulmanes y cristianos de Jerusalén Este, que Israel arrebató a los jordanos y ocupó en la Guerra de los seis días de 1967.
Hoy, medio centenar de diputados jordanos instaron a su Gobierno a expulsar de Ammán al embajador israelí y a “revisar” el tratado de paz de 1994, en protesta por el aumento de la violencia en Jerusalén y Cisjordania.
La tensión en la zona se reavivó hace una semana, en la víspera de la celebración del año nuevo judío, y durante tres jornadas consecutivas fuerzas israelíes entraron en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén.
Los choques alcanzaron su punto culminante el viernes, tras los rezos en las mezquitas de la ciudadela antigua, donde las autoridades limitaron los accesos a Al Aqsa, y se extendieron a los barrios palestinos de la urbe y a decenas de localidades de Cisjordania.
