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Para Sama, documental en Netflix sobre una periodista que explica a su bebé el terror de la guerra

20/11/2020 - 12:02 am

La cámara de Waad Al-Kateab grabó la destrucción de la ciudad, los bombardeos a civiles y hospitales y el dolor y las lágrimas de sus vecinos y amigos, y a la vez su propia historia de amor, su boda, el nacimiento de su hija Sama y sus desesperados intentos por que la comunidad internacional entendiera y apoyara a la disidencia.

Por Alicia G.Arribas

Madrid, 20 de noviembre (EFE).- La periodista siria Waad Al-Kateab, que durante cinco años grabó la destrucción de Alepo, el asedio y los constantes bombardeos del ejército, asegura en una entrevista con Efe que su documental Para Sama, disponible en Netflix, es una denuncia explicita contra Bashar Al-Asad .

“Quiero lanzar un mensaje, una verdad que quiero que se sepa: en Siria no ha habido, ni hay, guerra civil, ha habido una revolución y el pueblo no ha sido evacuado sino desplazado. Es mi responsabilidad que la gente lo sepa, y cualquiera que vea la película lo sabrá”, declara con suavidad, pero firmemente, Al-Kateab.

Narrado en primera persona por ella misma, el documental, que fue nominado para los Óscar, se remonta a los momentos previos a la guerra de Siria cuando la periodista y su amigo médico Hamza hacen trabajos para la comunidad y se preparan para derrocar al régimen de Asad. Ambos estudian en la moderna universidad de Alepo y son parte de las protestas contra la dictadura en la Primavera Árabe de 2011.

La cámara de Waad Al-Kateab grabó la destrucción de la ciudad, los bombardeos a civiles y hospitales y el dolor y las lágrimas de sus vecinos y amigos, y a la vez su propia historia de amor, su boda, el nacimiento de su hija Sama y sus desesperados intentos por que la comunidad internacional entendiera y apoyara a la disidencia.

Ya sin el hiyab que le acompaña en cada plano de la cinta, su directora y protagonista Waad Al-Kateab habla con Efe desde su sencilla casa de Londres.

Hace un año que la realizadora vive en Inglaterra con su familia, previo paso por Turquía tras salir de Siria (como se ve en la película, de puro milagro); Sama ya va al colegio y su hermana pequeña a la guardería. Waad intenta trabajar, pero este es un momento aún de ‘aterrizaje’, explica.

No mantiene contacto con nadie de Alepo para protegerlos, dice, porque la situación, después de la película “se ha vuelto peligrosa, tenemos que fingir como que no nos conocemos, aunque sabemos de ellos a través de las noticias. La situación es muy mala -se lamenta-, ahora encima con la covid. El régimen no está dando cifras correctas, y siguen deteniendo a gente”, añade.

Aunque la joven siria “no ve claro” el futuro, sigue haciendo lo que cree que debe hacer; acaba de empezar a trabajar en dos proyectos sobre la situación de los refugiados y de las comunidades sirias, pero siempre con el objetivo de que su gobierno asuma su responsabilidad.

“La situación es muy mala y no veo posibilidades de cambio, y menos, inmediato, pero hay que seguir trabajando a favor de la justicia, para que esta gente (el gobierno de Siria) rinda cuentas y se pueda llegar un día a un mínimo de democracia y de dignidad para los sirios”, señala.

Codirigido a medias con el británico Edward Watts, el documental llevó muchos años de trabajo: “Él llevaba 12 años haciendo docus y para mí era la primera vez; partimos de 500 horas de material grabado y discutíamos, casi peleábamos -se ríe- por cada fotograma. Pero nunca tuvimos diferencias importantes, él me dejó la última palabra, me respetó, y eso para mi fue muy importante”.

Para Sama no flaquea ante las imágenes más crudas: niños de todas las edades muertos y ensangrentados, adultos rotos de dolor, morgues donde se acumulan cadáveres envueltos solo en una sábana sucia, enfermos tirados por el suelo de los hospitales y baldosas marcadas por regueros de sangre mientras al lado, sin percatarse de nada, juega la pequeña Sama.

Este tipo de crudezas resintieron la sensibilidad de algunos que acusaban a Al-Kateab de no poner filtros. La cineasta dice que “había cosas brutales, crímenes y delitos mucho más graves” que ella captó porque estaba allí.

Escena de Para Sama. Foto: Especial

Pero asegura que siempre optaron por “un equilibrio” entre explicar lo que es la guerra -muerte y destrucción-, y que la gente quisiera seguir viendo la película. “En una guerra no hay nada suave”, replica.

También cuenta que Para Sama no fue el legado para su hija desde el principio; fue al final de 2016, cuando Waad empezó a trabajar con Watts, ya en Turquía, cuando tomó forma. “He necesitado tiempo para asimilar ese material”, confiesa.

“No sé cuándo se lo enseñaré a mi hija”, dice la directora, que estudia la posibilidad de hacer una versión para adolescentes. “Es importante que los jóvenes sepan que hay sitios como Siria donde están matando a los niños”.

Hoy, Al-Kateab solo aspira a que quien tenga la oportunidad de ver la película, invite a otros a verla: “Es nuestra responsabilidad -anima-, nadie se puede quedar mirando por la ventana, como ahora con la covid, aislándose de lo que pasa fuera; hay que sensibilizar a los demás para que, cuando vean lo que estamos pasando, lo diseminen por el mundo”.

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