Más niños y jóvenes marginados esfuman el bono demográfico

21/01/2016 - 12:00 am

La falta de creación de empleos y el goce de salarios adecuados, así como un reducido acceso a la educación, a mejores oportunidades e incluso la violencia son algunos de los problemas a los que la población joven de México se enfrenta. Para el Estado, esa situación ha significado la pérdida del bono demográfico que, en otros país, es una herramienta que sirve para apuntalar el crecimiento económico.

Por Daniela Barragán y Xanath Lastiri

Estudiantes. Foto: Cuartoscuro
Los índices de deserción escolar y en el empleo han aumentado en México en los últimos años. Foto: Cuartoscuro

Ciudad de México, 21 enero (SinEmbargo).– Conocer la estructura poblacional de los países puede ir más allá de saber cuántos habitantes se tienen. Una nación debe conocer las características de los habitantes a los que gobierna, para así elaborar las políticas públicas necesarias para el fomento de su desarrollo, pero en el caso de México la oportunidad, parece, se dejó ir pues el bono demográfico que se posee no prosperará por el débil crecimiento económico que hoy en día se tiene y viceversa.

El bono demográfico, de acuerdo con la definición del Consejo Nacional de Población (Conapo), es el proceso de transición en el que la población en edad de trabajar supera en cantidad a la población dependiente; es decir, niños (de cero a 14 años) y adultos mayores (65 años o más). Esta característica, en economía, se traduce en mayor productividad, y para el Estado en diferentes tareas relacionadas principalmente con la generación de empleo y acceso a la educación.

Es decir, se trata de oportunidades que apuntalan al crecimiento económico.

En este sentido, la calificadora Moody’s estimó que el crecimiento continuo de la población activa en México y los aumentos en el capital y productividad se traduciría en tasas de crecimiento económico de 2.9 por ciento anual en el lapso de 2014 a 2019, y de 3.1 por ciento entre 2020 y 2025.

Sin embargo, especialistas coinciden que el potencial de México en sus jóvenes se podrá sostener por al menos dos décadas más, dadas las condiciones de crecimiento económico, las políticas de empleo y desarrollo, que merman el crecimiento económico del país.

Rafael Martínez Duclaud, director de la Universidad Interamericana para el Desarrollo (UNID), precisó a SinEmbargo que “el término de bono demográfico está asociado a la capacidad de crecimiento de una economía en la medida en que la población en edad de trabajar sea mayor a la población dependiente, de aquí que el  potencial de crecimiento será mayor”.

En noviembre pasado, el Presidente Enrique Peña Nieto reconoció que “la estructura de nuestra sociedad está cambiando aceleradamente”, y advirtió que hacia 2050 los jóvenes ocuparán el 34 por ciento del total de población, mientras que actualmente es de 45 por ciento.

El mandatario detalló que la población de 25 a 59 años se mantendrá estable y formará parte del 44 por ciento, pero advirtió que el universo menor a 25 años irá en descenso.

A ese escenario se le pueden añadir las cifras dadas a conocer por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), apenas en julio pasado y que indican que los mayores índices de pobreza se concentran, desde hace cuatro años, en niños, niñas y adolescentes, conformando el 35.9 por ciento de la población total que vive en esas condiciones.

Actualmente, 21.4 millones de menores de 18 años viven con una o más carencias de servicios y derechos básicos. De los jóvenes en esta condición, el 42 por ciento viven en pobreza moderada y 8.5 por ciento en pobreza extrema.

Las principales carencias a las que se ven expuestos se concentran en el acceso a la educación, a servicios de vivienda y en la calidad de estos espacios. El 61 por ciento vive con un ingreso inferior a la línea de bienestar y el 25 por ciento con un ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo.

Para Benjamín García Páez, académico de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), “el bono demográfico tiende a agotarse porque de hecho, el crecimiento mismo de la población no es tan robusto a comparación con las tasas anteriores, pero sobre todo está sujeto a otras condiciones”.

Explicó que se trata de decisiones gubernamentales ya que  “el bono demográfico para continuar haciendo una contribución significativa a la marcha de la economía, se necesita que las políticas públicas y el nivel de inversión no decaigan porque ahí está el riesgo”.

Por su parte, Peña Nieto reconoció que el mayor reto del país es que la población de adultos mayores se duplicará en el futuro, ya que dentro de 50 años, más del 20 por ciento de la población tendrá 60 años o más, lo que se traduce en 32 millones de adultos mayores; es decir, 20 millones más de los que habitan actualmente.

Tras dar a conocer dichos datos, el jefe del Ejecutivo federal dijo que “con base en estas proyecciones hoy México puede prever escenarios futuros, planear con sentido estratégico y tomar decisiones responsables para hacer frente a las demandas sociales y económicas asociadas a estas  tendencias”.

Sin embargo, para los especialistas el Gobierno federal debe impulsar el empleo, combatir la informalidad y procurar el desarrollo de los jóvenes.

“El problema está en que no estamos generando los empleos, ni en la cantidad, ni con la calidad necesaria para aprovechar toda esta masa de jóvenes egresados; mientras  la economía no crezca a tasas anuales mayores al 6 por ciento, el bono se pierde”, explicó el director de la UNID.

“Llevamos 15 años, que son los sexenios de [Vicente] Fox [Quesada], [Felipe] Calderón [Hinojosa], más tres de [Enrique] Peña Nieto con un promedio de crecimiento del Producto Interno Bruto del 2 por ciento anual, y para el 2016, las proyecciones son entre 2.5 y 3 por ciento, con este crecimiento es imposible aprovechar el bono demográfico”, detalló.

Asimismo, el académico comentó además que tasa de fecundidad pasó de 3.36 hijos por mujer en 1990 a 2.2 que hay en la actualidad, prácticamente un nivel de reemplazo; y por el aumento de la población adulta, al incrementarse la esperanza de vida al pasar de 70.4 años en 1990 a 74.5 a la fecha.

Además, en los últimos años, 6 mil recién nacidos tienen como madres a niñas de entre 10 y 14 años, según cifras de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol).

“Mientras más personas, más horas de trabajo se incorporan al proceso productivo, es cierto, es un recurso para reactivar la economía nacional, pero la condición es que la inversión privada no decaiga, sólo así es posible ampliar el mercado interno mediante la incorporación de más jóvenes”, agregó por su parte profesor de la UNAM.

JÓVENES  EN EL REZAGO

Cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) indicaron que para el tercer trimestre de 2015, la Población Económicamente Activa (PEA) del país se ubicó en 53.2 millones de personas, que significan 60 por ciento de la población de 15 años y más.

De ese universo, alrededor de siete millones de jóvenes entre 16 y 29 años no estudian o no tienen empleo formal en México, y de los países que integran la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), ocupa el primer lugar con el mayor número de jóvenes desocupados; es decir, el 17.9 por ciento de la población.

Al respecto, Belem Vázquez Galán, profesora-investigadora del Departamento de Estudios Económicos de El Colegio de la Frontera Norte (Colef), sede Monterrey, dijo a este medio que “la producción nacional de México depende de la población joven, gente productiva que se integra al mercado de trabajo y que representan los principales agentes de producción del país”.

“A pesar de las condiciones de recesión que se han vivido en México y de lento crecimiento tendrán que favorecer a esa población que cuenta con preparación y la capacidad de integrarse al mercado”, dijo.

En junio pasado, Tztzi Morán Carreño, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), explicó durante un evento dirigido a diseñar proyectos adecuados para la educación, que “la tasa de desocupación de este sector se debía a que no tienen suficiente preparación, no cuentan con experiencia laboral y no hay una política que vincule la realidad del mercado laboral con lo que se instruye en las escuelas”.

Asimismo, en septiembre pasado, el del Instituto Belisario Domínguez (IBD) del Senado de la República expuso a través de un informe que en este país 1.6 millones de jóvenes entre 15 y 19 años, son el sector de la población con mayores índices de deserción escolar y desempleo y señaló que la educación y el empleo son derechos sociales que el Estado debe garantizar.

Según el informe del IBD, la tasa de desempleo de los mayores de 20 años es de 3.9 por ciento, mientras que en el grupo de 15 a 19 años alcanza 9.3 por ciento en la población femenina y el 8.3 por ciento en la masculina.

Al respecto, la académica del Colegio de la Frontera Norte explicó que parte también del problema es que  de la población económicamente activa, sólo un porcentaje pertenece a la que cuenta con un nivel de escolaridad mayor, pero aún así el sueldo que recibe no es el adecuado.

Datos de la ENOE indicaron del primer trimestre de 2015 indicaron que de los 14 millones 539 mil jóvenes, que conforman la población ocupada, apenas 508 mil 354 , tiene percepciones de más de cinco salarios mínimos que son 10 mil 515 pesos al mes.

En ese sentido, la especialista del Colef opinó que “en México el mensaje es que entre mejor educado estás o más capacitado  estás, vas a recibir un salario menor al que deberías recibir comparado a otros países y también vas a estar mas expuesto a estar desempleado porque hay menos posibilidad de que te ubiques que vaya de acuerdo a tus habilidades”.

PROMO-ESPERANZA-DE-VIDA

LA CALIDAD DE LOS EMPLEOS Y LOS SALARIOS

De acuerdo con el último informe del Inegi, publicado en diciembre pasado, la informalidad laboral se ubicó en 57.9 por ciento, en tanto que el último reporte fue de 57.6 por ciento, lo que quiere decir que aumentó el número de personas que laboran en un sector que no es reconocido y sin registros contables.

Asimismo, el instituto detalló que  la tasa de ocupación del sector informal (personas que son vulnerables por la naturaleza de la unidad económica para la que trabajan) registró  un 27.9 por ciento de la población ocupada, mientras que tasa anterior  de este sector fue de 27.4 por ciento.

Cifras del segundo trimestre de 2015 de la ENOE detallaron que el porcentaje más alto de empleos informales para las mujeres se ubica en el grupo de 15 a 19 años, con 74.78 por ciento.

En tanto, con base en cifras desestacionalizadas, la tasa de desempleo presentó un incremento de 20 puntos base  al ubicarse en 4.4 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA).

Por otro lado, los especialistas coinciden en que el valor del trabajo se ha ido perdiendo hasta llegar a un punto en el que ya no es posible que una familia viva de manera adecuada con el salario que obtiene, por lo que, según un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) publicado en noviembre de 2015, las autoridades con sus aumentos salariales de no más de 3 pesos, somete a los ciudadanos a una vida precaria que tiende a la reproducción de la pobreza.

En los últimos cinco años, el salario mínimo en el país ha aumentado 12.64 pesos y a pesar de que actualmente se desarrolla un debate al respecto, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami) aprobó un aumento de 2.94 pesos para 2016.

En ese sentido, la académica del Colegio de la Frontera  Norte dijo que “lo que está faltando es una mayor distribución de las empresas de este país, porque las empresas que generan los empleos tienen la capacidad de poder remunerar bien a trabajadores que están muy capacitados; sin embargo se sacrifican sus salarios o no hay suficientes incentivos para remunerarlos de manera adecuada, mientras que en el gobierno tiene que ver el hecho de que no puede controlar la inflación o el tipo de cambio, entonces estos juntos merman los salarios entre muchos otros más”.

Para el director de la UNID, el Gobierno  mexicano debe “generar empleos bien remunerados y hacer todo lo posible por ir disminuyendo la economía informal, es decir que todos los jóvenes que salen de las universidades tengan oportunidades,  en México no está pasando, países como Corea tienen altos niveles de producción porque sí aprovechan su bono demográfico. Nosotros tenemos el bono demográfico pero no estamos dando empleo a los jóvenes”.

Las cifras de nuevos empleos que  Enrique Peña Nieto anuncia mes tras mes no concuerdan con la realidad de 9 millones de mexicanos, que actualmente no gozan de un puesto de trabajo estable, ni con la de otros que gozan de bajos salarios y de prestaciones sociales mínimas, o de otros tantos que no saben si al siguiente día podrían engrosar la cifra de desempleados.

Las características de un empleo formal, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), de la que el país forma parte, debe ofrecer a los empleados condiciones de trabajo decente, protección social y proyectos de empleo destinados a los jóvenes.

México no ha avanzado mucho en los acuerdos, ya que el mismo órgano considera que el débil crecimiento económico ha afectado la generación de empleo formal, los salarios y en consecuencia, los derechos de los trabajadores.

En este sentido, una de las necesidades urgentes de la OIT es la política juvenil, que en México, en los últimos años, se ha enfocado en ofrecer apoyos económicos a emprendedores.

De los aproximadamente 32 millones de jóvenes que hay en México (de entre 14 y 29 años), 30 por ciento sólo están estudiando, 9 por ciento trabaja y estudia, y el 40 por ciento sólo trabaja. El resto, el 21.7 por ciento no estudian ni trabajan y de los 15 millones que trabajan, más del 85 por ciento no estudian.

Entre los que trabajan y no estudian, 45.7 por ciento están en trabajos remunerados en las que no tienen prestaciones e incluso trabajan sin pago, mientras que 12 por ciento trabajan por cuenta propia.

El 80 por ciento de los jóvenes no cuentan con un contrato laboral; de acuerdo con la OIT, es un sector discriminado y poco integrado.

Aunado a esto, los nuevos trabajadores mexicanos se desarrollarán bajo los estatutos de la Reforma laboral, que según informes de la UNAM, no tiene por naturaleza la vocación de crear empleos, sino que fomenta la precarización del trabajo.

Tampoco los índices de crecimiento económico ayudan, ya que no se pueden crear empleos con un Producto Interno Bruto (PIB) que registra crecimientos anuales por debajo del 2.5 por ciento.

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