Género, diversidad familiar y laicidad: ¿una perspectiva amorosa?

21/02/2019 - 12:04 am

“En México, en los últimos años ha habido un reconocimiento creciente de la variedad de estructuras familiares”. Foto: Moisés Pablo, Cuartoscuro

Me estaba preguntando cómo podía conjugar estas 3 palabras en el mensaje que quiero hacerles llegar el día de hoy, algo que hiciera armonizarlas y, a su vez, encontrar algún sentido que dirigiera mi primera correspondencia con ustedes en este importante portal…y creo que, entre el género, la diversidad y la laicidad, encontré como sentido, la perspectiva del amor en las ciencias sociales, permítanme explicarlo, vamos por partes.

LA PERSPECTIVA AMOROSA

Si bien el amor ha sido explorado desde hace mucho tiempo en las ciencias sociales conformando una tradición hermenéutica en teoría social, por ejemplo, tenemos al “amor romántico”, al “amor conyugal”, al “amor pasión”, al amor que es demasiado (Las mujeres que aman demasiado de Robin Norwood), al “amor tóxico” …me parece que han sido dos los estudios que actualmente son más divulgados y tienen mayor alcance teórico, y que, son elaborados por varones desde una perspectiva eurocéntrica. El primero de ellos se hace llamar “amor líquido” por una supuesta fragilidad de los vínculos humanos, caracterizada por sentimientos de inseguridad y por conflictos derivados de esa fragilidad. Su autor, Bauman (2005), señala que hombres y mujeres quieren tener la certeza de su unión y a la vez se encuentran desesperados (as) por relacionarse, sin embargo; desconfían todo el tiempo de esa relación y de que su duración sea para siempre, porque sienten temor que eso pueda convertirse en una carga y continúa: “cuando la gente se casaba sabían lo que estaban haciendo, permanecerían por años juntos hasta que la muerte los separara, hoy en día hay un sentido importante de tener menos certezas que las de antes”. El otro estudio es de Giddens (1992), y hace referencia al concepto de “amor confluente”, un tipo de amor que se caracteriza por una asociación voluntaria en donde las personas buscan la integridad y plenitud por sí solas a cambio de satisfacción sexual y afectiva, no existe una duración predeterminada, pero se sabe que no tiene que ser eterna, dura mientras existe interés, o mejor, mientras dura la confluencia de intereses. Asimismo, tiene como principio y sustento la igualdad entre los hombres y las mujeres (Giddens, 1992). En lugar de la idealización de género, el amor confluente se fundamenta en la comunicación de los sentimientos, los intereses del desarrollo personal, y la equidad.

Si bien, se puede hacer una crítica a dichos estudios por las nulas referencias empíricas, desde luego también por sus generalizaciones y por lo mismo, no hay una crítica interseccional que distinga diferentes poblaciones en sus análisis, la narrativa no deja de ser atractiva ni como ficción aún con todas sus enormes desigualdades y sus bipolaridades (me parece que Bauman apunta más hacia el pesimismo, Giddens al optimismo, aunque en ambos es claro el peso del individualismo en las relaciones amorosas).

EL GÉNERO

Si bien se sabe que con el concepto/categoría de género podemos enfocar desigualdades relacionales entre las personas, las mujeres han sido históricamente oprimidas; lo sabemos, pero no solo entre las personas, hoy sabemos que usando la perspectiva de género también podemos distinguir cuáles son las desigualdades entre grupos de personas, por ejemplo, entre los grupos más desfavorecidos y conocer sus causas. Uno de estos grupos que me interesa traer aquí son las familias, especialmente las familias formadas entre personas no heterosexuales o no heteronormadas, o personas disidentes, posicionadas en la otredad, dirían también por allí, o quizás otros términos para nombrar a estas familias a las que me quiero referir serían las familias ¿queer, gay, lesbomaternales, diversas, homoparentales, homomarentales, trans o LGBTTTI+?, ¿hay un término más correcto?

LA DIVERSIDAD FAMILIAR

En América Latina, en particular en los ámbitos urbanos, se han observado cada vez más cambios en la conformación, la organización y la dinámica de las familias desde hace aproximadamente 6 décadas. En México, en los últimos años ha habido un reconocimiento creciente de la variedad de estructuras familiares, debido a múltiples transformaciones sociodemográficas y culturales. De acuerdo con INEGI (INEGI, 2010), existen hogares familiares y hogares no familiares. En los hogares familiares al menos uno de los integrantes tiene parentesco con otro miembro del grupo, el parentesco puede ser de consanguinidad, de afinidad o civil. En los hogares no familiares no existe parentesco entre las y los miembros del grupo familiar. De acuerdo a esta clasificación existen, al menos, estos tipos de hogares: familias de parejas jóvenes sin descendencia, familias de padres y/o madres regularmente mayores de 60 años (también se le conocen como “nido vacío”), familias compuestas, reconstituidas o ensambladas (conformadas por padres o madres en condición de divorcio, separación o viudez y que tienen descendencia de esas uniones anteriores, familias de padres o madres del mismo sexo, familias unipersonales (también llamados “hogares unipersonales”, constituidos por una persona), familias uniparentales o unimarentales (constituidas por un padre o un a madre y su descendencia respectivamente), familias extensas o extendidas (constituidas por cualquier estructura de parentesco, además de la papá, la mamá y/o descendencia horizontal o vertical), familias de migrantes y familias nucleares (constituidas por el padre, la madre e hijos, hijas y/o hijes). Las familias pueden considerarse como tal aún si no existe reconocimiento legal y/o religioso, ya que lo prevalece en su definición es el tipo de vínculo y/o el parentesco.

LA LAICIDAD

“La perspectiva de laicidad es fundamental porque se nutre de la democracia y de la igualdad”. Foto: Andrea Murcia, Cuartoscuro

Me parece que ante esta realidad sociodemográfica el Estado laico debe no solo reconocer, visibilizar y dar voz a todas estas familias sino propiciar un Estado de derechos, enmarcados en un desarrollo sustentable, esto es armonizados en un contexto ambiental, económico, humano y de sinergias sociopolíticas. La perspectiva de laicidad es fundamental porque se nutre de la democracia y de la igualdad (Salazar Ugarte, 2007), el sol sale para todos, se dice, y nadie tiene la verdad absoluta, la perspectiva laica lo dice en lo abstracto, por lo tanto, no se reprime, no se censura, sino se alimenta, y se cree, se expresa, como el amor.

COROLARIO

Tal parece que así es el amor en los tiempos posmodernos, amores frágiles y en infinitas transiciones y en innumerables coyunturas; amores que exigen cuidados en lo individual, pero que exigen ser un derecho en lo colectivo, un amor para sí, pero que a veces fluye para todos, todas y todes, y al final del proceso sólido y líquido, se evapora.

  1. Bauman, Z. (2005) Amor líquido. México: Fondo de Cultura Económica.
  2. Giddens, A. (1992) La transformación de la intimidad. España: Cátedra.
  3. INEGI (2010) Censo población, hogar y vivienda. Hogares. México.
  4. Luhmann, N. (1985) El amor como pasión. España: Grupo Planeta.
  5. Norwood, N. (2012) Las mujeres que aman demasiado. B de Bolsillo.
  6. Salazar, P. (2007) La laicidad: Antídoto contra la dicriminación. México: Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación

Edgar Iván Zazueta
Doctor en Ciencias con especialidad en Desarrollo Regional por el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo A.C., pertenece al Sistema Nacional de Investigadores y a la Red CONACYT "Género, Sociedad y Medio Ambiente" (GESMA). Actualmente es profesor investigador del Instituto Mora. Twitter: @edgarivanzaz / @institutomora
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