¿Por qué aferramos a dañarnos? ¿Es el trabajo? ¿Es Tinder? Checa Mañana tendremos otros nombres

21/05/2019 - 7:00 pm

Mañana tendremos otros nombres obtuvo el Premio Alfaguara de Novela 2019, donde escritores con sello de garantía como Juan José Millás fungieron como jueces.

Por Alejandro Maciel

Ciudad de México, 21 de mayo (La Langosta Literaria/SinEmbargo).– Ellos no tienen nombres. Se llaman Él y Ella, sin más. Puedes ser tú o puedo ser yo, eso no importa: para el Dios de la literatura todos somos iguales. En esta novela, el Dios es un narrador omnipresente que, para ser honestos, parece no saber muy bien por dónde quiere llevar la vida de los personajes. Los hace terminar, los hace reencontrarse, los hace mentirse uno al otro sin motivo alguno. ¿Por qué nos aferramos a dañarnos? ¿Hasta cuándo dejaremos de sabotear nuestras relaciones? ¿Es el trabajo? ¿El cansancio? ¿Es Tinder? Para Él y Ella, el mundo es una cosa borrosa; van por la vida mirando con lentes empañados: caminan, avanzan, pero, ¿a dónde?

No es fácil leer esta novela. Mañana tendremos otros nombres, del argentino Patricio Pron, es un libro incómodo: a ratos se manifiesta como novela romántica; otras, como película de terror. Y por terror tenemos que entender lo cotidiano: el trabajo extenuante que ni siquiera nos da tiempo de procesar lo que vivimos el día anterior, o las rentas gentrificadas que nos orillan a salir de la ciudad, a fin de intentar mantener una vida medianamente digna con nuestros salarios indignos.

La novela es, también, un híbrido entre la narrativa y el ensayo (¿hay otra forma de escribir una buena novela, si no es mezclando la ficción con las ideas?). Y esta estructura tan compleja, a ratos caótica, responde a la realidad de nuestros tiempos: quizás nunca antes como ahora hemos cuestionado todo en este mundo. El amor o las relaciones afectivas, por ejemplo. El sexo y sus dinámicas y sus consentimientos y sus abusos. Lo cuestionamos todo, y a veces nos olvidamos de sentir y de pensar.

Pero Patricio Pron no es un autor moralista: si estas dinámicas posmodernas son buenas o son malas no es una conclusión a la que él quiere llegar. En todo caso, su labor con esta novela es contribuir a ese cuestionamiento, continuar el diálogo incómodo entre nosotros y nuestro tiempo. Sabedor de que estamos en una época en la que Tinder y los memes nos dan más placer que las interacciones cara a cara, Pron teje una historia en la que sus protagonistas intentan aferrarse a la tecnología, a los ligues exprés, a las nudes, para mantenerse a flote.

Brutalmente actual, Mañana tendremos otros nombres obtuvo el Premio Alfaguara de Novela 2019, donde escritores con sello de garantía como Juan José Millás fungieron como jueces. Para quienes siguen de cerca las novelas reconocidas con este premio, sabrán que todas son diferentes en temáticas y estilos, pero al mismo tiempo guardan en común una cosa: experimentar con la narración. Mañana tendremos otros nombres es un ejemplo de cómo un autor traslada las inquietudes de su entorno a un trabajo de ficción, así como en su momento lo hicieron otros autores como Juan Gabriel Vásquez, con El ruido de las cosas al caer, o Jorge Volpi el año pasado, con Una novela criminal.

Mañana tendremos otros nombres nos sitúa en una sociedad agrietada, llena de vacíos e inconsistencias, y por otro lado nos va mostrando cómo, pese a que ya conocemos el terreno sobre el que estamos parados, nos aferramos a querer construir algo duradero, a sabiendas de que el derrumbe es cosa de tiempo.

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