En dos días seguidos, el Presidente Enrique Peña Nieto apareció hablando del éxito de la Reforma Energética en dos programas de Televisa: uno, netamente familiar y en horario matutino, y otro, supuestamente de análisis de fondo, en horario nocturno. En ambos casos, las entrevistas realizadas al Jefe del Ejecutivo federal privilegiaron el elogio, evitaron los cuestionamientos y muchos menos se habló sobre los problemas de fondo en el país.

Las principales criticas al mandatario del país es que, nuevamente como lo ha hecho desde su campaña presidencial, utilizó a un medio cercano, Televisa, para enviar sus mensajes a la población supuestamente menos informada y que más simpatiza con el político mexiquense.

Sin embargo, esta vez, la estrategia de comunicación diseñada y operada desde Los Pinos para el Presidente evidenció un desgaste tremendo del recurso y una total ignorancia de lo que en realidad está pasando con la imagen pública de Peña Nieto.

Los asesores del priista insisten en centrar la información que ofrece en un sector considerado como el más débil pero que, en realidad, es al que el Presidente le ha fallado en mayor medida durante más de un año y medio de gobierno, y el que justamente se ha vuelto el más combativo y el mejor organizado frente a la miseria y las injusticias que lo aquejan.

Es al que le prometió salir de la pobreza con un crecimiento económico sostenido, es al que le aseguró más empleos y bien remunerados, es al que le afirmó que su gobierno elevaría la calidad de la educación y la salud, es al que ilusionó con alcanzar la paz en el país y desterrar la violencia, es también al que le garantizó el respeto a los derechos humanos.

La lista de promesas realizadas en los barrios y comunidades más necesitadas del país fue larga durante su campaña presidencial en 2012, y se ha vuelto aún más extensa en los 18 meses de su administración.

En ese mismo lapso, el Presidente Peña se dedicó a sacar adelante las reformas estructurales que ahora presume por televisión en cadena nacional, y en ese punto también incumplió con su ofrecimiento de escuchar a todas las voces de la sociedad y a todas las corrientes políticas para debatir sobre el destino de reformas tan importantes para el futuro de los mexicanos, como son los cambios constitucionales en materia de hidrocarburos, telecomunicaciones y las leyes fiscales.

A esos ignorados de siempre, a quienes los sabios de la comunicación social que el Presidente tiene como operadores en Los Pinos menosprecian evitando que el Ejecutivo federal ofrezca debates e intercambios de ideas con la altura que supuestamente merece, se ha agregado también una buena parte de la clase media del país, organizaciones de la sociedad civil y líderes de opinión.

Es decir, a los ignorados de siempre comienzan a integrarse otros millones de personas a las que el gobierno federal ha ignorado y que tienen recursos, como la educación y el acceso a la Internet, para revertir los mensajes del Presidente preparados a modo y para el lucimiento del mexiquense.

La estrategia, entonces, ya fracasó. Ni los sabios en comunicación que trabajan para el Presidente, ni los millones de pesos gastados en la imagen del gobierno pueden tapar la realidad de pobreza, violencia y falta de oportunidades que se vive en el país.

La muestra evidente es la caída de los índices de popularidad del Jefe del Ejecutivo y una desconfianza creciente en sus palabras.

Ayer, frente a seis periodistas mexicanos, que en su mayoría le hicieron preguntas fáciles y hasta lisonjeras sobre la Reforma Energética, Enrique Peña Nieto dijo que la historia lo “juzgará” por los resultados de las reformas. Lo comentó así, en futuro. Pero no, la historia ya lo alcanzó y los ignorados de siempre ya lo juzgan por la falta de resultados y su desdén por el debate de las ideas con plena libertad.

Redacción/SinEmbargo

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