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Jorge Alberto Gudiño Hernández

21/08/2021 - 12:05 am

Certificados de vacunación

Sabemos que en varios países ya se ha comenzado a exigir el certificado de vacunación para diversos fines. Desde entrar a un restaurante o una tienda hasta subirse a un avión o entrar a un concierto.

Una vacuna contra la COVID-19 y jeringas en la Ciudad de México.
“El problema ya no sólo serán quienes no se hayan vacunado sino también, quienes no pueden obtener sus certificados”. Foto: Gobierno de la CdMx, Cuartoscuro

Me puse la primera y segunda dosis de la vacuna el mismo día, a la misma hora y en el mismo lugar que mi esposa (vivimos en la misma casa y nuestros apellidos inician con G). Llegamos juntos, presentamos los documentos que traíamos en el mismo sobre, entregamos los formatos impresos en el mismo escritorio y nos tocaron sillas consecutivas en donde la misma enfermera nos vacunó con diligencia y buena mano. Caminamos uno detrás de la otra en esa fila que asemejaba ser parte de una maquinaria industrial hasta ocupar nuevos asientos, también contiguos, para esperar el tiempo requerido. Escuchamos con paciencia tanto a quienes daban indicaciones como a la música. Eso sí, no bailamos cuando pusieron la coreografía unos voluntarios entusiastas. Lo siento, la verdad es que no se me da. Si acaso, la diferencia entre el proceso de la primera y segunda dosis fue que, en la última, el formato impreso lo entregamos después de vacunados.

Poco antes de ponernos la segunda dosis se me ocurrió descargar los certificados de vacunación. Lo hice porque un amigo me comentó que ya estaban disponibles (él y su esposa se vacunaron un día después que nosotros en el mismo sitio y, quién sabe, quizá con la misma enfermera). Si no lo habíamos hecho antes fue porque yo pensaba que uno obtendría el certificado cuando ya tuviera el esquema de vacunación completo. Sin embargo, la idea de tener algo más que un papel impreso con un número de lote escrito a mano sonaba atractiva.

No me extenderé innecesariamente: descargué el certificado de vacunación de mis suegros, de mi madre, de mi esposa… y ya. En el mío aparece la leyenda, tan lapidaria como angustiante: “Sin registro de vacunación”. La misma con la que me topo un par de veces al día desde hace más de tres semanas tras confirmarle a un robot que yo no lo soy.

Existe un botón que permite solicitar aclaración. Éste conduce a un formulario en el que se ingresa la CURP, el correo, el teléfono y se selecciona una casilla que, en este caso, es la de “dosis faltante”, se acepta el aviso de privacidad y se reconfirma que uno es humano. Se envía y ya. No pasa nada más.

Fui, como ya dije, por mi segunda dosis. Insisto: mismo lugar, misma hora, misma serie de filas y misma enfermera que mi esposa. A los tres o cuatro días, apareció su certificado de vacunación completo. Ya no revisé el de mi madre ni el de mis suegros pues ésos ya los tenía. El mío, sobra decirlo, no estaba. El mensaje se volvió pertinaz. Lo peor es que ya no puedo solicitar nuevas aclaraciones pues “La corrección para esta CURP ya fué solicitada”. Sí, con acento en fue. Y no hay nada más que hacer. En Locatel no tienen más información, en el número de WhatsApp el resultado de la búsqueda es el mismo y no existe ninguna ruta para aclarar el asunto.

Sabemos que en varios países ya se ha comenzado a exigir el certificado de vacunación para diversos fines. Desde entrar a un restaurante o una tienda hasta subirse a un avión o entrar a un concierto. A mí me parece de lo más sensato que así se haga. No sólo es una forma de presionar a quienes no se han vacunado. También sirve para proteger a quienes sí lo han hecho y para reactivar la economía de forma más segura.

Dudo mucho que esa práctica en otros países se reproduzca en el nuestro. Sin embargo, bien podría suceder. Insisto: sería, incluso, deseable. El problema ya no sólo serán quienes no se hayan vacunado sino también, quienes no pueden obtener sus certificados. He hablado con varias personas sólo para descubrir que no soy el único en estas condiciones. De ahí que quizá este texto sirva para poner sobre la mesa un tema del cual casi no se ha hablado: la falta de algunos certificados de vacunación.

Soy de quienes creen que, al menos en la CdMx, el proceso de vacunación ha sido expedito y claro. No tengo ningún reclamo para el mismo. Entiendo, además, que los procesos se traben en algún sitio, que haya errores y omisiones. Tan es así que solicité la aclaración. Me deja, sin embargo, inerme el hecho de no poder averiguar qué procede. Supongo que, a estas alturas, queda sólo esperar pero ésa nunca es una respuesta satisfactoria, pues la espera se puede perder en el limbo del tiempo.

Ojalá pronto tengamos respuesta todos aquéllos que, sin una razón clara, no podemos acceder a nuestros certificados de vacunación aunque nos hayamos vacunado en el mismo sitio, a la misma hora, el mismo día y con la misma enfermera que otros que ya los tienen.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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