La Semarnat actualiza NOM para proteger a pastos marinos y corales en Quintana Roo

21/11/2019 - 6:51 pm

El 35 por ciento del pasto marino en México se concentra en la Península de Yucatán, de ahí que no sea raro que las nuevas especies protegidas por la NOM sean de esta región.

Por Ricardo Hernández Ruiz

Cancún (México), 21 nov (EFE).- La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) ha actualizado una Norma Oficial Mexicana (NOM) que busca garantizar la supervivencia de especies como el pasto marino y corales, actualmente amenazados por fenómenos catastróficos como el sargazo y el síndrome blanco.

Tras un proceso de nueve años, el Gobierno mexicano actualizó la lista de especies en riesgo, contenidas en la NOM-059, y en la que ahora se incluyen cuatro especies de pasto marino y dos de coral; todas ellas habitantes del suroriental estado mexicano de Quintana Roo.

De tal suerte, los pastos marinos de manatí y de estrella ahora son consideradas especies amenazadas, es decir, en peligro de desaparecer en corto o mediano plazo.

Mientras que los pastizales caribeño y de tortuga fueron considerados como especies sujetas a protección especial, para propiciar su conservación.

El resguardo es importante si consideramos que en los últimos 17 años se han perdido más de 100 mil hectáreas de pastos marinos en el país a causa del cambio climático, según contó este jueves a Efe Tania Cota Lucero, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (IPN).

Según explica en entrevista Brigitta Ine Van Tussenbroek, investigadora del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el país se han extinguido cientos de miles de hectáreas de pasto de una especie que funge como alimento para tortugas, manatíes, langostas y peces.

Mientras más amplia sea la pradera de pasto marino en el mar, más rico, diverso y saludable es el ecosistema marino, sintetiza la investigadora.

El 35 por ciento del pasto marino en México se concentra en la Península de Yucatán, de ahí que no sea raro que las nuevas especies protegidas por la NOM sean de esta región.

En 2017, cuando se cumplían dos años del primer arribo masivo de sargazo al caribe mexicano, Tussenbroek lideró una investigación para dar cuentas del impacto de esta macroalga en Quintana Roo.

LOS EFECTOS DEL SARGAZO

Cuando el sargazo se descompone genera lixiviados, los cuales producen condiciones de poco oxígeno, cambian la composición química del mar y tiñen el agua de café, impidiendo la entrada de luz solar.

Un estudio publicado recientemente en Marine Pollution Bulletin, evaluó cuatro sitios: Nizuc, Xcalak, Xahuayxol y Puerto Morelos, y determinó que en este último, tras un año del arribo de sargazo, había perdido 5 mil 700 metros cuadrados de pastos marinos y cambiado su ecosistema.

Y luego llegó 2018, el año en que se rompieron todos los récords del sargazo: islas flotantes de la macroalga de hasta 2 mil 800 kilómetros cuadrados, según la Universidad del Sur de Florida, y millones de toneladas recolectadas en Quintana Roo.

De entonces, lamenta la experta, los esfuerzos se han centrado en control la macroalga, y no se ha investigado más sobre las consecuencias en el pasto marino.

Los pastizales marinos que han muerto, advierte la científica, han liberado el carbono azul almacenado durante cientos de años; han pasado de ser secuestradores a fuentes de emisión de dióxido de carbono: un gas de efecto invernadero que conduce al calentamiento global y a la acidificación de los océanos.

“Por eso a mí me da gusto esta nueva medida”, afirma Tussenbroek.

Las otras especies integradas a la NOM-059 como especies amenazadas son dos variantes del coral estrella montaña, que son animales con presencia masiva en el Caribe mexicano, las cuales han sido infectadas, junto con otras 20 especies de coral, por una rara enfermedad, aún sin cura, denominada síndrome blanco.

A decir de Anastazia Banaszak, representante de México ante la Red de Restauración del Sistema Arrecifal Mesoamericano (SAM), este mecanismo “es muy necesario, pero ha llegado muy lento”.

El síndrome blanco se detectó por primera vez en junio de 2018, y en seis meses había acabado con el 30 % de los corales de Quintana Roo.

Los cálculos más recientes indican que esta inédita enfermedad en el país no ha parado y se ha extendido por más arrecifes de la región.

LAS FALLAS DE LA NORMATIVA

La actualización de la NOM-059, enfatiza Banaszak, también investigadora en el Instituto de Ciencias del Mar, no solo ha llegado tarde, sino incompleta.

Y es que la convocatoria para solicitar una anexión de alguna especie a la NOM-059 cerró a principios de 2018. En ese entonces, el síndrome blanco aún no había sido detectado.

“Ahora ya nos pegó y van 22 especies afectadas, y solo dos de ellas están en la NOM. Y la NOM-059 se actualiza solo cada cinco años, entonces, mi preocupación es que el mecanismo es muy necesario pero lento”, dijo a Efe.

No obstante, el coral montaña podrá ser preservado de mejor manera, pues esta normativa la pone bajo resguardo ya no de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca), sino de la Semarnat, que a decir de la científica, “es más eficaz y eficiente” al otorgar permisos para realizar estudios.

Los corales montaña fungen como refugio para otras especies y son estructuradoras de colonias.

Los arrecifes son organismos de una importancia superlativa y aunque comprenden solo el 2 % de los sistemas marinos, albergan al 30 % de las especies marinas. “Son sistemas que ocupan poco espacio, pero concentran una alta biodiversidad”, concluye Nallely Hernández Palacios, directora regional de la Conanp.

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