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Alejandro Páez Varela

21/12/2020 - 12:08 am

Así me siento

Domingo. Me hubieran gustado muchas cosas, pero es lo que hay.

Pese a la arte, miles de capitalinos se dan cita en el Centro de la Ciudad de México. Foto: Graciela López, Cuartoscuro.

Domingo. Me hubiera gustado salir y encontrarme a todos con cubrebocas, pero no. Estamos en emergencia; en toda la Ciudad de México quedan 686 camas para atención general y 365 de terapia intensiva y en los puestos de comida se arremolina la gente por unos tacos de barbacoa (que supuestamente son para llevar) y por las quesadillas. En el Centro Histórico exactamente lo mismo. Miles y miles que decidieron retar al coronavirus. Miles y miles que por voluntad propia arriesgan su vida, la de sus hijos y sus padres, y de paso la de todos los demás. La emergencia implica cerrar negocios y dejar sin ingresos a cientos de miles. Eso no los contiene. No soy fan de la iglesia católica pero este día lanzó regaños: “parece que no entendemos”, dijo a través de su órgano oficial. No, no parece: es claro que no entendemos. Es domingo y miles le tientan las barbas al toro por un antojito o por juguetes para los niños. Esos niños, me digo, que agradecerían más tener unos padres sanos y unos abuelos vivos. Pero no se entiende.

Siento carraspera (seguro son las tostadas con chile que me comí hace rato) cuando le entro a varios frentes noticiosos del día. Primero, que Inglaterra decide aislar Londres y parte del sur por la nueva cepa mutada de SARS-CoV-2; es un bicho más contagioso que se extiende con gran velocidad y leo ahora que, en efecto, mientras varios países anuncian que prohiben cualquier viaje a Reino Unido, por mar y tierra, Italia aísla a una pareja portadora; es decir, el virus reforzado ya cruzó todo el viejo continente. El segundo frente es esto: a mediodía, un nuevo mensaje de las autoridades capitalinas: “EMERGENCIA COVID19 | Los hospitales están al límite. Regresamos a aislamiento total. Desde hoy sólo abren sectores indispensables. NO salgas, NO fiestas. Gob CDMX”.

El tercer frente es que en Estados Unidos empezaron a movilizarse millones de dosis de la vacuna de Moderna para iniciar una segunda oleada de vacunación este lunes. Y el cuarto frente enfría el tercero: Vivek Murthy, nominado por Joe Biden como director de salud pública, deja esto aquí y se retira lentamente: “Creo que es más realista asumir que será más hacia mediados de verano o principios de otoño [de 2021] cuando la vacuna llegue a la población en general”. Carajo.

También leo esto: que el proyecto de vacuna Soberana 2 del Instituto Finlay entró a la fase II de ensayos. Pero no es la única que tienen en desarrollo los cubanos. Están la Soberana 1, la Mambisa y la Abadala, las tres en fase I. Las tres podrían estar para antes del próximo verano, mientras nosotros esperamos a que algún laboratorio internacional nos rescate. “Soberana 02 ya está en el Draft de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este sitio es una referencia de información oficial sobre las vacunas contra la COVID-19 que están en ensayo clínico”, dijo el Instituto Finlay en su cuenta oficial de Twitter. Me alegro mucho, pero también me dan agruras.

El tracker de desarrollos de The New York Times registra que la Universidad Nacional Autónoma de México, nuestra máxima institución educativa, tiene en fase preclínica (antes de fase I) un proyecto de vacuna. Me da alegría y agruras por las vacunas cubanas porque México fue el epicentro de la anterior pandemia y no tenemos un instituto que haya sacado la casta más de una década después. Alegría por los cubanos, agrura porque hasta médicos les pedimos. Pareciera que pasó un huracán por México y devastó todo. No pareciera: pasó el peor huracán de todos: el de la corrupción. Y nos agarró mientras tratábamos de subirnos los calzones.

***

Domingo. Me hubieran gustado muchas cosas, pero es lo que hay. Tengo dolor de cabeza y me duelen los músculos pero quizás sea que no me atrevo a salir a caminar y porque he estado bebiendo café como loco. Cada tercer día me da COVID imaginario; ya saben ustedes. A todos nos pasa. Son muchos meses y el encierro lo pone a uno loco. Queda cuidarme, cuidarnos. Estar atento y no bajar la guardia. Es una proeza llegar hasta hoy sin haber enfermado, pero la hazaña no servirá absolutamente de nada si me enfermo ahora. De hecho, es más triste enfermar ahora, cuando ya existe una vacuna y en algún momento de los siguientes seis meses llegará. Mejor cuidarme, cuidarnos. Registro casos cercanos de amigos que han estado cuidándose y acaban de enfermar. Mi corazón con ellos. Lo que quiero decir es esto: aún sin tentarle las barbas al toro, el toro es toro y embiste, cuerna. Qué valentía o, mejor dicho, cuánta estupidez los que salen por unos tacos, por unas quesadillas con todo y niños. Pero esos niños agradecerían unos padres sanos, unos abuelos vivos. Me cae que sí.

En unos días es Navidad. Mi corazón con todos los que tengan poco que llevarse a la mesa. Mi corazón con todos, pero sofrito en mantequilla con miel para los que se las ven difíciles. Son tiempos difíciles. Recuperarnos requerirá de mucha solidaridad. ¿Saben cómo me siento? Como en medio de un sismo: se mueve la tierra, se mueve el edificio, se caen las cosas; nos vemos a los ojos, nos abrazamos, nos apretamos las manos y volteamos a ver a todas partes esperando que pare y no para. Así me siento. Pero luego parará de temblar; saldremos a la calle a hacer el recuento de los daños y a darnos la mano; a abrazarnos; a ofrecernos cucharas de corazón. Así me siento. Nomás no para de temblar. Sale polvo de las casas de a lado y rechina el suelo y no para de temblar. Ya que deje de temblar. Luego vendrán unos segundos de silencio absoluto y después, de golpe, la adrenalina por los demás; la prisa por saber de los demás; las ganas contarlos, uno por uno, como la gallina con sus pollitos; darles un dulce de anís que sepa a cielo; decirles que ya pasó el sismo y ahora toca abrazarnos.

Ya no siento carraspera ni dolor de cabeza ni de músculos ni nada. Era mi COVID de diario. Ya quiero que pare esto. En unos días es Navidad. Feliz Navidad. Cuídense. Estamos bien y ya falta poco. Así me siento: como si ya faltara muy poco. Les abrazo. Corazón sofrito en mantequilla con miel para todos.

Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

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