Orange is the new black: De la comedia negra a la denuncia social en las cárceles de EU

22/06/2016 - 12:05 am
Los conflictos raciales pondrán las cosas muy difíciles en la prisión. Foto: Facebo OITNB
Los conflictos raciales pondrán las cosas muy difíciles en la prisión. Foto: Facebo OITNB

El programa creado por Jenji Kohan pasa al siguiente nivel y abandona en cierto punto el humor negro para denunciar la discriminación racial, la tortura y la violencia en las cárceles. Menos naranja, más compromiso

Ciudad de México, 22 de junio (SinEmbargo).- En uno de esos flashback tendientes a contar cómo era la vida de las mujeres que hoy están presas en la cárcel de Litchfield, un hombre carga en el carrito de supermercado un rifle automático de grandes proporciones, mientras Suzanne Warren (impresionante Uzo Aduba) hace monerías desbordando simpatía como la empleada del mes.

Es sólo una escena rápida, pero que pesa en el contexto de una serie que ha llegado a su cuarta temporada en la poderosa cadena de televisión por streaming Netflix precedida por un discurso donde el humor negro servía para dar cuenta de una realidad poliédrica y compleja, trasladada a una prisión de mujeres donde lo absurdo reemplazaba a lo cuerdo, lo predecible.

Nadie le hace mucho caso a Joe Caputo. Genial Nick Sandow, en el papel de su vida. Foto: Netflix
Nadie le hace mucho caso a Joe Caputo. Genial Nick Sandow, en el papel de su vida. Foto: Netflix

Orange is the new black, sin embargo, siempre fue, como lo aclaró en innumerables ocasiones su creadora, Jenji Kohan, una especie de caballo de Troya a través del cual la visibilidad otorgada a la rubia de clase media que cometió “un error” impensado para su condición social y aspecto de anuncio publicitario, es sólo la crema de un pastel en cuyo interior se cuecen ingredientes menos amables.

En la cuarta temporada ya disponible en Netflix –con tres temporadas más aseguradas-, las cosas han pasado a un siguiente y tenebroso nivel, donde hasta la propia Taylor Schilling, quien encarna a Piper Chapman, reflejo de Piper Kerman, la mujer que en la vida real escribió el libro que da sustancia a la serie, prueba el sabor amargo de la desgracia, merced a una acción que le costará caro, muy caro.

Orange is the new black comenzó en 2013 y se hizo popular al ritmo de una transformación radical en la forma de ver televisión y de la cadena de streaming que estrenó el programa con más fe que datos científicamente irrefutables acerca de cómo iba a ser recibida por el público.

Ya no se podrá guardar la basura debajo de la alfombra en Litchfield. Foto: Facebook OITNB
Ya no se podrá guardar la basura debajo de la alfombra en Litchfield. Foto: Facebook OITNB

Hoy es un clásico de las nuevas generaciones y como tal los creadores del show parecen empeñados en decir cada vez más lo que piensan en torno a problemas graves de la sociedad estadounidense, como la compra libre de armas, la discriminación racial, el regreso de la supremacía aria como respuesta a un “país que se está volviendo latino”, la violencia dentro de las cárceles, la privatización del “negocio” de las prisiones y la tortura.

Esos son los temas que se desenvuelven a lo largo de los nuevos 13 capítulos, demostrando que el naranja, es efectivamente, el nuevo negro.

“No puedes ir a una cadena y venderles una serie sobre las fascinantes vidas de un montón de mujeres negras y latinas, viejas, criminales…pero si tomas a esta chica blanca, este pez fuera del agua, y la sigues, entonces puedes expandirte y contar el resto de relatos. La vecinita de al lado, la rubia cool, te da un punto de partida muy fácil con la que se puede identificar el target de ciertas cadenas”, había dicho Jenji Kohan para explicar qué era lo que se traía entre manos, sus cartas reales debajo de la manga.

Y si la tercera temporada se había caracterizado por los potentes y excéntricos personajes femeninos que dan sustancia y tanto éxito a Orange is the new Black, en esta nueva entrega hay hombres que asumen un protagonismo radical para que nos quede claro que estamos todos en el mismo barco.

Si el entrañable Joe Caputo (consagratorio personaje para un antes prácticamente desconocido Nick Sandow) iba a devolver la humanidad y la cordura a una cárcel que estaba patas para arriba, pronto se verá que los poderes que lo superan, un sistema social, político y económico cuyas ramificaciones traspasan las rejas y llegan incluso hasta su cama de soltero, lo vencerán con virtud de nocaut para dejarlo boqueando, inerme, en un rincón de la prisión.

La encarnación del sistema está en manos del nuevo guardián Desi Piscatella –a cargo del actor Brad William Henke-, quien en representación de gran parte de la sociedad que piensa que los criminales no merecen ninguna contemplación, trae la tortura y la impiedad frente a unas presas tomadas por sorpresa y que no alcanzan a ver el peligro a tiempo.

No vamos a espoilear porque no es lo nuestro, pero alguien muere. Alguien muy querido, además. Las cosas se han salido del control y en esta circunstancia trágica no podemos más que esperar con gran ansiedad la quinta temporada.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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