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Hilda García

22/10/2013 - 11:17 am

¿En dónde está nuestra dignidad?

Dignidad f. Cualidad de digno, que se comporta con decoro y se hace respetar. Seriedad de las personas en la manera de comportarse. En relaciones internacionales se dice que la diplomacia se basa en el sentido común y la comprensión. A la vez, que las diferencias y los debates que se dan entre los diversos […]

Dignidad

f. Cualidad de digno, que se comporta con decoro y se hace respetar.
Seriedad de las personas en la manera de comportarse.

En relaciones internacionales se dice que la diplomacia se basa en el sentido común y la comprensión. A la vez, que las diferencias y los debates que se dan entre los diversos gobiernos de cada país requieren de la aplicación de la inteligencia y buen tacto.

Así que bajo esas reglas del juego, está claro que es importante poder hacer reclamos, señalar las diferencias y tratar de corregir políticas. Sin embargo, parecería que a nuestro gobierno y a buena parte de nuestra sociedad se nos ha ido olvidando el sentido de la dignidad como país.

Desde junio de este año, cuando estalló el escándalo sobre la red de espionaje de Estados Unidos contra ciudadanos y gobiernos, denunciada por el ex analista de la CIA, Edward Snowden, el nombre de México ha aparecido en repetidas ocasiones y nuestra dignidad no ha echado mano de la inteligencia y el tacto requeridos en la diplomacia para reclamar el abuso perpetrado contra nuestro gobierno, nuestras industrias y nuestros ciudadanos.

En su momento, el gobierno mexicano dijo estar consciente del tema y que recurriría al diálogo directo con Washington. Pero no pasamos de las declaraciones y de pedir una “exhaustiva investigación”.

“El gobierno de México está consciente de los alegatos y presuntas filtraciones reportados por los medios. Se ha establecido comunicación con el gobierno de Estados Unidos de manera directa y con la seriedad que el tema merece”, indicó la cancillería mexicana.

De acuerdo con revelaciones hechas por el diario británico The Guardian, Estados Unidos vigila las comunicaciones de 38 embajadas y ha tenido información de industrias petroleras o de cuestiones políticas de países como México, Brasil y Francia, entre muchos otros.

Mientras que México ha protestado a través de comunicados y pidiendo investigaciones, la respuesta de Brasil fue totalmente diferente. Una vez que se supo de los casos de espionaje, la Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, canceló un viaje a Washington hace cinco semanas, y condenó el espionaje de la NSA en un discurso mordaz en la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Este domingo, la revista alemana Der Spiegel publicó que el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, había autorizado hackear el correo electrónico oficial de Felipe Calderón Hinojosa cuando aún era el primer mandatario. El objetivo, según dio a conocer la publicación, fue obtener información profunda de la política interna y del sistema político mexicano.

Al respecto, Calderón consideró que “más que personal, es un agravio a las instituciones del país, dado que se realizaron cuando ejercía el cargo de Presidente de la República”. Y estamos totalmente de acuerdo. No es un tema personal, es un agravio a nuestras instituciones. Y si la dignidad, de acuerdo con la definición del diccionario, es hacerse respetar, no es con una actitud sumisa que lo vamos a lograr.

Sobre todo que de acuerdo con las revelaciones que de a poco han ido filtrando los diversos medios internacionales, el tema del espionaje, como el narcotráfico y varios más seguirán dando elementos para que México haga reclamos formales.

Ya en el pasado, justo en octubre de hace dos años cuando Calderón era Presidente sus expresiones o reclamos no fueron tan enérgicos como el que hizo a través de su cuenta de Twitter. Se mostró timorato y hasta ingenuo en el tema específico de las operaciones “Rápido y furioso” o la de “Receptor abierto”.

Recordemos que Operación “Rápido y Furioso” fue el nombre con el que se llamó el plan de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (BAFT, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos, para vender armas a presuntos criminales y dejarlas pasar hacia México con el fin de rastrearlas e identificar a los responsables que venden armamento que luego va a parar a manos de narcotraficantes.

Esto ocurrió de octubre de 2009 a septiembre de 2010, tiempo en el cual se calcula que se traficaron de entre mil 500 a 2 mil 500 armas que ingresaron a territorio mexicano de forma ilegal, de las cuales 797 fueron recuperadas. Más allá de las posibles consecuencias de todo este operativo es que todo ocurrió sin que las autoridades norteamericanas informaran o alertaran al gobierno de México sobre la forma de proceder.

En octubre del 2011, cuando se reveló esta información y en Estados Unidos se pedían cuentas a los encargados de la seguridad en Estados Unidos, el diario The New York Times publicó íntegra y en español, la entrevista que le hizo a Calderón.

Al consultarle al mandatario mexicanos sobre la operación “Rápido y Furioso”, él contestó: “Yo no quiero caer en la trampa de todo lo que se hace para cuestionar a la administración Obama por “Rápido y Furioso” pues es una estrategia para neutralizar y debilitar a la agencia de armas y no para fortalecerla. Yo no me voy a prestar al juego de que, ahora que finalmente las agencias del gobierno de los Estados Unidos se están preocupando más por colaborar con nosotros para frenar el flujo de armas, yo me presté al juego de golpearlos desde acá”.

A insistencia del periodista sobre si no habría sido un insulto que no se le avisara del tema, el mismo Calderón respondió: “No, la verdad no me molesta. Pero yo entiendo que son problemas muy difíciles de manejar en política interna e insisto, si yo muerdo el anzuelo y me lanzo contra el presidente Obama en contra de la ATF pues lo único que hago es debilitar aliados que sé que son verdaderos y caer en una estrategia de quienes sé que son elementos muy dañinos para México, como son los vendedores de armas”.

Así tal cual fue la respuesta. Para él, un reclamo  de lo que agentes de la DEA hicieron en nuestro país podía debilitar a una agencia federal en Estados Unidos. Lo importante, una vez más, era la seguridad de los ciudadanos y, por ende, la dignidad de la nación como tal.

¿Y cuál es el problema si eso ocurriría? Eso es un tema que dentro de la seguridad de una nación como México no debería ser la preocupación de Calderón. En su momento lo importante era dejar clara la molestia por el trasiego de armas que en vez de que los agentes de la DEA pudieran seguir a quienes las compraran, sirvieron para que se pudieran armar los carteles de la droga que provocaron la muerte de unas 80 mil personas durante su misma administración. Además de que uno de los operativos ya había fallado en el pasado y habían replicado la misma estrategia fallida.

Obama se concretó a decir en una entrevista a la cadena televisiva ABC que los responsables del operativo “Rápido y Furioso”, demostraron “mal juicio” al permitir el flujo ilegal de armas a México entre 2009 y 2010, por lo que “rendirán cuentas”. “La gente que metió la pata rendirá cuentas”, declaró.

En palabras del actual Embajador de México en Estados Unidos, la cooperación entre ambas naciones contra el narcotráfico ha mejorado en el marco de la iniciativa Mérida. Pero si eso es así y queda en el marco de las declaraciones que nos expliquen en Estados Unidos las razones de mantener en secreto una operación (o varias) del calibre de “Rápido y Furioso” o de proyectar varias películas donde los mexicanos pasamos de ser el flojo dormido bajo el nopal y cubierto por un gran sombrero, a puros traficantes de drogas.

Y tampoco hemos tenido reclamos formales sobre el tema a pesar de que en una presentación en el Club Nacional de Prensa en Washington, el mismo Embajador, Eduardo Medina Mora, acusó a Hollywood de distorsionar la imagen de México afirmando que los estereotipos de “jardineros y narcotraficantes” omiten las contribuciones de los mexicanos en Estados Unidos.

En Hollywood, “los personajes mexicanos son con frecuencia narcotraficantes y jardineros. Los mexicanos en la pantalla grande suelen describirse, en el mejor de los casos, como pobres e iletrados, y corruptos y violentos, en el peor de los casos”, se quejó Medina Mora.

Pero de la queja no pasamos y este verano, por ejemplo, se proyectaron películas como Two Guns, We are the Millers y Depicable me 2 (Mi villano favorito 2) entre otras más en las que todo el tema es el mexicano malo. Ninguna de las películas toca el tema con seriedad. Son películas palomeras con las que los jóvenes y adultos de Estados Unidos (y del mismo México) se divierten. Sin embargo, pocos se quejaron sobre la identidad de los malosos.

No es una cuestión para desgarrar vestiduras. Sin embargo, sí creo en que hay mensajes a la más pura esencia macartista que se cuelan en la mente de las audiencias que toman como ciertos los valores o estereotipos de las películas.

Sólo como recordatorio, el malo de Mi villano favorito carga con la bandera mexicana como tatuaje y presenta la imagen de un individuo gordo, con bigotes, achaparrado. Ese personaje es un mexicano, “el macho” que se roba una sustancia que afecta a quienes la consumen. Al final, Gru, quien de ser malo pasó a ser un hombre bueno que recapacita y se convierte en padre de tres niñas es quien termina venciendo al macho a balazos.

¿Suena exagerado? No lo creo. Mientras los estadounidenses mantienen un debate totalmente racista sobre el tema migratorio y se debate la idea de la legalización de las drogas, una película que pareciera totalmente inofensiva, termina siendo una herencia del Macartismo en la que pasaron de los malos soviéticos a los malos mexicanos.

Una vez más no hay un reclamo inteligente. Una protesta que marque nuestra dignidad como mexicanos. Y si bien no lo hubo por parte del gobierno, de asustar es aún más que nosotros mismos, como mexicanos, en su mayoría, ya ni nos cuestionamos el punto y sólo disfrutamos de la película.

En una época en la que muchos se sienten pesimistas porque no se ven soluciones claras cuando tenemos pendientes los debates sobre la educación, la energía, la legalización o no de la mariguana, el tema de la seguridad, los medios de comunicación, las condiciones migratorias de los grupos centro y sudamericanos que llegan a México y también de los mexicanos que cruzan la frontera y hasta sobre el fracaso de la selección mexicana de futbol es importante partir de sentirnos orgullosos de lo que hemos sido, somos y podemos seguir siendo.

Sin embargo, para poder romper con el pesimismo y recuperar el orgullo nacional, tenemos que sentirnos dignos y hacernos respetar en cada uno de esos debates.

¿Cómo podemos armar una política de impacto nacional e internacional sobre petróleo o sobre cuestiones de legalización de la mariguana cuando dejamos que nos espíen, no nos notifiquen de operativos que pueden y tuvieron consecuencias para la seguridad nacional o simplemente nos vean como los malos del cuento sin hacernos respetar?

¿Dónde quedó la dignidad?

Hilda García
Estudio Periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México, obtuvo el grado de Maestría en la Univ. de Miami con el tema de los “Weblogs y la mediamorfosis periodística”.

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