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Julieta Cardona

22/12/2019 - 12:02 am

Voy a convertirme en otra cosa

“Desobedecer para desbaratar la duda. La ansiedad. Las tentaciones. Las señales. La lealtad a joderlo todo”.

El Ave Fénix. Foto: Imagen tomada de video

Tengo una pulsión indescifrable por prenderme fuego y luego tirarme de un rascacielos. Vivo –con los ojos bien abiertos– una adicción a la muerte de las cosas (todas) y el renacer y conversión de otras. Es más: ese cuerpo en caída libre soy yo. Y sucede el movimiento. Las matemáticas se vuelven destino. La velocidad, destrucción. La materia, otra cosa.

Sigue pasando algo. Algo grande. Ese cuerpo que me lleva adentro se transforma en fénix. Al mismo tiempo sucede que las desalineaciones planetarias, amores destartalados y guerras anunciadas y perdidas en el fondo del océano se vuelven pasado. Que lo que eran historias palpitantes se vuelven plegarias retorcidas. Sensaciones lejanas. Heridas embalsamadas. Pasado.

Entonces la vida y los elementos de mi agua se expanden bajo la luna flaca. Porque colisiono con la tierra. Porque vengo de la tierra.

La pulsión de la que hablo proviene de desobedecer para sentirlo todo. Cosa que digo para obligarme a pensar que las metidas de pata han valido tantita pena. También me digo que hay que desobedecer para ver los caminos. Para sufrir la resistencia y las posibilidades muertas. Para entender de qué están hechos los muros, el núcleo de las rocas y la presencia de las cosas que acompañan. Para probar la sangre. Las secuelas. Las fantasías. Los deseos (todos). La verdad. El dolor. Las esquinas de la vida.

Desobedecer para desbaratar la duda. La ansiedad. Las tentaciones. Las señales. La lealtad a joderlo todo. Desobedecer por miedo. Esperanza. Falsa intuición. Ego. Desobedecer para que se enojen los árboles. Las raíces. La Madre Tierra. Y para aceptar su reprimenda y su enseñanza. Para tomar su perdón y también su guía. Para aprender a comunicarnos desde el agradecimiento y el amor. Para hacerlo con cuidado. Para hacerlo bien.

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