Madres de delincuentes, dejen de mirar para otro lado: Sara Sefchovich

23/02/2015 - 12:04 am
Es posible otro país y el cambio debe hacerse de abajo para arriba, dice la experta. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Es posible otro país y el cambio debe hacerse de abajo para arriba, dice la experta. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

Ciudad de México, 23 de febrero (SinEmbargo).- Decir que México vive uno de los momentos más difíciles de su historia contemporánea, al punto de que muchos analistas comienzan a hablar de un país en absoluta descomposición, es casi una verdad de Perogrullo.

Citar la catástrofe mientras siguen sin aparecer los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero o mientras en la puerta de un hospital infantil explota un tanque de gas evidenciando la falta absoluta de medidas de seguridad acordes con la relevancia de un establecimiento semejante, puede constituirse en una molesta obviedad.

Ahora bien, en este estado de las cosas, se agolpan los diagnósticos certeros. Mucha gente, entre ellas muchos intelectuales y encumbrados analistas políticos, parece haber dado con las causas y razones que han puesto a México al borde del abismo.

Sin embargo, es cuando llega el momento de las recetas donde las opiniones hacen agua y sobreviene un silencio demoledor, como si a las palabras se las hubiera llevado el vértigo de la sangre, el huracán devastador de tantos crímenes que quedan impunes, la inercia propia de una corrupción tan arraigada como inverosímil.

Por eso es que el reciente libro de la conocida socióloga, escritora y columnista Sara Sefchovich, Atrévete: Propuesta hereje contra la violencia en México, recientemente editado por Aguilar, funciona como un bálsamo en medio de las miles de oraciones sin sentido con la que en vano se intenta a menudo dar con las claves que indiquen la puerta de salida del infierno reinante.

Inspirada por el filósofo eslavo Slavoj Zizek cuando dice aquello de que “necesitamos una herejía para sobrevivir”, la también historiadora y autora de libros como La suerte de la consorte, País de mentiras y ¿Son mejores las mujeres?, así como de las novelas Demasiado amor, La señora de los sueños y Vivir la vida, arriesga una respuesta para México, una que se puede poner en práctica ya mismo.

Niega Sara Sefchovich que México esté al borde de la disolución. Saldrá de esta, asegura. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Niega Sara Sefchovich que México esté al borde de la disolución. Saldrá de esta, asegura. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

Se trata de provocar cambios sustanciales en la vida cotidiana y desde el propio tejido social, al que la pensadora no ve de ningún modo destruido, privilegiando sobre todo la función de la mujer, en busca de “construir una nueva madre”, una que no haga la vista gorda frente a los crímenes de sus hijos y por el contrario apele a la palabra sincera y valiente para cambiar el rumbo de aquellos a los que ha traído al mundo.

¿Utópica? ¿Soñadora? ¿Práctica? Por lo pronto, la entrevista que sigue a Sara Sefchovich es muestra clara de, como reza el lugar común, un sentido que no resulta habitual en nuestra experiencia vital: el sentido común. Allá vamos.

–Es raro que los intelectuales en México tengan propuestas, más bien son buenos en el diagnóstico…

–Sí, aunque a decir verdad hay algunas propuestas pero todas resultan imposibles o concretables al largo plazo. Por ejemplo, dicen: “el camino es terminar con la corrupción”. Pues sí. Todos sabemos que ese es el camino, lo que no sabemos es cómo lograrlo. Otras de las cosas que dicen: “Hay que mejorar la educación, dar mayores oportunidades de empleo”, pero aun empezando con eso ahorita, necesitamos por lo menos dos generaciones para comenzar a ver los resultados. El país no está para esperar 20 años. Partiendo de una idea que no inventé sino que la aprendí de los padres de las víctimas, en el sentido de que la sociedad desde abajo puede cambiar las cosas y pensando en eso que los sociólogos llaman la teoría de la acción individual, donde parece que si dices no a algo parece una gota tirada al mar, no es cierto, una acción colectiva transforma la circunstancia para bien o para mal. Pienso en las Madres de Plaza de Mayo en Argentina, Las Madres de la Reconciliación en Sudáfrica, las Madres de Israel y Palestina, las Madres de las Muertas de Juárez, etcétera, nadie daba un centavo por ellas. Decían, ¿qué van a lograr estas pobres mujeres paradas en una plaza? Sin embargo, es increíble lo que han logrado, entre otras cosas generar una gran conciencia nacional e internacional. Esa gota, ese poquito a poquito, que se va haciendo grande, puede funcionar. Sobre todo si se lo compara con el fracaso de las estrategias elegidas, consistentes en dejar todo en la responsabilidad del gobierno para solucionar las cosas, en un esquema desde arriba, sea con violencia, sea dando dinero para que abran un campo deportivo, sea generando nuevas leyes… La verdad es que nada de eso ha funcionado.

–Hablas de construir una nueva madre y pensé inmediatamente en el caso de Norma Andrade, la fundadora de Nuestras hijas de regreso a casa, a quien la vida la obligó a construirse enteramente como una nueva madre y una nueva persona…

–Y de paso cambiarnos a todos con su experiencia. Eso es a lo que voy. Esas construcciones reformulan a la persona en lo individual y al mismo tiempo nos reformulan a todos los que estamos alrededor al darnos cuenta de que es posible la transformación, de que es posible ser mejor, ser otra persona. En el caso de los padres de las víctimas tuvieron que pagar un precio muy caro para cambiar, porque tuvieron que perder seres queridos…en este caso, con este libro, me dirijo directamente a las madres de los delincuentes para decirles que tienen muchos beneficios con el robo de sus hijos. No me refiero solo al narco, sino también al chico que roba la bolsa en una esquina de la colonia. La madre se beneficia, obviamente, por eso se voltea y hace como que no ve. Le digo a esa madre: -Empieza a pensar que tú puedes estar en el lugar de la madre de la víctima en cualquier momento. Qué harás cuando a tu hijo lo torturen, lo maten, lo despedacen. Lo que he visto en este país y podemos hablar de estadísticas es que hay un 75 %  de familias en donde existe el afecto entre la madre y el hijo. Por supuesto que hay familias enfermas, pero no me refiero a ellas. Estamos apelando a esos padres que quieren a sus hijos y a los que no les gustaría verlos torturados o asesinados a cambio de una pulsera o de una cartera con un poco de dinero. Es un beneficio que en el momento es muy agradecido, pero que a largo plazo resulta mal.

Con más de 30 años de vida intelectual, la autora presenta su nuevo libro, una propuesta para la transformación de México. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Con más de 30 años de vida intelectual, la autora presenta su nuevo libro, una propuesta para la transformación de México. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

–En México parece haber una falta de empatía. Duele poco el drama ajeno o al menos así parece…

–Lo digo en uno de los capítulos al describir esa situación en la que de pronto parece que no pasa nada, la vida sigue, cualquiera hace su fiesta de bautizo y se va a la playa como si no pasara nada. Por un lado entiendes que el ser humano tenga que ser así para poder vivir. De otro modo no podrías salir de tu casa. Tengo una novela, Vivir la vida, que escribí hace muchos años y que resultó profética, donde la persona sale a la puerta de su casa sin tener idea de lo que le va a pasar ni hacia donde va a ir y al final le pasa de todo. Pero la falta de empatía se ha generado por el hecho de que mucha gente se está beneficiando de la delincuencia. Tenemos que llegar al punto de poder decir: ¿Sabes?, no me importa que te robes una cartera, pero no tienes por qué ser tan cruel con la víctima.

–Voy a insistir en este punto. ¿No crees que tantos años de injusticia han generado este resentimiento en los más jodidos?

–No, esa no me la creo. La del tejido social destruido no me la creo. Porque si eso fuera así, México no estaría en pie. Lo que a México no lo ha detenido y pongo ejemplos desde el siglo XIX para acá, es precisamente el tejido social. Eso se manifiesta cuando hay un terremoto y sale todo el país a ayudar o cuando una madre deja a su niño para ir a trabajar y siempre hay una vecina para cuidarlo. En este país las abuelas crían a los nietos para que las madres puedan salir a trabajar. Entonces, hay un tejido social que funciona porque cumple con las cosas que el gobierno no te proporciona, como por ejemplo, una buena guardería donde dejar a tus chicos. Por eso estamos apelando al tejido social, puesto que al delincuente no le importa lo que pensemos tú, yo o la novia, pero sí le va a importar lo que piense o diga su madre o su abuela. Y por supuesto que hay que seguir exigiéndole al gobierno que cumpla con su función, pero no como lo ha venido haciendo. Basta de gastarnos millones de pesos, de crear instituciones diferentes, de hacer grandes promesas de campaña, de decretar leyes…son importantes las leyes y las infraestructuras, pero antes de eso hay que propiciar que un ciudadano pueda vivir una vida digna. Que la madre que se va a trabajar no amarre a su hijo a la pata de la mesa porque no tiene con quién dejarlo, que el padre que decide tener una familia no tenga que viajar cinco horas de ida y cinco de vuelta para ir al trabajo y termine así por abandonar a los suyos; que haya luz en las calles, que alguien recoja la basura. Cuando la vida de los mexicanos sea más digna, va a cambiar la situación del país. Y eso no requiere grandes esfuerzos económicos, no requiere esperar años, se puede empezar hoy. Si en vez de exigirles licenciaturas en pedagogía a tres niñas que quieren abrir una guardería, se abre una guardería para que la dirija una de las vecinas de la colonia que se haga cargo de proteger a los niños, de darles de comer, de dirigirles una actividad, con ello estás generando tejido social. Estás resolviendo un problema sin tener que hacerlo a la mexicana, sin tener que hacerlo todo a lo grandotote primero y luego dejarlo en el olvido.

–No me queda claro que siempre la mujer en la política sea la solución

–Estoy de acuerdo contigo, pero soy feminista y más allá de lo que me gustaría como feminista, me ciño a la realidad de un país donde más del 70 % de la población depende de la familia para resolver todos sus problemas inmediatos, la madre es el centro de la vida familiar y tiene un peso fundamental en el transcurrir cotidiano de los mexicanos. Aprovechando eso, es que les digo a esas madres que aporten su pequeño grano de arena para transformar las cosas, para parar esto, de abajo para arriba, desde tu lugar tradicional, sin necesidad de partidos políticos, organizaciones, cursos especializados de nada. Porque así se generó la delincuencia, entonces así hay que terminar con ella.

Sé la madre que siempre eres, pero deja de voltear para otro lado y de fingir que no ves, clama la autora de Atrévete. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Sé la madre que siempre eres, pero deja de voltear para otro lado y de fingir que no ves, clama la autora de Atrévete. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

–Citando a Hannah Arendt hablas también del poder de la palabra. Crees que hablando se entiende la gente y puede así transformar las cosas

–Absolutamente. Sé que es muy difícil. He estudiado mucho teoría del discurso y esas personas que se paran en su posición y es muy difícil que cambien de parecer, pero eso depende de qué tipo de cambios les estás proponiendo. El tipo de cambio aquí es muy sencillo: – Sé la madre que siempre eres, pero deja de voltear para otro lado y de fingir que no ves. Que sepas que si finges que no ves, te conviertes en cómplice del delito. Que sepas el riesgo que corres al ser cómplice de perder o de lastimar al ser que amas. Es muy elemental.

–¿En qué contexto de tu vida profesional surgió este libro?

–Toda mi vida he trabajado para tratar de entender lo que es México y desde todas las perspectivas posibles…

–Sí, ahí está el libro País de mentiras

–Las esposas de los presidentes y el papel de la mujer en la historia de México…esas son mis preocupaciones. Lo que pasa es que cuando empecé a hacer mis libros, hace 30 años, era un México que yo festejaba en ciertas cosas y criticaba en otras. Conforme ha pasado el tiempo, en efecto ha crecido la democracia, en efecto han mejorado muchas cosas, en efecto mucha gente ha salido de la pobreza más brutal, eso lo tengo que reconocer, pero a cambio de eso hemos encontrado otras cosas que no funcionan. Entonces, en ese contexto y en el contexto de ver los cambios en el país, en el contexto de ver lo que pasa con la violencia y con las víctimas y de pensar en una novela que escribí hace 25 años en donde todo México funciona de otra manera, es que te vas dando cuenta de esos cambios y te surge la necesidad de seguir documentándolos.

–¿Crees que somos una sociedad cómplice?

–Sí, porque hay muchos que se benefician con el delito. No se trata de culpar a nadie, sino de replantearnos si ha valido la pena. Si ese beneficio, dado como está el país, tuvo sentido.

 

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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