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Rubén Martín

23/09/2018 - 12:00 am

Tráileres y narco-Estado en Jalisco   

Las evocaciones que produce un tráiler con 273 cadáveres estacionado o transitando por tres municipios de la zona metropolitana de Guadalajara son tan potentes que sin duda se convertirán en un sigo de los tiempos de guerra y barbarie que vivimos en Jalisco y todo el país.

Es cierto que hay negligencia e incompetencia oficial. Foto: Cuartoscuro.

Las evocaciones que produce un tráiler con 273 cadáveres estacionado o transitando por tres municipios de la zona metropolitana de Guadalajara son tan potentes que sin duda se convertirán en un sigo de los tiempos de guerra y barbarie que vivimos en Jalisco y todo el país.

Con sus proporciones guardadas, es un mazaso a la conciencia de los mexicanos, como lo fue la atrocidad de la desaparición masiva de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, el 26 de septiembre de 2014. ¿Es verdad que desaparecieron un solo hecho a 43 estudiantes? No lo creíamos, pero ocurrió. Ahora nos preguntamos, ¿es cierto que hay un tráiler con cámara refrigerante paseando cientos de cuerpos porque ya caben en la morgue de Jalisco? Es cierto, ocurre. La guerra en Jalisco va produciendo tantos muertos y desaparecidos, que la morgue estatal se colapsó, al grado de empezar a depositar, indignamente, cuerpos en los pasillos del Servicio Médico Forense y en tráileres contratados para depositarlos.

Pero no sólo es la escala de la guerra la que llevó a este hecho absurdo de depositar cuerpos en cámaras de tráileres. Este hecho es aún más escandaloso porque comprueba la grave indolencia y negligencia oficial en el trato de cuerpos y procuración de justicia. Hace años las autoridades del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF) habían advertido de la necesidad de más recursos para hacer sus labores periciales, autopsias y manejo de los cuerpos.

El tráiler con cuerpos errantes desnuda de cuerpo entero a las autoridades: no hacen un resguardo legal y digno de los cuerpos no identificados, no buscan a los desaparecidos, no investigan a los asesinados violentamente.

Y al mantener el estado de cosas en la impunidad, justo hacen lo contrario. Dejan que sigan las desapariciones, las masacres y asesinatos violentos, las fosas, y los centros de exterminio.

Era cuestión de tiempo que estallara una crisis política como la que se tiene ahora en Jalisco, ya fuera por el manejo ilegal e indigno de cuerpos en tráileres, o por los tres estudiantes de cine desaparecidos en marzo pasado. En esencia, estos casos son el síntoma, no la causa o enfermedad que tiene Jalisco en este periodo histórico.

Es cierto que hay negligencia e incompetencia oficial, no de ahora sino hace años. Por ejemplo, el anterior gobernador panista Emilio González Márquez mando al archivo muerto de la entonces procuraduría 20,000 expedientes de homicidios y desapariciones. Burocráticamente intentó que las consecuencias de la guerra que ya se sentían en Jalisco, desaparecieran, como si pretendiera ocultar esas evidencias en una fosa.

El actual gobernador priista Aristóteles Sandoval Díaz, cambió el discurso, pero se siguió subestimando el tamaño de la guerra, o administrándola sin resolverla. Ahora que le estalla la crisis por el escándalo internacional que provocó las imágenes con los cuerpos errantes, se apresuró a despedir a dos funcionarios (el director del IJCF y al fiscal del estado), sin asumir autocríticamente la responsabilidad ante tamaña negligencia. Dijo que él no estaba enterado de que el tráiler se movería de la morgue estatal a otras dependencias.

Pero la pregunta de fondo no es quién es el responsable de ordenar que un tráiler con cuerpos no identificados se mueva por la zona metropolitana de Guadalajara, sino por qué hay tantos asesinados, desaparecidos y cuerpos encontrados en fosas que rebosan y rebasan la capacidad de la morgue estatal. La pregunta es porqué hay tanta violencia que produce tantas muertes y desapariciones.

Y el intento de responder a esa pregunta nos lleva a preguntarnos por qué existe esta guerra y por qué en Jalisco. La respuesta inmediata oficial es que existe un enfrentamiento entre cárteles antagónicos. Desde hace meses las autoridades manejan la versión de que el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) está atravesando una división con el intento de establecer otra organización, el Cartel Nueva Plaza (CNP) y que ello genera toda esta confrontación, con sus saldos de sangre y muerte.

Con esta explicación las autoridades, se lavan las manos, justifican su falta de resultados, y en realidad, administran la guerra. A la vez, tratan de legitimarse y sostener la narrativa de que la violencia es generada solo por los cárteles dedicados a los negocios ilegales y sus bandas armadas.

Con esta explicación-justificación se elude responder por qué Jalisco está ahora en el peor pico de la guerra y por qué este estado ha sido un territorio privilegiado para el asentamiento, manejo y desarrollo de los principales cárteles y corporaciones del narcotráfico y de los negocios del capitalismo ilegal.

Como se sabe, Jalisco junto con Sinaloa, fueron los territorios iniciales de estos grandes negocios. En este estado se conformó la primera coordinación nacional de los grupos dedicados al tráfico de drogas con el Cártel de Guadalajara encabezado por Miguel Ángel Félix Gallardo, a comienzos de la década de 1980.

Desde una década anterior, el estado de Jalisco, y por tanto sus autoridades, han sido claves para el desarrollo de los negocios ilegales del narcotráfico. En algún tiempo Guadalajara fue, incluso, el santuario de la familias de los clanes del narco. Pero este territorio no fue solo el domicilio de las familias de los grandes narcotraficantes; a la vez se ha sido gran centro de producción, distribución y logística de mercancía y blanqueo de capitales.

Tras el asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena, en febrero de 1985, el gobierno mexicano se vio presionado por el gobierno de Estados Unidos a perseguir a jefes de la droga que se movían con absoluta impunidad por Guadalajara. De ese modo se detuvo a Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca y posteriormente a Miguel Ángel Gallardo Félix. El desmantelamiento del cártel de Guadalajara pasó la hegemonía del narco a Sinaloa, Tijuana y Ciudad Juárez. Los grupos de Jalisco se aliaron a los de Sinaloa prácticamente hasta la primera década de este siglo. Fue el momento del capo, Ignacio Coronel, abatido en Zapopan en julio de 2010, dando paso a un periodo turbulento de enfrentamiento entre el cartel de Sinaloa y los Zetas. Poco después emerge el CJNG que, según la Procuraduría General de la República (PGR) y la DEA, es el principal cártel del narcotráfico y otros negocios ilegales de todo México.

Según la información oficial, el CJNG opera y controla la mayoría de los estados del país y tiene negocios en varios países del mundo. En términos empresariales, el CJNG sería la corporación líder en su rama económica. Y Jalisco es su sede. Dicho de otro modo, Jalisco es la sede del mayor corporativo del narcotráfico mundial.

¿Qué consecuencias políticas tiene un hecho de tal envergadura? Pues que una buena parte de las autoridades electas por el voto popular, en realidad son puestas o responden a estos grandes intereses económicos de los negocios del capitalismo ilegal, y consienten y asumen sus consecuencias en términos de la violencia (asesinatos, desapariciones, fosas) que este negocio deja a su paso.

El CJNG es como el Walmart del crimen organizado, y su sede es Jalisco. El peso económico, pero también político y su capacidad de producir violencia, lo vuelven intocable en la entidad.

Por eso no ha sido detenido Nemesio Oseguera Cervantes, el CEO de esta corporación trasnacional, por eso familiares y allegados han sido liberados luego de ser detenidos. Hay un entrelazamiento entre el poder político y los impresionantes volúmenes de capital que manejan estos negocios del capitalismo ilegal.

Este entramado de intereses de las corporaciones de los negocios ilegales y la asociación con servidores públicos que los protegen o que forman parte de esas estructuras crean el ente que podemos llamar narco-Estado.

Es decir, una estructura política y de gobierno en donde los grandes intereses económicos del capitalismo ilegal son tan poderosos que penetran a influyen en las decisiones de los gobernantes. Y estos, a su vez, protegen estos negocios y a sus directivos. Esto es el narco-Estado. Esto es Jalisco ahora.

El paseo de cuerpos errantes en tráileres con cajas refrigeradoras es un episodio en toda la historia de la conformación del narco-Estado y de los grandes negocios del capitalismo ilegal que operan en Jalisco.

Rubén Martín
Periodista desde 1991. Fundador del diario Siglo 21 de Guadalajara y colaborador de media docena de diarios locales y nacionales. Su columna Antipolítica se publica en el diario El Informador. Conduce el programa Cosa Pública 2.0 en Radio Universidad de Guadalajara. Es doctor en Ciencias Sociales. Twitter: @rmartinmar Correo: [email protected]

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