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Antonio Salgado Borge

23/11/2018 - 12:03 am

¿Ultraderecha mexicana?

¿Qué tienen en común el “marxismo cultural”, la “ideología de género”, la idea de que el millonario George Soros financia la “caravana migrante” o la creencia de que el cambio climático es una farsa?

¿Qué tienen en común el “marxismo cultural”, la “ideología de género”, la idea de que el millonario George Soros financia la “caravana migrante”? Foto: Cuartoscuro

¿Qué tienen en común el “marxismo cultural”, la “ideología de género”, la idea de que el millonario George Soros financia la “caravana migrante” o la creencia de que el cambio climático es una farsa? “Nada”. Pero ello no significa que estas teorías no tengan algo en común, sino que lo que tienen en común es la ausencia de referente. Es decir, que no hay estados de cosas en el mundo que correspondan a lo que estas teorías de conspiración dicen. Por ende, ninguna se refiere a algo.

La proliferación de estas y otras teorías de conspiración alrededor del mundo es un hecho plenamente documentado[1]. México no es la excepción. En los últimos meses en nuestro país ha sido notable la aparición de expresiones de esta naturaleza en comentarios a noticias o en foros de discusión sobre asuntos nacionales.

Uno podría pensar que la aparición de un puñado de radicales compartiendo contenidos notoriamente falsos es, finalmente, un asunto menor o irrelevante. Y, en un sentido, lo es. Por ejemplo, la expresión “marxismo cultural” ya es asociada con un grupo de personas que notoriamente comparten contenidos chatarra y, por ende, es complicado pensar que su repetición pueda tener gran relevancia. Además, muy probable que muchas de las personas que suscriben estas teorías lo hacen de buena fe o sin conocer su origen.

Siguiendo con nuestro ejemplo, la combinación de buena fe e ignorancia explicaría que un puñado de individuos a alertar sobre la existencia del “marxismo cultural” sin haber leído algunos de los distintos textos fundacionales del marxismo, sin conocer las versiones de éste o sin saber exactamente qué implica el predicado “cultural”. Si embargo, lo verdaderamente preocupante no es la existencia de un reducido grupo de fieles reproductores de falsedades, sino los lo que ocurre tras bambalinas; esto es, la presencia de la estructura que ha permitido que algunas personas adopten y crean mentiras disparatadas.

De acuerdo con Samuel Moyn, profesor de historia en la Universidad de Yale, el término “marxismo cultural”, que se ha ido diseminando a través de las alcantarillas globales del odio, hizo su primera aparición en 2014 en una novela de William S. Lind, un autor paleoconservador estadounidense. En un reciente artículo publicado en The New York Times, Moyn explica el contexto en que aparece este término: “Los caballeros usando cruces de cruzados y cantando himnos cristianos brutalmente masacran a la facultad políticamente correcta de Dartmouth College”. La novela describe la escena así: “En menos de cinco minutos de gritos, chillidos y aullidos todo se había terminado. El piso estaba bien integrado con los intestinos del marxismo cultural”[2].

El libro de Lind forma pertenece a una estructura de propaganda de extrema derecha que se ha venido construyendo en los últimos años y que ha cobrado especial fuerza desde que Donald Trump llegó a la presidencia de Estados Unidos. En los niveles más superficiales, esta estructura tiene como nodos a bloggers o youtubers convertido en celebridades reproduciendo discursos, normalmente basados en pseudociencia o en argumentos falaces, que van desde lo rayano en lo aceptable hasta lo francamente inaceptable por discriminatorio. Si bien los temas son variados, el común denominador es el repudio al reconocimiento pleno a la igualdad de derechos.

También pertenecen a este nivel portales, textos o novelas dedicados a crear y difundir teorías de conspiración. Ejemplo de los primeros es Infowars, sitio que lo mismo ha difundido que las ranas se están volviendo homosexuales por químicos en el agua que “avisado” de rituales satánicos en una pizzería supuestamente con la anuencia de Hilary Clinton[3]. La difusión de teorías de conspiración no es casualidad. Para ver por qué, vale la pena considerar aquí lo comentado por Jason Stanley, profesor de filosofía en la Universidad de Yale y uno de los principales expertos fascismo en el mundo: el fascismo busca siempre la destrucción de la noción de verdad y desprestigiar al círculo de intelectuales o científicos que la defienden. Las teorías de conspiración forman parte clave en este proceso[4].

Finalmente, otros vehículos en que viaja la ideología ultraderechista son los memes. Por ejemplo, circula un meme donde aparece Darth Vader diciendo “Luke, soy tu padre… o tu madre. Como prefieras. No quiero imponerte estereotipos heteronormativos, patriarcales o represores”. Comentarios de esta naturaleza, disfrazados de ironía antifeminista y anti LGBTI+ pueden parecer bromas “inocentes” para algunas personas, pero son parte fundamental de la estrategia ultraderechista. De acuerdo con la doctora Alice Marwick, autora de un informe del Data & Society Institute, la ironía, de la que forman parte los memes, es un elemento fundamental en la difusión de conceptos de derecha extrema. Para Marwick, “la ironía tiene una función estratégica pues permite a la gente suscribir ideas de extrema derechas y al mismo tiempo distanciarse de ellas…permite empujar barreras en público y luego retroceder en caso de encontrar resistencia[5]”. Quien comparte el meme de Darth Vader puede atacar sin argumentos o burlarse de feministas sin aceptarlo. Si se les pregunta, probablemente dirán que es sólo “una broma”. Y los más desinformados o cognitivamente más débiles lo dirán sinceramente.

Hemos visto que bloggers, foros de discusión, plataformas conspiracioncitas y memes forman parte de un nivel superficial o inmediato y sirven todos para legitimar la búsqueda de un mundo en que los hombres, las personas consideradas blancas, o los heterosexuales vuelvan a gozar de todos los privilegios. Desde luego, si alguien protesta por esta visión retrógrada, entonces esa persona se “ofende con facilidad” o es víctima de lo “políticamente correcto”, un discurso particularmente atractivo para los hombres más jóvenes. Lo importante aquí es el resentimiento: no es casualidad que la extrema derecha esté mayoritariamente poblada por hombres o que tenga sus principales campos de reclutamientos en grupos de hombres molestos, como los llamados “incel”; hombres frustrados o molestos que se definen como personas incapaces de encontrar compañeras sexuales o sentimentales.

Sin embargo, el nivel superficial que hemos revisado está irremediablemente empalmado con un nivel subterráneo. Y es que los contenidos generados y difundidos en el primer nivel son normalmente suscritos adicionalmente por grupos más radicales, como neonazis, neofascistas, o supremacistas blancos. Esto no es todo. La sola existencia del primer nivel es un aliciente para que la presencia del segundo nivel empiece a normalizarse y deje de verse como una aberración intolerable. Recientemente, un estudiante de posgrado sueco se infiltró en algunos de estos grupos radicales y entrevistó y grabó testimonios de sus líderes. Esta investigación, replicada por periódicos de la talla de The New York Times [6]o The Guardian.

El impresionante reporte incluye recuentos de eventos donde se hablaba de exterminar judíos, de la superioridad aria.  Más importante aún, el investigador logró grabar confesiones de algunos admirados líderes de la ultraderecha enfatizando la importancia de “llegar” al primer nivel discretamente para luego colonizarlo y poder tomar medidas radicales -como expulsar a los judíos de Europa-. Algunos de estos líderes compartieron también sin rubor sus sueños de poder glorificar o revindicar a Hitler públicamente en el futuro, o sus contactos con el gobierno de Donald Trump. Muchos de estos liderazgos operan de forma sincronizada. Todo lo anterior, vale la pena subrayar, ha sido grabado o está plenamente documentado[7].

La cosa se pone peor cuando se considera que uno de los grandes artífices de la unión entre estos el primer nivel y el segundo nivel más radical es Steve Bannon, director del portal de “Breibart News”, un portal de noticias de derecha extrema. La misión de Bannon, y esto no es un secreto, es cambiar la forma de pensar de la gente mediante contenidos digitales para lograr establecer la agenda ultraconservadora[8]. El gran mérito del ex brazo derecho de Donald Trump es haber sabido entender la fragilidad cognitiva y epistémica de buena parte de la población mundial, la frustración por una vida miserable o sin sentido y la forma en que Facebook y otras plataformas estaban, y siguen estando, listas para ser explotadas sin consecuencias[9].

Es también un hecho documentado que Bannon fue parte crucial en la operación de Cambridge Analytica, una empresa dedicada a la manipulación masiva, y de la estrategia ultraconservadora para lograr la votación que derivó en Brexit. Los esfuerzos de Bannon de construir puentes entre el primer y el segundo nivel y de influir mediante su maquinaria mediática en los procesos electorales de varios países alrededor del mundo son de sobra conocidos y muchas veces abiertos. Recientemente The Guardian reportó de una propuesta o paquete de ayuda mutua que el estadounidense puso sobre la mesa de líderes políticos de extrema derecha para catapultarlos al poder en sus respectivos países[10].

Desde luego, no hace falta conocer la existencia de esta red ni estar de acuerdo con ella para convertirse en reproductores de sus contenidos. De hecho, quienes -como Bannon- articulan esta red, cuentan con que la mayoría de las personas no se darán cuenta de lo que sus acciones implican y, mucho menos, de la existencia de esta red ultraconservadora. Eso sí, guste o no todos los elementos de esta red, a diferencia de las teorías de conspiración como el “marxismo cultural”, se refieren a hechos documentados, reportados y estudiados por varios de los medios de comunicación o individuos académicos o expertos en el mundo.

La reproducción en México de términos como “marxismo cultural”, la “ideología de género”, la idea de que el millonario George Soros financia la caravana migrante o la creencia de que el cambio climático es una farsa han expuesto el contacto de diversas personas en nuestro país con material propagandístico de un conjunto de organizaciones que forman parte de una bien conocida red global de ultraderecha. En este sentido, las personas que se identifican con la derecha política en México tienen la gran responsabilidad de documentarse, de estudiar la forma en que la extrema derecha ha venido colonizando sus espacios y, sobre todo, de no morder los anzuelos que aparecen cotidianamente en sus redes sociales.

Quiérase o no, al momento de difundir un meme irónico o de suscribir una teoría de conspiración se fortalece el discurso antiderechos, se alimenta a las franquicias mexicanas de la red ultraconservadora y se legitima la aparición de grupos de derecha radical en nuestro país. Y, si lo que ha ocurrido en otras partes del mundo sirve como referencia, se construye un escenario que podría ser capitalizado electoralmente a través de algún líder político mezquino, fracasado y hambriento de poder.

 

Facebook. Antonio Salgado Borge

Twitter: @asalgadoborge

[1] https://www.washingtonpost.com/outlook/2018/09/18/how-conspiracy-theories-spread-internets-darkest-corners/?utm_term=.2ad9a112ccce

[2] https://www.nytimes.com/2018/11/13/opinion/cultural-marxism-anti-semitism.html

[3] https://www.cnbc.com/2018/09/14/alex-jones-5-most-disturbing-ridiculous-conspiracy-theories.html

[4] https://www.nytimes.com/2018/09/11/books/review/jason-stanley-how-fascism-works.html

[5] https://www.theguardian.com/technology/2017/may/23/alt-right-online-humor-as-a-weapon-facism

[6] https://www.nytimes.com/2017/09/19/opinion/alt-right-white-supremacy-undercover.html

[7] https://alternativeright.hopenothate.com/?intro=0

[8] https://www.theguardian.com/news/2018/mar/17/data-war-whistleblower-christopher-wylie-faceook-nix-bannon-trump

[9] https://www.theguardian.com/commentisfree/2017/may/01/far-right-networks-nationalists-hate-social-media-companies

[10] https://www.theguardian.com/world/2018/nov/21/bannon-europe-plan-law-13-targeted-countries-trump

Antonio Salgado Borge
Candidato a Doctor en Filosofía (Universidad de Edimburgo). Cuenta con maestrías en Filosofía (Universidad de Edimburgo) y en Estudios Humanísticos (ITESM). Actualmente es tutor en la licenciatura en filosofía en la Universidad de Edimburgo. Fue profesor universitario en Yucatán y es columnista en Diario de Yucatán desde 2010.

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