Las reformas estructurales que impulsó el Ejecutivo federal y pasó el Congreso de la Unión durante el año pasado sacaron a muchos a la calle… pero no todos: Maestros, estudiantes, mujeres, electricistas, intelectuales, artistas, anarquistas y políticos tomaron las avenidas y espacios principales del Distrito Federal desde el primer día de mandato de Enrique Peña Nieto, el 1 de diciembre de 2012. Y desde entonces no han parado.
Ciudad de México, 24 de enero (SinEmbargo).– La “gente de a pie” se convirtió en la protagonista del primer año de Enrique Peña Nieto como Presidente de México. A pesar de que la represión y la criminalización fue el común denominador de las manifestaciones en este periodo –según especialistas–, no fue pretexto para que mexicanos salieran a manifestar su rechazo en largas caminatas bajo el Sol o la lluvia, del Monumento de la Independencia al Zócalo o a otras dependencias gubernamentales.
Las oficinas centrales de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Los Pinos, el Senado de la República, la Cámara de Diputados, Palacio Nacional y la Secretaría de Gobernación son algunos de sus objetivos y sedes de mítines y plantones.
La Reforma Energética, Fiscal, Educativa y Laboral fueron las enemigas para todos esos rostros que protestan. Pero también de personas que resultaron afectadas por las mismas.
1.- Rogelio Mercado, 51 años
Rogelio emuló a la muerte y a la crucifixión. El primero de mayo de 2013 marchó al Zócalo capitalino junto con los maestros de la Coordinara Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y otros sindicatos.
Llegó ataviado con camisa y pantalones grises y un casco amarillo –emulando la vestimenta de un obrero– con el maquillaje de un esqueleto en el rostro, mientras cargaba una cruz de tres kilogramos de peso.
“Nos condenaron con esta reforma laboral. Es una cruz”, dijo antes de que los oradores anunciaran el final del mitin.
Rogelio robó cámara y su vestimenta de protesta trascendió. El esqueleto se mantuvo durante dos horas bajo el sol, mientras los líderes sindicales hablaban y los manifestantes coreaban sentencias en contra del Peña Nieto.
“No me importa qué tan pesada sea esta Cruz, por eso estoy marchando con ella a cuestas y caminado toda la marcha. Es peor esa reforma”, dijo.
2.- Delfino Cruz López, 49 años
Delfino Cruz es un maestro originario de Oaxaca con 28 años en el magisterio. Su domicilio actual es el plantón de la CNTE en el Monumento a la Revolución. Duerme bajo una carpa y come lo que hay en compañía de decenas de profesores, porque está en contra de la Reforma Educativa de Enrique Peña Nieto.
“Las reformas afectan a todos, no solo al magisterio, sino a todos en general. Mucha gente sigue incrédula con el hecho de nada más en el magisterio tiene repercusión, pero está muy difícil la situación porque todo se está reformando, se va a poner muy difícil. Todos van a sufrir; los petroleros, los comerciantes con este esclavismo terrible y cero prestaciones”, dijo.
Delfino empezó a marchar desde que se enteró de que “venía” la Reforma Educativa y aunque la medida se aprobó, aún no pierde la esperanza de que los maestros puedan mitigar su impacto en sus bolsillos y en sus vidas.
“Se protestó a tiempo pero el gobierno se impone y punto, pasa porque pasa. La Reforma ya no hay quien pueda echar para atrás, pero tenemos esperanza que nos tomen en cuenta las propuestas que tenemos”.
3.- Victoriana Morales Adame, 65 años
El 8 de marzo del año pasado, Victoriana pasó la mañana emocionada arreglando su vestuario de Adelita revolucionaria. El faldón rojo largo y amplio de 13 metros de tela, la blusa blanca de holán de encaje con caída al hombro, las trenzas postizas de colores y el maquillaje; sobre todo el colorido carmín del rubor y lápiz labial que eligió para aplaudir emocionada cuando Clara Brugada, secretaria de Bienestar del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), subió al templete en medio de los aplausos durante la clausura simbólica de las instalaciones de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
No se podía perder la primera manifestación, del movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador, en contra de la imposición de Impuesto al Valor Agregado (IVA) a medicinas y alimentos. Un acto que además se planeó para que, en el Día Internacional de la Mujer, las amas de casa arribaran a la calle a defender la economía del hogar.
Victoriana a sus 65 años y ya “jubilada” de una vida de trabajos aceptó, al igual que una quincena de mujeres provenientes de la “Casa del Adulto Mayor Martha Reyna”, ubicada en la colonia Desarrollo Urbano Quetzalcóatl, Iztapalapa, sacar sus faldones y escopetas de madera para apostarse frente al inmueble de la secretaría.
Durante marzo las Adelitas fueron el rostro de la “mujer que protesta”, la revolucionaria, para recordar aquellas que salieron a dar la batalla durante la Revolución Mexicana.
4.- Jaime Rodríguez, 68 años
Don Jaime es un vendedor de dulces de 68 años de edad, curtido y experto en la vendimia de golosinas enfrente de la explanada del Monumento a la Revolución.
Aunque las marchas y las manifestaciones le dan igual, el año pasado la Reforma Educativa fue para él, un dolor de cabeza.
Los maestros de la CNTE llegaron después de ocupar el Zócalo capitalino y colocaron ahí, en su lugar de trabajo, su campamento.
Sobre las marchas y el cierre de toda la glorieta cuando arrancaban las marchas, solo sabe que le dejaron un terrible hueco en su bolsillo.
“Las marchas me afectaron porque no se vende y nos movemos a donde hay posibilidad. No sé decirle si las marchas son buenas o no, nunca he protestado, solo lo he vivido desde aquí, pero yo diario vendo unos 250 pesos, y esos días, cuando se cierran las calles, vendo muy poco y si me muevo de lugar, vendo menos”, dijo don Jaime.
5.- Brian Hernández, 45 años
Brian es originario del Estado de México, la tierra de Peña Nieto. El hombre protestó y sigue protestando contra todas las reformas estructurales, con la esperanza de detenerlas.
“Todas las reformas afectan. Es una cadena de reformas que son represiones legales, ofensivas legales en contra de toda la gente. Yo estoy en de todas y cada una de sus dichosas reformas”, dijo.
Hernández apoya a los maestros de la CNTE, a los jóvenes y a todos los que protestan. Le lastima la privatización de Petróleos Mexicanos (Pemex) y aunque las reformas se aprobaron, cree que es mejor protestar, que quedarse callado.
“No han tenido un impacto, pero han servido para tener un impacto de cierto valor en la sociedad. Peor es cuando te quedas callado, agachas las orejas y todo lo demás”, dijo.
6.- Arnulfo Mendoza, 40 años
Arnulfo Mendoza es el encargado de la operación del restaurante La Soldadera ubicado en la colonia Tabacalera, justo frente a la explanada del Monumento a la Revolución.
El local tiene buena vista, desde su esquina se ve la fuente que construyó el Gobierno del Distrito Federal (GDF), donde se bañan los niños en el verano bajo sus chorros de agua. Pero a pesar de la belleza visual, el año pasado, con el plantón de los maestros, las ventas cayeron hasta 90 por ciento.
“De cien clientes que teníamos, solo llegaban diez. Realmente solo una semana estuvo cerrado, cuando recién llegaron, después abrimos, pero sin gente. Nos pegó muchísimo”, dijo.
Sin embargo y a pesar del impacto económico del campamento en contra de la Reforma Educativa, para Arnulfo los maestros “tienen derecho a manifestarse”.
“Tienen derecho a manifestarse, siempre y cuando lo hagan respetando el derecho de los demás, con orden. De alguna manera debería haber negociaciones, mesas de trabajo del gobierno con ellos. El gobierno debió utilizar los tiempos adecuadamente”, dijo.
7.- Teófilo Labra Chávez, 56 años
Teófilo Labra forma parte de la Policía Bancaria desde hace 31 años y durante ese tiempo ha vivido el estrés de proteger establecimientos cuando hay una marcha.
Actualmente se encarga de la seguridad de los trabajadores y los comensales del restaurante El Caminero, ubicado en la calle José María Lafragua y durante el año pasado y lo que va de 2014, ha tenido que lidiar no sólo con el campamento de los profesores, sino con las manifestaciones en el Senado de la República.
Diciembre fue para Teófilo un mes estresante, pues el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) cercó el Senado y durante algunos días le fue difícil llegar a su trabajo.
“Batallé mucho para pasar, porque cerraron la calle y nos dejaron aislados. Me daban temor los anarquistas, que fuera a querer hacer destrozos en los locales. Yo soy el encargado de la seguridad de los comensales, de la gente que trabaja aquí y sí me estreso cuando hay marchas y manifestaciones”, reconoció.
Teófilo tomó un curso antimotín y ha auxiliado a las fuerzas de seguridad de la Ciudad de México en distintas ocasiones.
Aunque le preocupan las marchas, dijo que tienen sentido.
“Yo digo que sí sirven de algo. Nuestro gobierno está en otras cosas y no le pone atención a nuestras necesidades, por eso la gente se manifiesta”.
8.- Omar Granados, 29 años
“La idea es alzar el costo político de lo que para ellos fue muy fácil en el Congreso de la Unión. Hacerlo visible ante todos, manifestarse fue algo valioso, productivo”, dijo Omar Granados.
Omar es egresado de la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y está involucrado en los movimientos sociales.
El año pasado protestó principalmente en contra de la Reforma Energética y de la Fiscal de Enrique Peña Nieto y también se saltó las barras del Metro capitalino en protesta contra el aumento del boleto.
Las marchas y las protestas no tuvieron el efecto esperado: detener las reformas estructurales, pero Omar no perdió la esperanza.
“Aún creo que no todo está perdido, vamos a seguir marchando y pidiendo la Consulta Popular sobre la Reforma Energética, vamos a seguir recaudando firmas”.
9.- Jorge López Munguía, 34 años
“Marché en contra de la Reforma Laboral y de la Energética, participé en un espacio que se llamó Coordinación Nacional en Defensa de Pemex, que surgió del Movimiento #YoSoy132”.
Jorge López surgió de las filas del movimiento estudiantil #YoSoy132 y no abandonó la lucha en contra de las reformas de Peña Nieto, durante todo el año pasado.
Si bien, las protestas no tuvieron el impacto esperado, Jorge está dispuesto a continuar movilizándose durante este año.
“No hubo la capacidad de articular a la izquierda, a la oposición. No hubo capacidad de cohesión, unificación y eso afectó mucho. El movimiento #YoSoy132 no podía vincularse con otros movimientos políticos como Morena, por ejemplo, teníamos que ir solos, entonces la única oposición real que hubo, fue la del magisterio en contra de la Reforma Educativa”, dijo.
Para Jorge los movimientos sociales deben aprender la lección y articularse. Construir un solo frente.
“Se necesita un proyecto unitario y tener un plan de acción. Yo sí seguiré protestando, creo que muchos están dispuestos a realizar un esfuerzo colectivo”, dijo.
10.- Alejandra Velázquez, 25 años
Alejandra Velázquez es una joven que marchó el 1 de diciembre de 2012 en contra de la llegada de Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República y fue testigo de la represión que se vivió ese día.
“Fui a tomar fotos y me tocó ver las pedradas, ver como arrastraban a la gente. Yo estaba en el movimiento #YoSoy132, no iba a sus asambleas, pero iba a todas las marchas, después dejé de hacerlo porque se empezó a poner súper peligroso”, dijo.
La joven se decepcionó: para Alejandra después del 1 de diciembre se instaló la represión y marchar se convirtió en la posibilidad de pasar un año en prisión.
“Yo ya perdí la fe en las marchas, ya me valen madres. Que la gente haga algo más efectivo, a las marchas ni las pelan, nadie, ni los medios de comunicación; no pelan lo que pasa en Michoacán, menos las manifestaciones. Ir y bloquear calles no deja absolutamente nada y te expones a que te agarren y vayas a parar un año a la cárcel hasta que te saquen”, dijo.
Para Alejandra la protesta debe transitar hacia las acciones radicales, a la unión del pueblo.
“Lo que tiene que pasar es que el pueblo haga algo radical. Que el país se organice más. No somos Egipto, aquí no estamos bien organizados, somos unos agachones, un país súper cobarde, pasan las reformas y nadie hace nada. En otros países les haces eso, y la gente se vuelve loca”.