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Gustavo De la Rosa

24/04/2018 - 12:00 am

AMLO estratega como Ali boxeador

Sobre AMLO, sólo vale la pena desarrollar su propuesta y plan de paz; actualmente se debe reconocer que México se encuentra en guerra, las cifras de 220 mil homicidios y 30 mil desaparecidos en 12 años lo demuestran, y es momento de que los mexicanos decidamos si queremos continuar con la guerra o buscamos la paz.

“AMLO simplemente aplicó la estrategia de Mohamed Ali cuando recuperó su título en el Rumble in the Jungle; se colgó de las cuerdas y se protegió mientras los otros le hacían montón”. Foto: Moisés Pablo, Cuartoscuro

Sí fueron cuatro contra uno la noche del domingo, pero esos cuatro representan lo mismo: la sucesión de gobiernos que mantienen al país sumido en la tristeza actual.

AMLO defendió la plaza con dignidad y ha ganado el tiempo necesario para consolidar su propuesta, hay que cambiar a este régimen corrupto y dar inicio a la reconstrucción de la nación.

¿Pero qué respondieron todos ellos? La seguridad del país se consigue con más policías y con el Ejército en las calles; la corrupción se combate con un fiscal anticorrupción, el matrimonio entre homosexuales no es prudente y prometieron luchar contra la desigualdad como se ha luchado hasta hoy.

Lo demás fueron calumnias y difamaciones, como la mentira de los tres departamentos (que a lo mejor eran sólo dos), el reclamo de Bartlett, el uso de una avioneta como si fuera un jet de lujo, igual al que ellos usan en su dispendiosa vida, y pusieron especial énfasis en acusarlo de que la amnistía como herramienta para la paz es más bien un pacto con la delincuencia.

Sobre AMLO, sólo vale la pena desarrollar su propuesta y plan de paz; actualmente se debe reconocer que México se encuentra en guerra, las cifras de 220 mil homicidios y 30 mil desaparecidos en 12 años lo demuestran, y es momento de que los mexicanos decidamos si queremos continuar con la guerra o buscamos la paz.

No hay otra opción y Andrés Manuel lo plantea claro y valientemente, porque proponer la paz en medio del combate puede ser políticamente incorrecto y traer un alto costo político; no propone un pacto con la delincuencia, porque ese pacto ya existe y se entiende como la corrupción, sino terminar con él.

Pero, ¿alguien se atreve a negar la existencia de pactos entre los políticos, los policías y los delincuentes? Todos los mexicanos sabemos que existen, y precisamente parte del enriquecimiento inexplicable de los políticos del régimen tiene su origen en ellos; el plan de paz empieza precisamente combatiendo a la corrupción policiaca, así como lo hizo Cárdenas, en el DF al terminar con las hermandades de policías y delincuentes.

Luego vendrá una serie de reformas a las estructuras policiacas, al sistema educativo y al combate contra la pobreza para darle una oportunidad a los jóvenes pobres y en el abandono de buscar alternativas a sus proyectos de vida y así escapar de la tentación del crimen organizado, que los llama como canto de sirena; y finalmente se le deberá ofrecer a los jóvenes ya reclutados por los ejércitos delictivos la posibilidad de abandonar el camino del crimen y reincorporarse a su familia.

Los ejércitos de los cárteles están formados por jóvenes sin otra opción, que están hartos de jugarse la vida diariamente; es falso que la tropa de sicarios se dé la gran vida de los capos del narcotráfico, a ellos les pagan salarios que no van más allá de los dos mil pesos por semana. A esos jóvenes y soldados del mal, hay que ofrecerles una salida a la vida civil, a reunirse con sus familiares y tener una oportunidad de reconstruir su futuro de forma digna y honorable.

No es posible seguir diciéndole a la tropa de la delincuencia que su única alternativa es matar o morir, ¡hay que ofrecerles la posibilidad de vivir! Pero eso sólo se logra durante el proceso de paz mediante una amnistía generosa sin complicidad con los sicarios; esa medida prácticamente ya existe en el nuevo código de procedimientos penales, al permitir al Ministerio Público pactar una reducción de la pena, e incluso la libertad, con quien se incorpore al programa de testigos protegidos.

AMLO simplemente aplicó la estrategia de Mohamed Ali cuando recuperó su título en el Rumble in the Jungle; se colgó de las cuerdas y se protegió mientras los otros le hacían montón y le pegaban con la guardia cerrada hasta que, sonriente y cuando estos se cansaron, en un minuto los puso en su lugar: “Ustedes son los lacayos de la mafia del poder”, igual que Ali cuando en el octavo round terminó con Foreman ante los aplausos del público.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.

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