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Francisco Porras Sánchez

25/04/2021 - 12:02 am

Qué medir y para qué

En la literatura de la gobernanza y de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, un problema constante es cómo medir los procesos de gobernanza y de solución de problemas complejos. Autores como Alford y Head (2017) argumentan que la gobernanza solamente puede darse cuando se combinan a) una noción común de un problema complejo; b) […]

Foto: Yerania Rolón, Cuartoscuro

En la literatura de la gobernanza y de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, un problema constante es cómo medir los procesos de gobernanza y de solución de problemas complejos. Autores como Alford y Head (2017) argumentan que la gobernanza solamente puede darse cuando se combinan a) una noción común de un problema complejo; b) la conciencia de que la solución a tal problema complejo sólo se puede alcanzar a través de la cooperación entre actores(as) gubernamentales y no-gubernamentales; y c) instituciones que nos ayuden a mantener el conflicto en niveles manejables.

La gobernanza, en sentido estricto, es un proceso que resulta de reconocer que existen problemas tan complejos que no pueden ser adecuadamente tratados si sólo se emplean los recursos gubernamentales; que muchos de esos recursos están en posesión de los(as) actores(as) no-gubernamentales; que las interacciones en red permiten la flexibilidad necesaria para la co-generación de conocimiento; y que el gobierno debe adaptarse a los nuevos contextos y necesidades, particularmente los de la pandemia por COVID 19 (Porras, 2020). Ante esto, es evidente que esfuerzos tales como los Indicadores Mundiales de la Gobernanza del Banco Mundial, que son actualmente el Índice de gobernanza más empleado, son insuficientes para medir realmente la gobernanza.

En efecto, la gobernanza va más allá de cuantificar el ejercicio de las libertades políticas, de asociación y de expresión; la estabilidad política y la ausencia de violencia; la efectividad gubernamental; las capacidades gubernamentales para regular los mercados y el sector privado; el Estado de derecho y el control de la corrupción (World Bank Group, 2020). En mi opinión, estas variables pueden verse como pre-condiciones, o como requisitos, de una gobernanza efectiva. La gobernanza consiste en la capacidad de actores(as) públicos(as), privados(as) y sociales para acordar objetivos comunes y llevarlos a la práctica. La gobernanza es equivalente a las capacidades gubernamentales, de las empresas y de las Organizaciones de la Sociedad Civil para cooperar entre sí de manera sustentable.

Los problemas de fondo relacionados con los índices e indicadores de gobernanza tienen que ver con dos asuntos que deben ser abordados. El primero es qué medir. Si realmente queremos aumentar el número y calidad de objetivos acordados por los(as) principales actores(as) gubernamentales y no-gubernamentales, ¿por qué objetivo debemos empezar? La agenda pública establecida por las preocupaciones de la ciudadanía es un buen punto de arranque. La gobernanza es imposible si los niveles de violencia y criminalidad, corrupción e impunidad en los que vivimos continúan así; pero también se encuentran otros problemas de fondo, como el hambre; la pobreza; la exclusión social; la calidad educativa; la igualdad substantiva entre hombres y mujeres; el cambio climático; la seguridad, resiliencia y sostenibilidad de las ciudades, entre muchos otros. Viendo a la gobernanza desde esta perspectiva, quizá es más útil centrarse en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030. Dicho de otra manera, en la medida en que alcancemos los ODS de manera cooperativa, estaremos viviendo la gobernanza.

El segundo problema es para qué medir. Medimos para diagnosticar y para poder transformar la realidad, por lo que los índices e indicadores de gobernanza deberían empoderarnos para favorecer (es decir, identificar, proteger y promover) la cooperación entre gobiernos, sociedades y empresas. En este sentido, todavía estamos a años luz de indicadores efectivos que aumenten nuestras capacidades de incidencia; sin embargo, hay avances importantes en esa dirección -para quien esté interesado, se puede revisar el Índice del Buen País (The Good Country, 2020)-. Es súper interesante que, para este índice, es indispensable trabajar en ciencia y tecnología; cultura; paz y seguridad internacional; orden global; cambio climático; inclusión social; y salud y bienestar para empoderarnos en procesos de cooperación.

Para avanzar en la construcción de nuestra gobernanza, debemos mejorar en estos dos asuntos.

 

Referencias

· Alford, J. y Head, B. W. (2017). Wicked and less Wicked Problems: A Typology and a Contingency Framework. Policy and Society 36(3), 397-413. Recuperado de https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/14494035.2017.1361634

·  Porras, F. (2020). Gobernanza y medición. Algunos problemas, en Navarrete Ulloa, C., Guevara Castillo, A. A., y Demerutis Arenas, Juan Ángel (Coords.) Nuevas formas de acción pública metropolitana. Narrativas y modelos pp. 45-80, México: El Colegio de Jalisco.

·  The Good Country (2020). The Good Country Index. Recuperado de https://www.goodcountry.org.

·  World Bank Group (2020). Worldwide Governance Indicators. Recuperado de https://info.worldbank.org/governance/wgi/.

Francisco Porras Sánchez
Doctor en Política y Estudios Internacionales por la Universidad de Warwick, Reino Unido. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores. Su línea de investigación es la Gobernabilidad urbana y regional contemporánea (finales del siglo XX y principios del XXI), con particular interés en gobierno, gobernanza y redes de política pública. Actualmente es profesor investigador del Instituto Mora. Twitter: @PorrasFrancisco / @institutomora

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