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No fue un boleto de Metro: es la desigualdad. En Chile y en toda la región. El neoliberalismo estalla

25/10/2019 - 5:02 pm

El supuesto “milagro económico” de Chile, como lo nombró el economista estadounidense Milton Friedman, fue un conjunto de reformas económicas de liberalización llevadas a cabo durante la dictadura de Pinochet, que impuso un libre mercado en el país con el apoyo de EEUU. Este sistema económico, que sigue siendo implementado hasta el día de hoy en Chile, ha beneficiado a las élites económicas del país, mientras ha creado desigualdades y sufrimiento para la mayoría. No es por nada que, gracias a estas reformas impulsadas por la teoría neoliberal del mismo Friedman, se llegó a nombrar a los años 90 como la década perdida de América Latina.

En Chile, desde que comenzaron las protestas contra el aumento al precio del Metro, 19 personas han muerto, cinco de ellas son extranjeros.

Ciudad de México,  25 de octubre (OpenDemocracy).- Tan solo una semana tras las grandes movilizaciones ciudadanas en Ecuador, que lograron tumbar el controvertido ‘paquetazo’ del Fondo Monetario Internacional, otro país latinoamericano se levanta en contra de la política económica de su gobierno.

En un país donde el sueldo del 70 por ciento de la población no alcanza $700 USD mensuales, las noticias de Presidente Piñera sobre el aumento del precio de un billete de metro de Santiago de 800 a 830 ($1.15 USD) pesos chilenos la semana pasada golpeó fuerte. Chile, uno de los países de América Latina de más tradición neoliberal, no ha logrado erradicar la pobreza con sus políticas de privatización, y se estima que el 36 por ciento de la población urbana vive en la pobreza extrema.

El supuesto “milagro económico” de Chile, como lo nombró el economista estadounidense Milton Friedman, fue un conjunto de reformas económicas de liberalización llevadas a cabo durante la dictadura de Pinochet, que impuso un libre mercado en el país con el apoyo de EU. Este sistema económico, que sigue siendo implementado hasta el día de hoy en Chile, ha beneficiado a las élites económicas del país, mientras ha creado desigualdades y sufrimiento para la mayoría. No es por nada que, gracias a estas reformas impulsadas por la teoría neoliberal del mismo Friedman, se llegó a nombrar a los años 90 como la década perdida de América Latina.

En esta foto del domingo 13 de octubre, un peatón cruza un puente en que manifestantes contra las medidas de austeridad en Ecuador colocaron una pancarta de tela protestando contra el Fondo Monetario Internacional y el Presidente Lenín Moreno en Quito. Foto: Dolores Ochoa, AP

Hartos de la política económica chilena, estudiantes y ciudadanos salieron a las calles para manifestarse en contra del aumento del precio del billete de metro; en realidad, esto solo la punta del iceberg de muchas otras preocupaciones sociales como las bajas pensiones, las altas tarifas de luz y gas, y un sistema educativo y de salud inasequibles. Quemaron estaciones de metro y buses públicos, y saquearon varios supermercados e instalaciones públicas.

Cuando Piñera salió el sábado por la noche para declarar la suspensión del aumento de precio en el billete del metro, ya era demasiado tarde para contener el caos social que se había destapado. Los estudiantes y jóvenes siguieron manifestando y exigiendo justicia económica, mientras el gobierno declaró un estado de emergencia y desplegó el ejército a las calles de Santiago.

Por eso, te explicamos todo lo que tienes que saber sobre las manifestaciones actuales en Chile y por qué esta explosión reciente de violencia es tan significativa para la región.

VIOLENCIA POLICIAL EN LAS PROTESTAS Y LA DEMOCRACIA CHILENA

No es la primera vez que la policía utiliza violencia contra sus propios ciudadanos en Chile, que tiene una larga historia de represión contra las comunidades indígenas mapuches cuando se levantan en contra de la falta de reconocimiento del gobierno de sus derechos territoriales.

De hecho, la violencia policial contra las comunidades mapuches resultó en la muerte de un líder comunal de solo 24 años en 2018, Camilo Catrillanca, cuando andaba cerca de una operación policial y se encontró, de repente, en medio de una balacera. Cuando una de las balas le alcanzó la cabeza, murió en el instante.

Después de empezar en Santiago y extenderse por todo el país, las manifestaciones actuales han resultado en más de 11 muertos. Estas muertes se explican, principalmente, debido a la violencia policial y del ejército, que pega duro en un país donde la dictadura de Pinochet dejó más de 40.000 muertos y desaparecidos durante su reino de terror hace sólo 30 años. Además, según el Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile, ha habido 84 heridos por armas de fuego y 1.420 detenidos desde que empezaron las manifestaciones la semana pasada.

La reacción de Piñera se ha enfocado en los actos de violencia de los manifestantes, contribuyendo a una criminalización general de la protesta en el país. “Por eso, hemos invocado la ley de Seguridad de Estado, no contra los ciudadanos, sino contra ese puñado de delincuentes que con tanta violencia y maldad destruyen propiedades y sueños” dijo en un discurso ayer por la noche.

Las Fuerzas Armadas de Chile sofocan disturbios en el Metro. Foto: EFE.

Justificó la represión policial de las manifestaciones, declarando que “la democracia tiene el derecho de defenderse”. Sin embargo, también expresó sus intenciones de llegar a acuerdos para mejorar la calidad de vida de las clases medias y bajas de Chile. Las acciones de la policía y del ejército en los días recientes ha chocado uno de los países más democráticos del mundo, y el segundo más democrático de América Latina, según el índice de Freedom House.

Su puntuación alta para la libertad de protesta en Freedom House podría verse afectado por las acciones estatales contra ciudadanos en los últimos días, que amenazan seriamente el derecho de protesta y criminalizan a todos los involucrados.

MALESTAR NEOLIBERAL EN TODA LA REGIÓN

El malestar económico de la población de Chile es parte de una tendencia regional que sigue las protestas recientes en Ecuador, también encendidas debido a la frustración social con la política económica de Presidente Moreno.

Las protestas en Ecuador empezaron como reacción a la declaración de Moreno de implementar una política económica llamada el ‘paquetazo’: una serie de medidas de austeridad impuestas por el Fondo Monetario Internacional que obligaba al Ecuador a cortar el gasto público para pagar más rápido su deuda pendiente. Esto incluía una eliminación de subsidios a los combustibles, recortes de salarios públicos y reducciones drásticas de vacaciones de trabajadores públicos.

La sociedad civil, pero principalmente grupos indígenas agrupados en la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador, tomaron las calles durante semanas para protestar contra las medidas, hasta que el presidente Moreno declaró como nulo el ‘paquetazo’ en el país.

Un grupo de manifestantes celebran el acuerdo logrado entre el Gobierno e indígenas, que termina con las protestas en el país, en Quito. Foto: Bienvenido Velasco/AP

Los chilenos, empoderados por la movilización ecuatoriana reciente, han tomado las calles con la misma esperanza: lograr un cambio real respecto a cómo sus gobiernos manejan la economía a través de la protesta. También dejan una cosa clara — el mal manejo de la economía y la imposición de políticas neoliberales, tienen efectos devastadores para los más pobres del país, cuyas consecuencias se hicieron más aparentes que nunca durante estas marchas.

No son solo Ecuador y Chile que se enfrentan con movilizaciones ciudadanas masivas en la región. Haití también se levanta contra el gobierno corrupto de presidente Jovenel Moïse y exige, no sólo una explicación sobre lo que pasó con millones de dólares recibidos de Venezuela, sino también un final a las políticas de austeridad neoliberalistas impulsadas por su vecino norteño, EU.

El modelo neoliberal está en crisis, y estas manifestaciones lo han demostrado. Ahora, lo que pasará en Chile depende mucho de la capacidad de Piñera de negociar un cambio real, pero si no lo logra, será imposible contener la rabia ya desatada entre los chilenos hartos de injusticia y desigualdad.

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