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María Rivera

25/12/2019 - 12:03 am

Feliz Navidad

Son los que, debido a la desactivación de la economía cultural, viven gracias a la beneficencia de sus amigos y familiares, los que no pueden dar regalos de Navidad, tal vez se endeuden más para comprarle uno a sus hijos.

“¿Le parece exagerado? Ah, lector, lectora, ¿no se ha enterado de lo que ocurre en el sector cultural? ¿No escuchó la protesta de los artistas todo este año y estos días afuera de Palacio Nacional?”. Foto: Galo Cañas, Cuartoscuro

Feliz Navidad, lector, lectora. Le deseo que esta noche sea un momento feliz, para usted, su familia, sus amigos. Que disfrute la comida y la compañía, y si tiene hijos o nietos pequeños lo disfruten más. Tal vez, si es que nieva, pueda llevar a sus hijos a conocer la nieve, si vive en la CdMx al Ajusco, a hacer muñecos. Tal vez se saque una foto, de usted con su hija o hijo. Tal vez, para usted fue un buen año, un año feliz. Tal vez no, y si usted ha tenido un año muy difícil, le deseo que en Navidad, al menos, la pase bien. Porque sabe, a pesar de todo, siempre hay una hora de paz y reconciliación.

Esta columna pues, es para aquellos que no viven “felices, felices, felices”. Especialmente los artistas, trabajadores de la cultura que no han podido cobrar su sueldo, adeudado por las Secretarías de Cultura tanto federal como local. Sí, esos que viven en la zozobra y en la pobreza, sin seguridad social, endeudándose porque no ha caído el pago, un mes más. Esos que cumplieron con su trabajo pero meses después no les han pagado. Esos que también perdieron sus trabajos bajo la actual política neoliberal y derechista de la Secretaría de Cultura. Esos que ya no pueden pagar las deudas, la renta, el gas, la luz, el súper: a duras penas pueden comer.

¿Le parece exagerado? Ah, lector, lectora, ¿no se ha enterado de lo que ocurre en el sector cultural? ¿No escuchó la protesta de los artistas todo este año y estos días afuera de Palacio Nacional?

Son los que, debido a la desactivación de la economía cultural, viven gracias a la beneficencia de sus amigos y familiares, los que no pueden dar regalos de Navidad, tal vez se endeuden más para comprarle uno a sus hijos. Sí, porque los artistas tienen familias, igualito que todos. No son esos borrachos, metidos en buhardillas de la imaginación popular, sabe, ni esos fifís burgueses y corruptos que este año describieron. No comen de los aplausos, ni “de sus regalías”. Son esos que cuando reciban sus pagos ya no les alcanzará para pagar la deuda que adquirieron, se encontraran más pobres y desesperados. Los que no pueden cobrar cuando terminan un trabajo, sino meses después, cuando las empresas e instituciones quieran pagarles, sometidos a procesos administrativos kafkianos. Los que trabajaron, publicaron, tocaron, actuaron, bailaron, por una bicoca, los que solían tener trabajos mejor pagados, antes que las autoridades devaluaran su trabajo por la “austeridad” que ya, de hecho, padecían y que se den por bien servidos. Los que no, no tienen sueldos fijos, no son académicos, no son funcionarios, los que son artistas. A secas. Los que decidieron dedicar su vida a crear obras de arte, estudiaron, se dedican a ellas, al arte que forma la cultura de este país.

Los que usted ve actuando en las obras de teatro, en las películas, los que las escriben, las filman, los que pintan los cuadros que admira, los que escriben las novelas que le apasionan o los poemas que lo conmueven, los que tocan el concierto que lo emociona. Los que no reciben aguinaldos en diciembre. Los que si se enferman tienen que buscar hospitales de salubridad porque no tienen seguro, ni recursos. Los que, ya viejos, mueren en condiciones indignas, sin pensiones ni casa propia, a pesar de haber creado obras de gran importancia. Los que si no tienen amigos entre los poderosos, viven en la injusticia del mismo sistema que antaño. Los que a veces encuentran trabajo, a veces no. A los que les dijeron que no, la cultura y el arte no hay que pagarlos, porque son bienes “naturales”, y no producto de un arduo trabajo profesional, o los que no, no alcanzaron el estímulo aunque sean tan buenos creadores como los pocos que, por unos años, olvidarán la precariedad y la zozobra, porque no hay suficientes recursos para ser justos con todos, sólo con algunos. Los que escriben, hacen poemas, obras de teatro, pintan, hacen música. Los que actúan, bailan, dan talleres. Los que crean obras de arte: los que, con su imaginación, crean páramos de belleza o de significado. Los que lo ayudan a vivir a usted que me lee, si es que disfruta de las obras de arte. Esos que trabajaron bajo los nuevos sueldos de la Secretaría de Cultura, que los explota sin sonrojo en un programa que sirve para hacer propaganda. Los que pusieron sus recursos, incluso, en los proyectos que les pagarán cuando lo que reciban ya no sea suyo. Los que además, tienen sin pagar a otros artistas, igual o más desesperados, a los que llamaron para darles trabajo y ahora sólo tienen miseria. O los que, sencillamente, están peor que los que no han cobrado; este año no tuvieron trabajo, porque se ahorró el presupuesto, no hay programas, no son necesarios.

Todos sin recursos, salvo, claro los funcionarios que los contrataron o contrataron a la empresa de outsourcing que los contrató, todavía peor. No, lector, lectora, ellos sí cobraron, su sueldo y su aguinaldo. Los señores y señoras secretarios de cultura, los subsecretarios que planearon explotar a los artistas, están muy contentos. Especialmente, ahora que se llenan la boca con la palabra “pueblo” y usan huipiles que compraron en Los Pinos: no dude que, este año, sus regalos de Navidad sean todos de “mexicanos”, porque “hay que ayudar a los… artistas”. Tenga por seguro que en la cena, presumirán el trabajo de los artistas que no pagaron y explotan como suyo: sus logros laborales “organizamos esto y lo otro y acuyá” mientras cenan pavo, bacalao y romeritos, abren botellas de vino, reciben y dan regalos.

No, no son esos que estarán pensando cómo pagarán las deudas en enero. Esos a los que se deben y de quienes, en teoría, son empleados.

Por supuesto, querido lector, esto sólo lo imagino. Sería impensable que sucediera en gobiernos de izquierda, que suelen apoyar a la cultura y el arte, como el que nos gobierna y por el que votamos.

María Rivera
María Rivera es poeta, ensayista, cocinera, polemista. Nació en la ciudad de México, en los años setenta, todavía bajo la dictadura perfecta. Defiende la causa feminista, la pacificación, y la libertad. También es promotora y maestra de poesía. Es autora de los libros de poesía Traslación de dominio (FETA 2000) Hay batallas (Joaquín Mortiz, 2005), Los muertos (Calygramma, 2011) Casa de los Heridos (Parentalia, 2017). Obtuvo en 2005 el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes.

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