Toy and violence story: Michoacán

26/01/2014 - 12:00 am

Todo es producto de una mirada onírica. Los juguetes cobran vida a medianoche y sangran la alfombra de la sala. ¿Uno de los culpables? Enrique Peña Nieto con su suéter morado de ositos cariñositos, enfundado en gel y corbata roja, quien juega a gobernar a las figuras coleccionables de la nación.

Ciudadanos, narcotraficantes, soldados, autoridades y grupos de autodefensa, en algún momento dejan de ser de plástico y destruyen el punto de reunión con sus enfrentamientos a mano armada orquestados por el niño presidente que apenas y comprende lo que ocurre a su alrededor.

Por ahí entre sus juguetes menos utilizados está la silueta del filósofo chino, Lao Tse, quien aconseja a las autoridades, la mínima intervención en la vida de los pueblos y moderar la aplicación de impuestos y reglamentaciones.

Por supuesto el niño ejecutivo obedece al revés mientras ensucia sus rodillas en el piso de la sala. Las figuras de las fuerzas federales ingresaron hace más de diez días a Michoacán, la tierra del toy and violence story para frenar el paso a la violencia, secuestros y extorsiones. No obstante, las formas de Los Caballeros Templarios son sujetados por la mano izquierda del Peñaboy con el fin de producir miedo y sumisión a las familias a tamaño escala.

Los soldaditos de plástico fungen como los antihéroes y réferis de una lucha sin sentido más que escenificar la ley del más fuerte o ponerse del lado de los boticarios del pueblo que se creen los dueños de todo lo que sus sentidos perciben y así sin más apuntan con las armas para decir, esto es mío.

Una soberbia de pertenencia mueve a las figuras combatientes en los juegos de Peña y su pandilla de amigos tragados por la corrupción y contradicción al bienestar del país, lejos de volverse una realidad.

Hasta la descendencia templaria se une a la travesura nacional. Los hijos cantantes de Plancarte Ruiz derrochan la inmensidad de sus propiedades como un logro sin relevancia para que el Estado mexicano hubiera empezado a tomar cartas en el asunto. Y sigue jugando Peña.

Otra estampa se suma al juego de forma misteriosa, Arthur Schopenhauer. Entre su pesimismo, clama que el mundo es un por lado representación, guardar las apariencias como la que el gobierno realiza al intervenir en los enfrentamientos a muerte entre los autodefensas y los templarios. Por otro lado, es voluntad ya que se trata de algo real, como la fuerza y el valor de los que no le tienen miedo al poder y están dispuestos a enfrentarlo, protegiendo a sus familias y sus bienes.

Los gritos y balazos siguen ejecutándose desde la voz del máximo representante de la nación. Alguien abre la puerta y enciende la luz. Hay decenas de monos tirados.

Se acabó el toy and violence story. EPN duerme y sus instrumentos de ocio están desordenados por doquier. Su madre le cubre con una cobija y le da el beso de buenas noches. El juego de gobernar se acabó.

@tacitunafeliz

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video