Artes de México

Tenexyetl: el tabaco en la tradición nahua de Guerrero

26/02/2023 - 12:01 am

En México, el contacto con los dioses mediante la ingestión de psicotrópicos o enteógenos ―es decir, las sustancias vegetales que, al ser ingeridas, proporcionan una experiencia divina: tener a dios dentro de nosotros―, es uno de los elementos constitutivos, según López Austin, de la antigua tradición religiosa mesoamericana.

Por Lilián González

Ciudad de México, 26 de febrero (SinEmbargo).- El etnobotánico Evans Schultes afirmaba en la década de 1970, que el continente americano era la zona más rica del mundo, tanto en diversidad como en el uso de plantas psicoactivas. La causa, explicaba el antropólogo Weston La Barre, respondía a una razón cultural más que biológica. El interés de los pueblos originarios por esas plantas estaba ligado a la presencia, en el Nuevo Mundo, de un chamanismo esencialmente paleolítico, que los antiguos cazadores llevaron del Asia nororiental, y que resulto ser la base religiosa de los indios americanos, de acuerdo con Peter Furst en Alucinógenos y cultura.

En México, el contacto con los dioses mediante la ingestión de psicotrópicos o enteógenos ―es decir, las sustancias vegetales que, al ser ingeridas, proporcionan una experiencia divina: tener a dios dentro de nosotros―, es uno de los elementos constitutivos, según López Austin, de la antigua tradición religiosa mesoamericana, la cual continua hasta la actualidad. Así lo documento Gordon Wasson en una ceremonia chamánica acompañada de enteógenos: “Asistí por primera vez a una ‘velada’ cantada por María Sabina en Huautla de Jiménez y a invitación suya ingerí los hongos divinos; quedé pasmado […]. He aquí un oficio religioso, me dije entonces” (en El hongo maravilloso: teonanácatl). Su testimonio deja en claro que, en las ceremonias chamánicas, las plantas sagradas estaban íntimamente asociadas con la experiencia religiosa. Dichas prácticas iluminan la cosmovisión de los pueblos originarios; son un estilo de vida que devela las preferencias morales y modela la conciencia espiritual de un pueblo. Se han documentado ampliamente experiencias chamánicas de este tipo en México.

Plantas sagradas. Foto: Artes de México

Pese a que, entre los nahuas de Guerrero, se utiliza una amplia variedad de enteógenos con fines terapéuticos, mágicos y religiosos, estos han sido escasamente estudiados. Así sucede con un bejuco conocido en la zona como hueytlacatzintli (Solandra guerrerensis) o del guaje denominado huaxchiquimol (Leucaena matudae). En cambio, otros han sido descritos desde el siglo XVII, como el “piciete” o tenexyetl, una variedad de tabaco identificada como Nicotiana rustica y del ololiuhqui (Turbina corymbosa [L. Hall. Fil.]).

EL TABACO, PLANTA SAGRADA ENTRE LOS NAHUAS DE GUERRERO 

Hernando Ruiz de Alarcón, cura secular del pueblo de Atenango del Rio, al norte del estado de Guerrero, nos legó un maravilloso libro en 1629: Tratado de las supersticiones y costumbres gentílicas que hoy viven entre los indios naturales desta Nueva España. En él, se ocupó de investigar entre los nahuas de esta región, y a petición expresa de las autoridades eclesiásticas, las “supersticiones, hechicerías e idolatrías de los indígenas en la zona a su cargo” para que, informados los ministros de Indias, tuviesen elementos para identificarlas y arrancarlas de raíz. Se centra en las invocaciones, los conjuros y las suplicas que los indígenas proferían para la realización de sus quehaceres diarios, en caso de enfermedad, para invocar el sueño, aplacar el enojo, atraer y aficionar o echar suertes. Menciona treinta y dos plantas con usos alimenticios, medicinales, textiles y sagrados, la principal función de estas ultimas era terapéutica y adivinatoria. Entre ellas, se habla prolijamente del ololiuhqui, también se hace referencia al peyote y al “piciete”.

Plantas sagradas. Foto: Artes de México

El ololiuhqui aún es muy utilizado en el Alto Balsas por los especialistas rituales, y se le conoce como cecectzin. El peyote no es una especie vegetal de la región. Se piensa que pudo haber sido introducida en la zona con fines rituales en aquella época, o bien, que el termino fuera empleado por Ruiz de Alarcón como un genérico para una serie de plantas con propiedades similares. Nos inclinamos por esta última opción, ya que el autor sugiere que tenía los mismos atributos que el ololiuhqui, no obstante, el texto señala que se aprovechaba la raíz y no el botón o cabeza. De entre estas treinta y dos especies vegetales, la planta más utilizada en contextos rituales, con los usos más diversos y mayor cantidad de nombres metafóricos en el Tratado es el tabaco o tenexyetl, o su castellanización “tenejiete”, que quiere decir, “tabaco de piedra ceniza”: proviene de te-tetl, piedra; nextli, ceniza, y yetl, tabaco. Aguirre Beltrán, en Medicina y magia: el proceso de aculturación en la estructura colonial, sugiere que, en el México precortesiano, el tenexyetl correspondía a un uso particular del tabaco, al parecer desconocido por otros pueblos del continente, y se integraba a un complejo cultural extrañamente semejante al de la coca (Erithroxylon coca [Lam.]), en el lejano Perú. La mezcla de tabaco con bases alcalinas como la ceniza o la cal permitía una rápida liberación de su principio activo, la nicotina. Este alcaloide de acción toxica manifiesta y cualidades narcóticas y excitantes, se usaba principalmente en la intoxicación ritual, el alivio de la fatiga, el hambre y la sed, y como profiláctico frente a las condiciones maléficas de los seres y las cosas.

Este texto es un fragmento del texto “Tenexyetl: el tabaco en la tradición nahua de Guerrero” reproducido en la revista Plantas sagradas. Consíguela a través de www.artesdemexico.com

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