México, la gran pesadilla de migrantes

26/06/2011 - 6:00 am

Para muchos en Centroamérica, el Usumacinta o Suchiate son paisaje de balsas neumáticas reforzadas con planchas de madera que cruzan regularmente el río, llevando mercancías, jornaleros y migrantes indocumentados que quizá han logrado avanzar un largo trecho. México representa la mayor preocupación del recorrido, es el puente más largo y peligroso de tránsito migratorio actualmente, dice Edna Reyes en un reportaje publicado este domingo por la revista semanal Día Siete.

Incluso el gobierno mexicano ha reconocido, en palabras de Felipe Calderón emitidas durante la promulgación de la Ley de Inmigración, estar “convencido de que las condiciones en las que se da actualmente la migración ponen a las personas en una grave situación de vulnerabilidad”.

El padre Ademar Barilli, de la Casa del Migrante en Tecún Umán, Guatemala, en entrevista con Día Siete, reflexiona sobre la situación de riesgo para los migrantes, la cual es bien conocida por los gobiernos.

“No solo hay que buscar permisos de empleo –dice–, hay que ver a los migrantes que están muriendo en el camino, a las familias que dejan, a las mujeres y niños. Sabemos que los medios son importantes y queremos que hagan conciencia y cuestionen a los que hablan mucho de migrantes, a las ONG en Estados Unidos, a los gobernantes, congresistas… Se habla mucho en defensa de ellos, pero quién los atiende realmente”.

Sobre la labor de Guatemala, el padre Barilli dice que ahora que se viven procesos previos a elecciones, igual que en México, la migración sólo es un tema de propaganda política. Sobre las condiciones en relación con EU, él mismo cuestiona: “¿Cómo invierten los otros países?”. Se contesta: “En contra del narcotráfico o de los conflictos, para proteger sus inversiones”.

Para ayudar a respetar un derecho humano, Barilli agrega a la revista semanal: “habría que pensar en los beneficios que la mano de obra de migrantes genera, y de esta manera, darle un mejor trato a la gente que trabaja en sus campos”.

Jesús, guatemalteco de 25 años deportado de México junto con nueve compañeros más, siete de ellos hondureños, incluidas dos mujeres de 21 y 17 años, dice ser el mayor de todos. Ha intentado pasar a México en tres ocaciones sin éxito; aunque esta vez ha conseguido, con su familia que vive en EU, un préstamo para cruzar con un pollero. El Gordo, como ellos lo llaman, es su guía y es un elemento de una organización que se dedica al tráfico de personas. El Gordo ha viajado con los migrantes dentro de México haciéndolos cruzar en lancha, camión y tren, hasta llegar al Estado de México, donde los detuvieron y deportaron.

El Gordo, “coyote” o “pollero” –como se conoce a los que guían a los indocumentados para cruzar las fronteras— que se reserva su nombre, dice que el cobro depende del país procedente de los migrantes, pero va de los 5 a los 7 mil dólares. Para Jesús, quien ha vivido la experiencia de cruzar solo, una manera de asegurar la llegada a su destino es pagar 5 mil 500 dólares. A pesar de que esta vez no lo ha logrado (no cubrirá el 100 por ciento del pago), lo volverá a intentar, con la misma persona que los guía.

A pesar de que este grupo habla de que su deportación voluntaria ha apresurado el retorno a su país, gracias a estar observado por grupo de defensores de derechos humanos, los migrantes no siempre tienen la fortuna de ser tratados apropiadamente. La extorsión a manos de miembros del ejército y la policía con el pretexto de llevar a cabo controles de la migración ilegal sigue siendo una práctica abierta. Con frecuencia sirve de contexto para otras violaciones de derechos humanos como, por ejemplo, malos tratos, violencia sexual, amenazas.

En la travesía por el país,  hombres, mujeres y niños están expuesto a la discriminación, ataques de los traficantes de personas y secuestros de las bandas delictivas en colaboración con autoridades corruptas. En el informe anual 2010 de Amnistía Internacional se estima que hasta 6 de cada 10 mujeres y niñas migrantes centroamericanas con rumbo a Estados Unidos sufren violencia sexual durante el paso por tierras mexicanas

Las rutas para los centroamericanos sin documentos que transitan por el país se han vuelto cada vez más peligrosas. Las Casas del Migrante son lugares donde los rumores rondan, un cuartel al que se ha logrado llegar a salvo, donde habrá que decidir que ruta tomar, señala Día Siete.

Para los viajeros que cuentan con recursos, una vía podrían ser los autobuses de línea, aunque el peligro es inaplazable cuando el vehículo es detenido por algún reten militar o de migración. O por grupos criminales, como en el caso de los centroamericanos privados de su libertad, asesinados y sepultados en fosas clandestinas, como sucedió en Tamaulipas, por negarse a sumarse a Los Zetas, según las autoridades.

en Sinembargo al Aire

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