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Juan Pablo Proal

26/08/2013 - 10:18 am

Contra los tacos al pastor

“Si los mataderos tuvieran paredes de cristal todo el mundo sería vegetariano”, Paul McCartney. Afortunadamente la tauromaquia ha devenido en el disfrute de una minoría apenas perceptible, aunque de igual forma poderosa e influyente en la clase política; por tal razón ha sido tan difícil de abolir en el Distrito Federal y las principales ciudades […]

“Si los mataderos tuvieran paredes de cristal todo el mundo sería vegetariano”,
Paul McCartney.

Afortunadamente la tauromaquia ha devenido en el disfrute de una minoría apenas perceptible, aunque de igual forma poderosa e influyente en la clase política; por tal razón ha sido tan difícil de abolir en el Distrito Federal y las principales ciudades del país.

A esa conclusión llega Leonardo Anselmi, responsable de que se suprimieran las corridas de toros en Cataluña, España. Si bien la simbiosis entre la ´élite y los taurinos podría parecer un factor determinante para que las corridas de toros se perpetúen al infinito, el también director de la Fundación Franz Weber pronostica un escenario alentador: en no más de diez años la fiesta brava se habrá prohibido en todo el mundo.

Como botones de esperanza, las corridas de toros se han comenzado a abolir en distintas partes del globo. Están prohibidas en: Junín y Concepción, Perú; Quito y 125 cantones de Ecuador; Bogotá y La Tebaida, Colombia; Caracas y las principales localidades de Venezuela; en todo el estado de Sonora y los municipios de Teocelo, Boca del Río, Córdoba, Jalapa y Fortín de las Flores, en Veracruz, México; las comunidades autónomas de las Islas Canarias, Cataluña y San Sebastián, España; Viana do Castelo, Portugal, y en el 93 por ciento de Francia.

La prohibición de la fiesta brava es la piedra angular para ganar cientos de reivindicaciones pendientes del ser humano con los animales, me explica en entrevista el argentino Leonardo Anselmi, a nivel mundial el líder más visible del movimiento antitaurino: “Las corridas no solamente son malas para los toros, también para el resto de los animales, el progreso moral y la eliminación de la violencia”.

Una vez prohibidas las corridas de toros, la sociedad comenzará a plantearse su relación con los animales en otros asuntos igualmente violentos, como la masacre cometida por la industria ganadera, del vestido, los circos o las tiendas de mascotas.

El cartonista Eduardo del Río, “Rius”, dijo alguna vez que lo peor del capitalismo no es creer en él, sino vivir en él. Tal vez eso explique un fenómeno peculiar: la mayoría de los ciudadanos que simpatiza con la prohibición de las corridas de toros no tiene problemas con comer carne o utilizar zapatos de piel.

“Habrá que explicar de dónde viene este fenómeno, pero yo creo que está estrechamente ligado con lo que vemos y no”, reflexiona Anselmi. Me explica que una de las razones primordiales para abolir las corridas de toros es que se trata de una exhibición pública a la que tienen acceso, incluso, menores de edad: “Al tener proyección se carga de un efecto educativo, la normalización de la violencia, la aceptación de la violencia en la sociedad, tenemos que preguntarnos si nos conviene como sociedad, no sólo si le conviene a los animales”.

México, país de incontable censo mortuorio ligado a la criminalidad, donde el secuestro, la mutilación y la tortura se han normalizado a tal punto de ser vistos como parte inevitable de la convivencia humana, debe replantearse su relación con los animales como antecedente para ganar la batalla a la violencia.

Peleas de gallos y perros, matanzas de animales con fines gastronómicos, palenques, circos, maltrato contra canes, rastros, fiestas charras, matanza del chivo… “Hay violencia independientemente de quién sea la víctima, si aceptamos la violencia animal también la aceptamos hacia las personas”, recalca Anselmi.

El activista está de visita en México para emprender una campaña que ya ganó su primera batalla en la ciudad de Monterrey, Nuevo León: eliminar la participación de los caballos en las carretas de recolección de basura. El proyecto se titula “Basta de TaS” (Tracción a sangre).

“Desde Basta de TaS proponemos la sustitución de los caballos por vehículos de tracción a motor, tal como ya se está haciendo en muchos países latinoamericanos, con el fin de integrar en el circuito laboral formal y con todas las garantías de seguridad a los carretoneros, así como también liberar a los caballos de un trabajo para que el no están preparados”, argumenta la campaña en su página.

En estos tiempos pareciera que el hombre bienintencionado es presa de la contradicción como inevitable laberinto brumoso. Está en contra del deterioro ambiental pero compra regularmente botellas de agua producidas por refresqueras. No quiere más corridas de toros, pero come tacos al pastor sin remordimiento de conciencia. Se queja de la contaminación ambiental y usa el automóvil hasta para el más mínimo recorrido.

La inercia cotidiana está tan arraigada en nuestros hábitos que a veces no nos detenemos a contemplar nuestras contradicciones.

“Hay una manera de contribuir a la protección de la humanidad, y es no resignarse”, advertía el escritor argentino Ernesto Sábato. Tal vez los animalistas tengan razón. Es necesario ganar la partida contra las corridas de toros para que un día veamos una sociedad libre de violencia. Y si no están en lo correcto, al menos tendremos un pretexto para no morir de desesperanza.

Twitter: @juanpabloproal

www.juanpabloproal.com

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