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Óscar de la Borbolla

26/09/2016 - 12:00 am

Pistas para entendernos

Supongo que estas dos formas de vida entenderían -si pudieran entender, obviamente- de forma muy distinta ese refrán que viene desde Hipócrates: “la ocasión es fugaz”; para el reptil sería obvia, para la planta no tendría sentido.

Entre nosotros, individuos de la especie homo sapiens sapiens, cuya característica más sobresaliente es que somos entendidos, conscientes o poseedores de esa habilidad práctica que Prometeo se robó para dárnosla -me da igual- se da que algunos son como plantas carnívoras pasivas y otros, más veloces que las mismísimas lagartijas por la prontitud conque reacción ante la oportunidad. Foto: Especial
Supongo que estas dos formas de vida entenderían -si pudieran entender, obviamente- de forma muy distinta ese refrán que viene desde Hipócrates: “la ocasión es fugaz”; para el reptil sería obvia, para la planta no tendría sentido. Foto: Especial

Más allá de la polémica evolución vs creacionismo -en la que yo, por supuesto, me afilio a la primera-, hay en la naturaleza un espectáculo formidable de maneras con las que las especies han logrado afianzarse en el mundo: me maravilla, por ejemplo, la rapidez de lengua de algunos reptiles que, mimetizados con la roca o el trono sobre el que se apoyan, atrapan al insecto que les pasa volando por delante: que certera rapidez de lengüetazo apenas perceptible a simple vista. Y me dejan también asombrado ciertas plantas carnívoras pasivas que, al contrario de esas veloces lengua, se toman su tiempo para conseguir a su presa; no cierran instantáneamente ese par de hojas con espinas que semejan fauces, sino que la mosca, atraída por lo tentador de las substancias que están en esa “boca”, en apariencia inofensiva, entra caminando y, sin darse cuenta, queda ahí embarazada por una viscosidad en la que la planta la disuelve.

Supongo que estas dos formas de vida entenderían -si pudieran entender, obviamente- de forma muy distinta ese refrán que viene desde Hipócrates: “la ocasión es fugaz”; para el reptil sería obvia, para la planta no tendría sentido.

Entre nosotros, individuos de la especie homo sapiens sapiens, cuya característica más sobresaliente es que somos entendidos, conscientes o poseedores de esa habilidad práctica que Prometeo se robó para dárnosla -me da igual- se da que algunos son como plantas carnívoras pasivas y otros, más veloces que las mismísimas lagartijas por la prontitud conque reacción ante la oportunidad.

Y en efecto, unos captan lo fugaz de la ocasión, perciben que está calva, que no tiene pelos para asirla de un tirón y, ya sea que la tomen o se les vaya, viven a la expectativa, esperando el momento para saltar. Otros en cambio, no ven la fugacidad de la ocasión y confían en que ellos la van construyendo poco a poco, y que algún día estará madura para poder tomarla. Tampoco en este caso hay garantía de que se salgan con la suya. Lo que sí, son dos formas irreductibles de plantarse en el mundo: la del reptil y la de la planta: ambas se dan entre nosotros y quienes las han adoptado sobreviven.

Se aprende mucho estudiando a las especies: en sus modos de sobrevivir aparecen, en estado muy simple, las complicadas y retorcidas maneras de las que nos valemos nosotros, porque somos perros, simpáticos y leales, y lobos, montoneros y feroces, y ardillas, saltadoras y nerviosas, y cucarachas, resistentes y rastreras, y, por supuesto, también plantas carnívoras pasivas, lagartijas y hasta moscas

Nos disfrazamos como el camaleón aparentando que comulgamos con las ideas que el otro proclama, nos organizamos como las hormigas para construir edificios, nos encendemos como las luciérnagas adornándonos con cosméticos y afeites que nos permiten brillar y así, como esos luminosos insectos, deslumbrando garantizamos nuestras danzas de apareamiento… En fin, somos un complejo zoológico en el que se dan cita las mañas de todos los animales, y por eso me maravillan las especies, porque vistas de una en una se me hacen más discernibles los seres humanos.

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@oscardelaborbol

Óscar de la Borbolla
Escritor y filósofo, es originario de la Ciudad de México, aunque, como dijo el poeta Fargue: ha soñado tanto, ha soñado tanto que ya no es de aquí. Entre sus libros destacan: Las vocales malditas, Filosofía para inconformes, La libertad de ser distinto, El futuro no será de nadie, La rebeldía de pensar, Instrucciones para destruir la realidad, La vida de un muerto, Asalto al infierno, Nada es para tanto y Todo está permitido. Ha sido profesor de Ontología en la FES Acatlán por décadas y, eventualmente, se le puede ver en programas culturales de televisión en los que arma divertidas polémicas. Su frase emblemática es: "Los locos no somos lo morboso, solo somos lo no ortodoxo... Los locos somos otro cosmos."

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