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Alejandro Páez Varela

26/10/2015 - 12:05 am

El futuro de Mancera

El futuro político de Mancera, veo, está demasiado atado a la voluntad de los extraños, como la Blanche DuBois de Tennessee Williams.

Mancera, Barrales y Juan Díaz de la Torre, el miércoles pasado. Ese hombre a la izquierda es el  designado por Los Pinos para ocupar el lugar de Elba Esther Gordillo como líder charro del sindicato charro que ha servido décadas al PRI: el SNTE. Ahora, con Mancera, es uno en el GDF. Foto: Cuartoscuro
Juan Díaz, Mancera y Barrales, el miércoles pasado. Ese hombre a la izquierda es el designado por Los Pinos para ocupar el lugar de Elba Esther Gordillo como líder charro del sindicato charro que ha servido décadas al PRI: el SNTE. Ahora, con Mancera, es uno en el GDF. Hasta presupuesto le dan. Foto: Cuartoscuro

Un dato importante para empezar: Miguel Ángel Mancera reordenó casi por completo sus relaciones personales y políticas al llegar al Gobierno del Distrito Federal. Al mismo tiempo que formó alianzas de cero, tomó en sus manos la agenda del GDF con la prensa. Entonces el hombre que vemos hoy es producto de él mismo, de sus movimientos de los últimos pocos años. Para bien o para mal.

A mitad del camino como Alcalde de la Ciudad de México, cabe preguntarse: ¿Y qué futuro tiene ese hombre? El ejercicio me gusta. Vamos por partes.

Un amigo, observador oficioso (aunque con oficio), me dice que rehacer su agenda de relaciones era una emergencia para Mancera. Dice que, fuera de un par de policías, el ex Procurador capitalino tenía su base política muy atada a la de Marcelo Ebrard. Y al tomar distancia de él debió armar por completo su agenda. Acercó a algunos, como a Héctor Serrano, el más importante de los operadores que ha tenido. “Y no sin paranoia, o con bastante paranoia, borró a cuantos pudo, sometió a colaboradores a ejercicios de lealtad y comenzó a crear alianzas una a una para poder operar”, agrega.

–¿Por qué se construyó una sensación de que el PRI y Los Pinos se lo echaron a la bolsa? –le pregunto a otro observador.  (Lo citaré por su nombre en su momento en un texto más amplio que preparo para el futuro. Es cercano a las últimas dos administraciones capitalinas, y distante de la actual).

–Porque así es. Los Pinos le tendió la mano en temas escabrosos y operó con los funcionarios federales el tema Ebrard –me dice.

Me conduce a su tesis de por qué a Mancera se le ve, públicamente, tan de cercano al PRI.

–Él maneja la agenda de prensa del GDF, ¿no? –me dice.

–Sí, obvio que sí –le digo–. Con tantos cambios en Comunicación Social sólo él puede haber hecho la agenda de prensa de su administración.

–Pues su agenda de prensa es una agenda hecha como las que hace el PRI: con los medios que es posible comprar. Ve, ¿con quiénes acuerda entrevistas, con cuáles medios, cuando vienen sus informes de gobierno? Son los mismos que entrevistan además al Gabinete Presidencial –me dice–. Por el mismo manejo de Mancera, la prensa crítica se alejó de él mientras que la vinculada al Gobierno federal es la que le sirve. Por eso se le ve como se le ve.

–Cierto –le digo.

***

Visto de lejos, uno puede advertir que Mancera tiene miedo a equivocarse y por eso, cuando se equivoca, se vende a sí mismo la idea de que tiene la razón. Y se amacha a ella (a la idea; a la razón no, porque no siempre la tiene). Dos ejemplos: el Hoy no Circula sabatino, y que no hay crimen organizado en la capital. Sus decisiones le han costado caras, y no recula.

Eso tiene un impacto en su futuro, por supuesto. Sobre todo, predefine la ruta de los siguientes tres años.

Y no serán años fáciles, como él podrá creer ahora que tiene más dominio sobre el suelo que pisa. (La tradición dice que, en un mandato de seis años, a los tres se cometen las peores burradas. Por la confianza).

Primero, Mancera deberá escoger posible sucesor. O, más bien, deberá participar en la selección del candidato del PRD a la alcaldía de la ciudad, porque eso de “dejar sucesor” es cosa de un pasado no muy lejano: Morena ya no le pisa los talones, Morena ruge por la capital.

Para escoger un candidato de la fuerza que le es afín, el PRD, deberá alinear sus fichas. Él sabe que Salomón Chertorivski quiere, pero puso a Patricia Mercado en una posición estratégica; posiblemente para que se anularan. Carlos Navarrete no es su ficha y quiere ser candidato en la ciudad; es uno de “Los Chuchos”, el hongo que secuestró al partido. ¿Quién le queda a Mancera, entonces? ¿Amalia García, que no es de él? ¿Su ex novia, Alejandra Barrales? ¿El Procurador Rodolfo Ríos Garza?

Lo anterior indica –no me entretengo en más nombres– que Mancera no será Peña Nieto cuando dejó el Estado de México; Mancera no tendrá a un incondicional, un Eruviel Ávila, para cuidarle la espalda. Eso lo lleva a una segunda tarea urgente: arreglar la sucesión.

Pongo las delegaciones como ejemplo rudo. Seguramente los perredistas no esperaban perder, porque dejaron un cochinero. Ahora, advertido a tiempo, Mancera debe prepararse para entregar cuentas. Por ejemplo, en seguridad. Qué le dirá al que tome las riendas de la ciudad en 2018-2024, ¿que no hay crimen organizado? Puede hacerlo, pero no tardará, el siguiente Jefe de Gobierno, en deducir lo que deduce el ciudadano común: que si hay tantas drogas, extorsión, secuestro y ejecutados, pues habrá una o varias estructuras que alimenten todo lo anterior. Y esas estructuras se conocen como cri-men-or-ga-ni-za-do.

Luego está toda la obra: como ninguno de los antecesores, deberá justificar la deuda adquirida y turnar proyectos entregados, no en proceso. Digo, por su propio bien. La siguiente administración no será necesariamente afín (él no tiene partido) y tendrá sus prioridades; no se dedicará a terminar lo que él empezó. Entonces deberá dejar pocos compromisos, apenas los mínimos, o se enfrentará a reclamos.

La deuda: también deberá justificar cada peso. El Distrito Federal es la entidad más endeudada de México, con 66 mil millones de pesos. Le siguen Nuevo León con 56 mil millones y Chihuahua, con 41 mil millones. Rodrigo Medina y César Duarte, ambos del PRI, el primero ex Gobernador y el otro todavía en funciones, se enfrentan a reclamos duros por este concepto. Mancera deberá justificar por qué la capital llegó a tales niveles. Ciertamente el DF no tiene la mayor deuda per cápita, pero está en el quinto lugar, sólo rebasado por Coahuila, Quintana Roo, Chihuahua y Nuevo León. Que Mancera sea compañero de lista con los gobiernos anteriores no es nada halagador.

En ataques a la prensa, Manera sale bastante mal. Está en los primeros tres lugares casi de cualquier lista. Lo mismo pasa en Derechos Humanos: la capital del país está muy lejos de cumplir con una tradición de izquierda, que es justamente tratar a los ciudadanos con respeto y equidad.

En fin: Mancera debe tratar de mejorar estos indicadores (desde la inseguridad hasta la deuda, los derechos humanos y los ataques a la libertad de expresión) y para mejorarlos, debe empezar por reconocer las fallas. Pero no veo a Mancera reconociendo errores. Salió testarudo.

Todas son bombas de tiempo para él. No puede entregar cuentas mochas ni maquillar, porque Eruviel (es un ejemplo) no estará para encubrirlo.

Lo anterior lleva, como consecuencia lógica, a la operación política que debe empezar desde YA.

La operación política. Uf. Quizás Mancera esté pensando que tiene un pie adentro del PRD con el grupo de Héctor Serrano. No se necesita ser malpensado para deducir que Serrano trabajó para Serrano. Y los grupos políticos se desmoronan en cuanto hay intereses de por medio. Mancera sabe de eso. Nada más hay que voltear a ver el grupo político de Marcelo Ebrard: quedó desmantelado. O casi desmantelado. Y ese trabajo fue operado directamente por él, por Mancera: ¿qué le hace pensar que él, que no es político, conservará un grupo político que le mueva la cuna? Sólo si logra una postulación presidencial alargará un poco ese poder; traerá un presupuesto, digamos, para mantener aceitado el club temporal de fans.

Pero si no logra la postulación; si el PRD se va con otro o decide, y Morena acepta, llevar un candidato único de izquierda en 2018 (AMLO), el desgaste de Mancera será el mismo de Ebrard: apenas sobrevivirá un verano. En ese caso, quizás, podría optar por una senaduría. Y peleándola con todo, porque en el DF hay un montón apuntados, incluyendo los del mismo grupo que se llama “mancerista” ahora. Veo a Serrano Senador, más que a Mancera Senador.

El futuro político de Mancera, veo, está demasiado atado a la voluntad de los extraños, como la Blanche DuBois de Tennessee Williams. Depende de las encuestas, y en las encuestas está parado en un pantano. Depende del PRD, del que no es miembro y donde las tribus son prácticas y caníbales. Depende de un grupo cercano, pero ese grupo cercano se desmoronará cuando no tenga con qué alimentarlo. Depende de la prensa más voluble: la que lo dejará en cuanto no haya presupuesto. Depende de “lealtades” pero, ¿quién puede ir hasta el final con un hombre que es tachado por su ex equipo (los ebrardistas) como traicionero?

Mancera depende además de sus alianzas, del trabajo que hizo pieza por pieza cuando decidió independizarse del grupo que lo llevó al poder. ¿Con quién podría Mancera aliarse para sobrevivir el siguiente tramo de su vida? Morena y Andrés Manuel López Obrador tienen sus propios planes. ¿Con el PRI? Sí, si decide por fin dar el brinco definitivo a ese partido y aceptar que lo postule para alguna cosa menor; sí, si el PRI gana otra vez la Presidencia y lo invitan de… de… de… ¿De qué? Con el PAN, na. Na, na. ¿Con el PRD? Bueno, si a “Los Chuchos” les conviene Mancera, le darán futuro; y aún cuando se lo ofrezcan, como lo han hecho, podrían darle la espalda si así conviene a sus intereses, y de eso sobran ejemplos.

Si Mancera cree que la prensa que le abre espacios hoy se mantendrá de su lado, se equivoca. Al día siguiente que salga le romperán lo que le tengan que romper porque hay nuevo jefe, y ese jefe tiene el presupuesto en la mano. Que vea a Ebrard: no habían pasado unas horas cuando ya estaba en las portadas, acusado de malversación o de negligencia. Si Mancera no es candidato presidencial, esa prensa le dará una patada de inmediato. O eso veo.

A Blanche DuBois, en Un Tranvía Llamado Deseo, la abandonan los extraños en los que confía y la abandona su amado Mitch, también. Y entonces, cuando su mundo frágil se desloma a sus pies, acepta su rendición en una frase:

–No quiero realismo, quiero magia.

Veo a Mancera pisando sobre magia desde ahorita. Las encuestas le dan de bofetadas y él cree que va a ser Presidente. En eso está basada toda su esperanza, para desgracia de él. Porque no veo que Mancera se haya tejido un paracaídas que aguante los vendavales de un político desempleado.

Así pues, ¿cuál es el futuro de Mancera?

Al final, no lo tengo tan claro. Usted dígame: ¿cuál es el futuro de Mancera?

Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

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