AMLO no quiere ganar

27/04/2017 - 12:00 am
Los alegatos de AMLO fueron lamentables y preocupantes al mismo tiempo. Foto: Especial.

La defensa y reacción de Andrés Manuel López Obrador en relación con el caso de Eva Cadena denota la falsedad del discurso anticorrupción que ha enarbolado el tabasqueño. El caso de la diputada de Morena que recibió, y fue grabada en video, un fajo de billetes es un acto que necesita ser investigado y sancionado. Según AMLO a la diputada “le pusieron un cuatro” con el fin de desprestigiar su proyecto. El golpe fue contundente. Y sí, fue un cuatro que revela un acto de corrupción de una diputada de Morena.

Los alegatos de AMLO fueron lamentables y preocupantes al mismo tiempo. ¿En qué cabeza cabe pensar que la defensa es que fue un cuatro con malas intenciones por los rivales políticos de AMLO? ¿Por qué la incapacidad del presidente de Morena para aceptar que uno de los suyos fue sorprendido en flagrancia cometiendo un presunto delito? ¿En serio la miopía es tan severa para hacer autocrítica?

La incoherencia: enarbolar la bandera de combatir la corrupción, pero cuando está ante un acto de corrupción, AMLO acusa que lo ataca “la mafia del poder”. Desatender la realidad. Los hechos. Lo evidente. Hace que AMLO sea igual a todos los demás de los otros partidos. Su reacción no se diferencia en nada. Absolutamente en nada. Eso es una mala noticia para nuestra oferta política.

La reacción que hubiera brindado mayores aplausos y credibilidad era acusar a su correligionaria. Demandar una investigación. Expulsar a la diputada y aclarar que él jamás ha visto un centavo de ese medio millón de pesos que decían que era para él. Proponer cambios para generar mayor rendición de cuentas y controles dentro de Morena, entre otras acciones. Pero eso era aceptar que hay fallas en Morena –como en todos los partidos- pero su reacción podría haber abonado de manera seria para su credibilidad. Pero bueno, el hubiera no existe.

Sería injusto asumir que AMLO está al tanto de todos los movimientos que hacen los miembros de su partido. Es decir, no sabemos si conocía o tenía conocimiento de la reunión de Eva Cadena con los “generosos” empresarios. Hay dos escenarios:

Si AMLO no sabía nada: 1) los hechos evidencian que hay falta de controles internos dentro del partido en relación con donaciones ilegales en efectivo. No podemos presumir que es un hecho aislado, sabemos que uno de los más graves problemas de nuestra democracia es el dinero ilegal en las campañas políticas; 2) Por el otro lado, ¿qué más no sabe AMLO que está pasando en su partido dado que los controles internos no son efectivos?; 3) era la oportunidad perfecta, dado su desconocimiento para hacer grandes cambios dentro de su partido y darle sustancia real a su bandera anticorrupción.

Si AMLO sí sabía: 1) AMLO es como cualquier otro político que dice una cosa y hace otra. Lucrar con dinero ilegal para su partido es un delito. No importa si era para él o para su causa política, lo que vimos en pantalla es un delito y de él saber lo que estaba pasando entonces encubría a una delincuente; 2) entonces el candidato presidencial no tiene un plan para combatir la corrupción en México; 3) es un profundo acto de incongruencia política que provoca una desconfianza severa en el electorado.

A pesar de ser un país que gusta de crear instituciones para atajar problemas. Ver casos como el de Eva Cadena, Emilio Lozoya y sus contratos con Oberdrecht, los diputados del PRI que fueron cercanos colaboradores de Javier Duarte y su protección con fuero de la que actualmente gozan nos muestra –sin ninguna duda- que algo está fallando de manera seria. Es decir, las instituciones no están cumpliendo con su cometido.

La vorágine corrupta de nuestra clase política sí puede ser atajada, perseguida, castigada. Me rehúso a creer que no se puede, más bien sostengo que no se quiere. Sin embargo, lo cierto es que los controles de fiscalización, denuncia, rendición de cuentas, castigo y procuración de justicia no funcionan como deberían. Decimos tener contralores internos que no generan ningún desincentivo para que funcionarios no comentan actos de corrupción, tenemos leyes mejoradas que tipifican delitos que tengan que ver con corrupción, pero no son usadas por los ministerios públicos y jamás alcanzan una sentencia condenatoria.

En otras palabras, nuestro sistema está fallando para perseguir la corrupción. Inclusive las fallas de fiscalización, por ejemplo, no han sido modificadas de manera óptima en el nuevo Sistema Nacional Anticorrupción. Cuando la FEADLE dice que investigará el caso de Eva Cadena, la gran mayoría de la sociedad lo que escucha es que nada pasará. La fascinación de las procuradurías por declarar de manera fácil ante la prensa que investigarán y los resultados efectivos de dicha investigación son dos mundos diferentes.

Nuestro sistema de incentivos para no cometer actos de corrupción es inexistente. Los grandes casos de corrupción que vemos pasar cada semana en la prensa nacional tienen un común denominador: se puede ser corrupto sin prácticamente ninguna consecuencia.

Debemos transformarnos en un país en donde los controles impidan que Javier Duarte pueda crear una red de empresas fantasmas que desfalquen al estado o que se persiga al exdirector de Pemex, Emilio Lozoya por recibir sobornos de la empresa brasileña.

El caso de la morenista Eva Cadena y la reacción de AMLO son un botón de muestra sobre cómo se hace política en este país. Si AMLO quisiera ganar las elecciones del 2018 el caso de Eva Cadena se podría haber convertido en una oportunidad inigualable. Podría haber dado la vuelta a los ataques y lejos de negar los hechos podría haber dado señales (con hechos también) que él enfrentará de manera diferente la corrupción. Sin embargo, no fue así…. Es igual a los que dice combatir, porque para ganar se necesita algo más que retórica.

Darío Ramírez
Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad Iberoamericana y Maestría en Derecho Internacional Público Internacional por la Universidad de Ámsterdam; es autor de numerosos artículos en materia de libertad de expresión, acceso a la información, medios de comunicación y derechos humanos. Ha publicado en El Universal, Emeequis y Gatopardo, entre otros lugares. Es profesor de periodismo. Trabajó en la Oficina del Alto Comisionado para Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR), en El Salvador, Honduras, Cuba, Belice, República Democrática del Congo y Angola dónde realizó trabajo humanitario, y fue el director de la organización Artículo 19.
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