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Jorge Alberto Gudiño Hernández

27/04/2019 - 12:05 am

La responsabilidad y el cochinero

En nuestro país se gobierna más por palabras que por hechos de gobierno.

La matanza de Minatitlán nos pegó por las imágenes. Foto: Cuartoscuro

En nuestro país se gobierna más por palabras que por hechos de gobierno. Es una prolongación del carácter simbólico que se le ha querido dar, en donde importan más las representaciones que los significados. De ahí que sea paradójico que, ante la primera gran tragedia que enfrenta el presidente, las palabras sean por demás desacertadas. La matanza de Minatitlán nos pegó por las imágenes, por el bebé muerto de un balazo, porque la empatía tiene sus recursos y hay tragedias que nos resultan más dolorosas que otras.

La respuesta del presidente volvió a dar vueltas en torno a un tópico que se desgasta a gran velocidad. La afirmación de que la violencia es heredada, que la descomposición social proviene de los dos, tres, cinco o diez sexenios anteriores es cierta. También lo es el hecho de que este problema no se puede resolver en cuatro o cinco meses; tampoco en tres años. Sin embargo, es necesario volverse responsable por varias razones.

A saber: porque las simples palabras no resuelven el problema. Ni siquiera ofrecen consuelo, tranquilidad o esperanza. “Nos dejaron un cochinero” es una enunciación tan verdadera como vacía. Es la enunciación de un niño pequeño cuando no cumple con lo que se le pide.

Segundo, porque el asunto del cochinero ya se sabía. Lo sabíamos quienes votamos por AMLO. Lo sabía él mismo, no por nada había recorrido el país durante tantos años. Que nos aseguren que todo era un cochinero es una frase de campaña (las palabras de nuevo). Cuando la dice un gobernante, una y otra vez, se va integrando a lo que critica. Sí, el cochinero está pero lo supimos siempre.

Tercero, una de las promesas de campaña fue hacerse cargo de dicho cochinero. Lo reitero: sé que no es posible arreglar las cosas en tan poco tiempo. Sin embargo, si ya se sabía del cochinero, si se prometió limpiarlo, entonces ya no se vale seguir acusando al pasado. O se puede hacer, siempre y cuando exista un contraste con el presente. Y no lo hay. No en el sentido positivo. Basta echar un vistazo a las cifras de homicidios para darnos cuenta de que ha crecido en esta administración. Así que el cochinero estaba, se ha señalado y ahora es más grande. No se vale seguir anteponiendo pretextos.

Quienes votamos por AMLO lo hicimos con esperanza, con indignación o con cansancio. En mi caso, la esperanza mengua mientras la indignación y el cansancio crecen. Estoy cansado de esta falsa dicotomía de liberales y conservadores; de acusar a quien se pronuncia en contra; de un presidente que habla demasiado y dice poco; del constante golpeteo al pasado que da la impresión que le cierra ciertas posibilidades al futuro. Estoy indignado por ciertas asociaciones; por la violencia incrementada; por pactos que resultan cuestionables; por decisiones arbitrarias; por la negativa a aceptar errores evidentes; por evadir la responsabilidad en temas como el del aeropuerto o cualquier otra de las consultas populares. Estoy esperanzado, aún, porque es lo poco que nos queda. Sigo convencido de que el presidente tiene buenas intenciones. Será cosa de deshacerse de cierto ensoberbecimiento, de hacerse responsable y de comenzar a limpiar, de verdad, el cochinero.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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