Gustavo de Hoyos Walther
27/08/2024 - 12:04 am
Las tribulaciones de Pemex
“Para el grupo hoy en el poder la empresa petrolera es una especie de símbolo del nacionalismo mexicano al que se le otorga un valor casi totémico. De todo esto se deriva la idea de que Pemex no necesariamente existe para aumentar sus ingresos”.
Recientemente, la Presidenta Electa Claudia Sheinbaum dio a conocer el nombre de quien será el nuevo director de Petróleos Mexicanos. Se trata de Víctor Rodríguez Padilla, quien ha realizado sus principales actividades en la academia.
Una de sus ventajas – o desventajas – es tener una relación muy cercana con la Presidenta. A él le corresponderá también poner en marcha la refinería de Dos Bocas.
Su desafío es gigantesco. Sacar de un marasmo imponente a Pemex, cuya situación financiera es deplorable. No sólo la compañía paraestatal tiene una deuda de cerca de 100 mil millones de dólares, sino que sus pérdidas de operación son estratosféricas.
Indudablemente, la empresa no es administrada a partir de la racionalidad económica.
Los voceros del régimen culpan a los gobiernos anteriores de la catástrofe actual. Se trata de una salida fácil. Es cierto que el Gobierno de Peña Nieto fracasó en el intento de modernizar y aumentar la competitividad de la empresa. A esto hay que agregar el hecho de que su director de Pemex, durante casi todo el sexenio, muy probablemente estuvo inmiscuido en actos de corrupción.
No obstante, el actual Gobierno tuvo todo un sexenio para probar que su enfoque era el indicado. No ha sido el caso.
Quizás uno de los problemas es pensar que Pemex es más que una empresa productora de petróleo y sus derivados que busca elevar sus ganancias. Para el grupo hoy en el poder la empresa petrolera es una especie de símbolo del nacionalismo mexicano al que se le otorga un valor casi totémico. De todo esto se deriva la idea de que Pemex no necesariamente existe para aumentar sus ingresos. Quizás en el pasado tenía cierto sentido pensar en la empresa paraestatal como la columna vertebral del desarrollo mexicano.
Lo que se olvida es que México ha cambiado mucho en los últimos treinta años. Hoy nuestro país es, sobre todo, un exportador de productos industriales y parte fundamental de cadenas de producción global. El año pasado nos convertimos en el principal socio comercial de Estados Unidos, incluso después de China y Canadá.
En la década de los 70s y 80s se pensó que habría un México posible que exportaría petróleo, principalmente a Estados Unidos. Esto nunca se realizó ni se realizará. Como sabemos, uno de los grandes acontecimientos geopolíticos de los últimos años es el descubrimiento en Estados Unidos de gas y petróleo que se puede extraer a partir de una técnica de fracturación hidráulica. Todo esto le otorgará a Estados Unidos una mayor independencia energética.
El futuro de México no puede estar en su pasado. El mayor desafío de nuestro país consiste en poder adaptarnos de la mejor manera a la cuarta revolución industrial y a un nuevo paradigma energético fundado en fuentes renovables y sustentables.
Nada de esto quiere decir que no intentemos salvar a Pemex. En lo que debemos de meditar es en cuál debe ser el papel de la empresa en el nuevo paradigma económico de México.
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