El legendario guitarrista tijuanense pasó por el Distrito Federal para mantener una charla pública con el periodista Ricardo Bravo, en el marco del ciclo “Íconos del rock mexicano”
Ciudad de México, 27 de octubre (SinEmbargo).- “Todavía tengo la magia del brujo”, dice el legendario guitarrista Javier Bátiz, de paso en esta ciudad para presentar un nuevo tema en el contexto de la tecnología reinante, gracias a la cual, “la música de antes suena como de ahora”, manifestó.
“Estoy listo para lo que viene”, afirmó, al tiempo de sentirse orgulloso por haber sido elegido por la Fonoteca Nacional, para una sesión de escucha en la que también mantuvo una charla pública con el periodista Ricardo Bravo, en el ciclo “Íconos del rock mexicano”.
Bátiz, nacido hace 71 años en Tijuana, donde tiene la categoría de prócer de la cultura popular, es efectivamente una figura legendaria, un ícono de la lira y de la esa música nacida en la frontera, bebiendo de varios manantiales a la vez y que le han dado un sonido tan propio como fascinante.
Tanto así que hasta su hogar pronto será un museo, merced a la gestión de la esposa del músico, Claudia Madrid y el compositor Guillermo Sánchez.
Ambos cumplirán el sueño de Javier, “quedarse para siempre” en “esta ciudad que tanto amo y de la que hablo por donde voy”, dijo el pasado agosto este artista al que la vida le ha dado algunos golpes duros –como cuando se incendió su vivienda en 2013-, pero “la música siempre ha estado increíble”, confesó en la Fonoteca.
La casa-museo funcionará como un espacio cultural, exhibiendo gran material documental, entre cartas, fotografías, premios, grabaciones inéditas y videos, del autor de “El vuelo del ángel”.
UNA VIDA ALREDEDOR DE LA MÚSICA
La vida de Javier Bátiz gira alrededor de la música.
“Toda mi vida es pura música… soy aburrido, obviamente para algunas personas, pero ni modo, cómo es lo único que sé, es de lo único que hablo. Si veo la televisión es porque estoy viendo uno de mis videos como 100 veces, lo que he hecho y lo que quiero hacer”, dijo en la Fonoteca Nacional.
“También escucho los discos que hacía antes y mis canciones nuevas que están padrísimas”, relató Javier Bátiz, antes de iniciar una sesión de escucha en la Sala Murray Schafer.
Fue su madre la que lo crió luego de la pérdida temprana de su padre. De ella aprendió los primeros acordes en la guitarra y fue ella que le silbaba “melodías mágicas” que le hicieron amar la música.
“Por eso soy muy guapo, tengo tanta vitalidad y estoy tan perro”, dijo con su acostumbrado estilo el artista que ha tenido “una vida muy larga de historia corta”.
“Nací, toqué, me volví famoso y aquí estoy”. Eso es todo para Bátiz, un hombre que con 58 años de carrera artística dedica gran parte de su tiempo a dar clases en una escuela, donde intenta transmitir y compartir su magia.
“Mashed potatoes”, que Javier interpretaba con el grupo TJ’S, fue la primera que sonó en el marco de una charla amena donde volvió a reivindicar su sitio histórico como maestro de Carlos Santana.
“Un día su mamá me preguntó si podía darle clases a su hijo y le dije que con mucho gusto. Le pregunté a Santana: ¿Ya tocas?, me dijo sí, ¿qué tocas?, dijo guitarra de mariachi y violín, le propuse entonces tráete el violín mañana y si tocas “El son de la Negra” te enseño. Llegó y la tocó muy suave, entonces le enseñé la guitarra y el bajo. Ahora él toca así porque yo lo instruí y él lo admite… y por eso me debe un carro del año”, afirmó Bátiz.
Para el guitarrista y compositor hacer un disco “es como tener un buen hijo que se convierte en uno malo, dependiendo como lo traten las compañías”.
“En este mundo he conocido gente graciosa, simpática y buenos músicos. Pero también he conocido mala gente que me ha puesto mil trabas, enormes bardas de cemento y acero, pero que como soy perro, he podido superar”, destacó.
“Hard life” y “Ella fue” dieron banda de sonido a un encuentro seguido con suma atención y risas contagiosas por los asistentes, testigos también del estreno de la canción “TJ funk”, “que era lo que tocábamos antes en Tijuana, la traigo nueva, con el sabor de antes, pero con la tecnología y la magia de hoy, de El Brujo. Es una canción que está padrísima, es rock and roll, jazz… y fiesta hasta que amanezca”, remató.
