Pronto el plástico será lo único que habite los océanos

27/10/2019 - 12:02 am
La vida en los mares está desapareciendo a una velocidad descomunalmente superior a la de la tierra. Foto: ©Igualdad Animal / Animal Equality.

A pesar de que el colapso general de la vida en el planeta es la noticia más importante que la humanidad ha recibido, el tema no suele aparecer en los medios, y si acaso lo hace, es siempre opacado por alguna otra noticia. Y peor aún, en la escasa cobertura que llega a obtener, se excluye al 70 por ciento del planeta. Sí, estamos hablando de los mares.

La vida en los mares está desapareciendo a una velocidad descomunalmente superior a la de la tierra. La gran importancia de este asunto, considerando que su difusión desencadenaría una avalancha de reclamos sobre cambios profundos, es la razón por la cual este tema no se discute en público en la forma que corresponde. Y lo que está causando esta gravísima situación es la pesca industrial, que, además, es responsable del mayor sufrimiento y muerte animal en toda la historia, matando a 1.613.000.000.000 (un millón seiscientos trece mil millones) de peces cada año (utilizando las prácticas más barbáricas y brutales), una cantidad que equivale a la población humana de 230 planetas Tierra.

De acuerdo con una investigación de Greenpeace de 2018, el 29 por ciento de la pesca que corresponde al Reino Unido pertenece exclusivamente a 5 familias que aparecen en la lista de millonarios del Sunday Times y otro 24 por ciento le corresponde a una multinacional neerlandesa, mientras que a los barcos pequeños – que representan el 79 por ciento del total usados – solo capturan el 2 por ciento de los peces.

Por otra parte, el informe “Planeta azul vivo” de la organización internacional WWF, demostró que las poblaciones de mamíferos marinos, aves, reptiles y peces se han reducido casi en un 50 por ciento a nivel mundial en las últimas cuatro décadas, llegando algunos peces a disminuir un 75 por ciento. Lo arrecifes de coral podrían desaparecer en todo el mundo para el año 2050, como resultado del cambio climático, lo cual es particularmente alarmante ya que más del 25 por ciento de todas las especies marinas viven en los arrecifes de coral.

Y es en este punto que convergen los elementos que confirman por qué este tema no aparece con frecuencia en los titulares de los medios. La acuacultura, a pesar de haber sido promovida como una alternativa sostenible a la devastadora actividad de la pesca industrial, utiliza gigantescas cantidades de soya para alimentar a los peces criados en granjas y el cultivo de soya destinado para este fin es una de las causas principales de deforestación en el planeta.

Los incendios que desde hace varios años han tenido lugar en la Amazonia tienen mucho que ver con esto ya que el 79 por ciento de la soya que se produce en el mundo se utiliza para alimentar a animales de consumo y la soya brasileña es la más exportada en el planeta. Según datos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), la deforestación en la Amazonia creció 50 por ciento en 2019 con la ganadería ocupando el 80 por ciento del área deforestada, según el informe de la Procuraduría del Medio Ambiente del Ministerio Público Federal realizado en 2015.

Volviendo a los mares, las piscifactorías o granjas de peces tienen un impacto aún mayor en el colapso de la vida en ellos ya que los peces son alimentados a menudo con grandes cantidades de todo tipo de peces y otros animales marinos. Además, el pez criado en granjas que es alimentado con soya produce más residuos que el pez libre, aumentando la contaminación de los océanos.

Alimentar peces en piscifactorías requiere cultivos de soya a grandes escalas que, a su vez, requieren deforestaciones masivas que también contaminan los mares. En varios estados de Estados Unidos, el agua que es recogida luego de secar la tierra para cultivar soya es vertida en el Golfo de México a pesar de contener fertilizantes nitrogenados que son la principal fuente de contaminación por nutrientes en el Golfo. En el agua contaminada con fertilizantes aparecen “zonas muertas” o espacios con concentraciones de oxígeno que hace que los animales marinos mueran.

Las poblaciones de mamíferos marinos, aves, reptiles y peces se han reducido casi en un 50 por ciento a nivel mundial. Foto: ©Igualdad Animal / Animal Equality.

Recientemente, un grupo de chefs argentinos se opusieron rotundamente a que el canal de Beagle que separa a Argentina de Chile fuera utilizado para la cría de salmones debido a que el establecimiento de granjas en la zona provocaría un destructivo impacto ambiental. Uno de ellos, el chef Francis Mallman, afirmó: “en los últimos 30 años hemos cocinado miles de salmones, pero hace un tiempo comenzamos a escuchar los problemas que hubo en Chile con el tema de los antibióticos que le dan al salmón y hace tres meses decidimos dejar de servirlo en todos nuestros restaurantes de Argentina y de todo el mundo. Creo que nunca es tarde para hacer cambios y empezar de nuevo…en 30 años no vamos a estar comiendo ya casi carne ni pescado”.

Ciertamente, estas palabras resuenan por su lógica. Si realmente queremos marcar la diferencia podríamos preocuparnos por el plástico en los océanos, la acidificación y contaminación de los mares pero sin olvidar que sin vida en los océanos ningún esfuerzo valdrá la pena. Debemos comenzar a dejar a los peces fuera de nuestros platos.

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