Los cadáveres de las crías de lobos marinos plagan la arena de la playa, a la espera de que las mareas o los chacales los hagan desaparecer, y el gran temor es que el fenómeno que está matando a los bebés de Pelican Point se extienda a otros lugares
Por Nerea González
Johannesburgo, 27 oct (EFE).- A finales de cada año, los lobos marinos de El Cabo dan puntuales la bienvenida a sus nuevas crías para asegurar el relevo generacional de las colonias del sur de África. Este 2020, sin embargo, las playas de Namibia se han llenado de miles de crías muertas por aborto que alarman a los científicos.
Las alarmas están sonando, en concreto, en la zona de la localidad namibia de Walvis Bay, en la colonia de 50 mil ejemplares que habita la península de Pelican Point.
Solo en esa área, los miembros de las organizaciones conservacionistas Ocean Conservation Namibia (OCN) y Namibian Dolphin Project calculan que se han producido ya “miles” de abortos y muertes de crías prematuras.
Sus cadáveres plagan la arena de la playa, a la espera de que las mareas o los chacales los hagan desaparecer, y el gran temor es que el fenómeno que está matando a los bebés de Pelican Point se extienda a otros lugares -o ya esté presente-, en un momento en el que los desplazamientos y las investigaciones científicas se han vuelto muy complicados por culpa de la pandemia de COVID-19.
Por esas dinámicas, ahora “es muy difícil decir con seguridad el número” de muertes, indicó a Efe Tess Gridley, codirectora de Namibian Dolphin Project, pero las estimaciones hasta la fecha apuntan a unas 5 mil solo en Pelican Point y el motivo, de momento, es una incógnita.
“Estamos siendo muy cautelosos al hablar de factores causales concretos. Hay muchas razones por las que puede haber un incidente de abortos”, señaló Gridley, enumerando posibles ejemplos como la presencia de alguna bacteria, contaminación, malnutrición o una combinación de distintos factores.
LOBOS DEL CABO, PARTE DEL PAISAJE DE LA COSTA DEL SUR DE ÁFRICA
Los lobos marinos surafricanos o lobos de El Cabo (Arctocephalus pusillus pusillus) son mamíferos muy similares a las focas, de las que se diferencian por rasgos como la presencia de pequeñas orejas.
Recostados perezosamente sobre la arena cuando están en tierra pero capaces de sumergirse hasta 200 metros en el agua para buscar comida, se estima que en las costas atlánticas, desde Sudáfrica hasta Angola, habitan unos 1.7 millones de ejemplares.
No tienen, por tanto, grandes riesgos de conservación más allá de la presencia de pesca para garantizar su alimentación.
En Namibia son, además, un gran activo natural y turístico de las extensas playas en las que la arena mojada se convierte en desierto en apenas unos metros.
Al igual que puede pasar con los humanos, si las madres de estos mamíferos marinos atraviesan algún problema de salud o, por ejemplo, si una mala alimentación reduce sus niveles de grasa corporal necesaria para sobrevivir, son inconvenientes que pueden llevar a la interrupción de sus embarazos.
Como la especie adopta, según describió Gridley, una “estrategia” de apareamiento estacional con “nacimiento simultáneo” de las crías a finales de cada año, es posible que todas las hembras embarazadas de una colonia se puedan ver afectadas por “una misma condición” o un mismo “agente” que detone abortos masivos.
Ya hubo, de hecho, un fenómeno así en 1994, cuando 10.000 ejemplares murieron y 15 mil fetos fueron abortados debido a problemas de inanición por la falta de pescado y la infección indirecta por una bacteria.
EN BUSCA DE LA CAUSA DE LAS MUERTES MASIVAS
“Actualmente lo que estamos tratando de conseguir son muestras de crías muertas, particularmente de las recién muertas, algo que suena muy mal, pero que es necesario para tener análisis realmente detallados”, apuntó Gridley en una entrevista telefónica.
Esas muestras deben enviarse a laboratorios de Pretoria, la capital de la vecina Sudáfrica, lo que implica altos costes de difícil financiación y para los que OCN y Namibian Dolphin Project están recaudando donaciones.
El siguiente paso será, además, obtener muestras de ejemplares adultos para comprobar qué problema está atacando a las hembras, ya que en las costas namibias también se han visto unos 350 ejemplares muertos sin explicación aparente.
El problema comenzó a detectarse en agosto pasado, cuando Naudé Dreyer, biólogo marino y cofundador de OCN, comenzó a divisar un número inusual de abortos y crías prematuras muertas en las playas de Pelican Point.
El fenómeno no ha dejado de crecer desde entonces, justo en coincidencia con los meses finales de los embarazos de los lobos marinos.
“Un cierto número de muertes en las colonias es parte normal y esperable del ciclo de la vida de los lobos marinos. Lo que es preocupante aquí es el alto número de abortos y el momento sincronizado”, señaló Dreyer en un comunicado.
“El impacto de esta desaparición en la colonia de Pelican Point, y posiblemente más lejos, puede notarse durante años”, advirtió el biólogo.