Vargas Llosa cumple 80 años con una vitalidad que no se limita a lo intelectual

28/03/2016 - 8:23 am

80 años que no parecen. Vargas Llosa se muestra lúcido y vital, para alegría de los seguidores de sus novelas y escritos y para zozobra de aquellos con quienes discrepa, hacia los que lanza con frecuencia sus perforadores azotes verbales.

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La vitalidad de Vargas Llosa no se limita a lo intelectual. Foto: EFE

Por Gonzalo Ruiz Tovar

Lima, 27 mar (dpa) – El Nobel de Literatura peruano-español Mario Vargas Llosa llega este lunes a los 80 años con nueva novia, nueva novela, nuevos honores y nueva disposición a intervenir en la política del Perú.

Y llega con uno de los mejores regalos que se le pueden hacer a un escritor: la editorial francesa Gallimard anunció esta semana que algunas de sus obras irán a la muy selecta colección La Pleiade, a la que solo otros 16 autores han tenido acceso.

Estar al lado de Baudelaire, Rimbaud o Stendhal no será cosa menor para un novelista que no tiene la modestia entre sus virtudes. Más si es la primera vez que un no francés es incluido en vida.

Vargas Llosa nació el 28 de marzo de 1936 en Arequipa, ciudad de los Andes del sur peruano, en una familia con buenas posibilidades económicas pero disfuncional: sus padres se separararon antes de que él naciera.

El padre, que conoció al niño cuando ya tenía 10 años, se asustó al saber que pretendía ser escritor, y, para alejarlo de ese mundo de “borrachos y homosexuales”, lo puso a estudiar en el colegio limeño Leoncio Prado, de formación rígida militar.

La experiencia confirmó su vocación y de hecho La ciudad y los perros, novela que recrea el mundo del Prado, fue una de las primeras en darle reconocimiento.

Con 14 años, Vargas Llosa ya estaba en un mundo que lo atrae tanto como la literatura, el periodismo, y aprovechaba las vacaciones escolares para publicar en el diario La Crónica.

Simpatizante entonces del socialismo, lo que vino luego fue una ola de éxitos. El peruano fue uno de los pilares del llamado “boom latinoamericano”, con el colombiano Gabriel García Márquez, el argentino Julio Cortázar y el mexicano Carlos Fuentes.

Con una producción prolífica que incluye 18 novelas, 10 obras de teatro y al menos 13 libros de ensayo, la de Vargas Llosa ha sido durante décadas una presencia de primer nivel en la cultura de Hispanoamérica, aunque sus ideas políticas y ese estilo que pocos dejarían de calificar de soberbio le hayan dejado enemigos.

Los críticos no se ponen de acuerdo, pero tres novelas son las que más consenso generan. La casa verde (1965), Conversación en La Catedral (1969) y La guerra del fin del mundo (1981). Incluso acérrimos admiradores admiten que en su producción hay altibajos y que algunos títulos no merecen pasar a la historia.

Con el Nobel a los 74 años, muchos pensaron que al arequipeño, ahora naturalizado español, le había llegado la hora del retiro. Se equivocaron o no lo conocían.

Hace apenas unos días publicó otra novela, Cinco esquinas, ambientada en un clásico barrio limeño durante la última parte del Gobierno de Alberto Fujimori, cuando la corrupción y el irrespeto a los derechos ciudadanos estaban desbordados.

Con matices, la crítica no ha sido benévola: “Algunas líneas que se anunciaban medulares nunca se desarrollan”, afirmó el peruano José Güich Rodríguez. Lo “positivo” tampoco es muy estimulante: dicen que al menos es mejor que la antecesora El héroe discreto.

La vitalidad de Vargas Llosa no se limita a lo intelectual. Hace un año sorprendió al anunciar la separación de su esposa por medio siglo, su prima Patricia Llosa, para vivir un romance con la “socialite” filipino-española Isabel Preysler, de 65 años.

Sorpresa no solo por la sólida relación con su segunda esposa -la primera fue su tía política Julia Urquidi-, sino porque Preysler, ex esposa del baladista Julio Iglesias y madre de tres de los hijos del español, dos de ellos cantantes pop, grafica de alguna manera esa “trivialización” que critica el novelista.

No suena factible que el romance saque a Vargas Llosa de la política peruana. El 10 de abril es la primera vuelta de las elecciones presidenciales y se descuenta que quien ganará esa ronda y acceda a la siguiente será Keiko Fujimori, hija de su archirrival y heredera de su cuestionado legado.

Hace cinco años, Vargas Llosa hizo un paréntesis en el pensamiento liberal ortodoxo al que se convirtió en la década de 1970, y apoyó al hoy presidente Ollanta Humala, entonces semiizquierdista, para ayudar a la derrota de la hija de quien lo venció en 1990 cuando se aventuró en una candidatura presidencial.

Esta vez expresa entusiasmo por el casi octagenario liberal Pedro Pablo Kuczynski, pero se descuenta que apoyará a quien enfrente al fujimorismo en segunda vuelta. Por eso, si al autor de La fiesta del Chivo lo odia parte de la izquierda mundial, en su país natal los rayos le llegan sobre todo desde la derecha radical.

Contraste que marca más esa relación amor-odio mutuo de Vargas Llosa con su país natal, del que nunca se fue en serio aunque haya vivido la mayor parte de su vida en el extranjero.

El Perú no tendrá al hijo predilecto-odiado para el cumpleaños 80. Rechazó fiestas de amigos y en cambio prepara una gran celebración en Madrid, con los ex presidentes colombianos Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, el chileno Sebastián Piñera y el uruguayo Luis Alberto Lacalle, y los ex jefes de Gobierno españoles Felipe González y José María Aznar, entre otros.

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