Ciudad de México, 28 de junio (SinEmbargo).- Amigo del perro cojo es el nuevo trabajo de la poeta mexicana Tedi López Mills. Un poemario lleno de postales, cartas, textos breves que expresan variedad estilística y una voz fuerte, tal vez hablada, aun cuando no sea la favorita de la escritora.
Nacida en Ciudad de México en 1959, traductora, poeta y ensayista, la autora de Muerte en la rúa Augusta, ganador del Premio Xavier Villaurrutia en 2009, edita en Almadía un poema que iba a ser un cuento de un personaje que vive en un edificio y empieza a obsesionarse con sus vecinos de abajo, los cuales empiezan a ser muy agresivos con él”.
“Comencé entonces a escribir un poema donde apareció el amigo del perro cojo, quien se vino conmigo a todos los poemas”, cuenta Tedi en entrevista con SinEmbargo.
“Se convirtió en un interlocutor ideal, en un amigo que es a la vez enemigo, un ser objeto de las burlas, el corresponsal, el remitente, cumple varias funciones dentro del libro”, agrega la poeta, quien en Amigo del perro cojo explora una voz más abierta que interpela directamente al lector, buscando un diálogo franco con él.
“El hecho de estar hablando con alguien me permite usar un tono del que no echaría mano en otras circunstancias”, admite la integrante del Sistema Nacional de Creadores y Premio Nacional de Literatura Efraín Huerta, quien presenta en su nuevo libro que ella denomina “un popurrí de géneros”.
“El problema de mucha poesía es que está hablando a solas, algo que no sucede aquí, porque siempre es el amigo del perro cojo el que de algún modo es testigo de aquello que escribo”, agrega.
UN LIBRO DE POQUITO A POCO
Dividido en tres secciones, “Misceláneas”, “Cuaderno de las alucinaciones” y “Diario de un viaje”, el libro fue haciéndose poquito a poco, revela su autora, en distintos tiempos aunque siempre con la voz poética fijada en la figura del interlocutor ideal, un faro que alumbró cada palabra y que nunca perdió de vista ni de sentido la escritora.
“No sé cómo suena mi voz, me cuesta trabajo imaginar sonoramente estos poemas, pero creo el hecho del amigo como hilo conductor cierta homogeneidad”, afirma López Mills, quien por otro lado admite que “la poesía en voz alta me da un enorme terror”.
“El peligro que se corre de ese modo es el de convertirte en un profesional de tu propia poesía, eso de leer en voz alta como si te gustara siempre lo que lees. Me pasa que me cuesta mucho leer en voz alta mis poemas, no logro creer en esa voz”, agrega.
Con diseño de Alejandro Magallanes, Amigo del perro cojo es un objeto además precioso que pone en evidencia la tensión que implica para un poeta tener que responder a un hecho político o social en sí, para generar el famoso “poema comprometido”.
“En cierto modo este libro cuestiona el poema comprometido; ¿qué significa y con qué se compromete? Hay muy pocos casos donde funciona. Hay una poesía política extrañísima de Ezra Pound, pero es excéntrica y retorcida, porque en realidad era un medievalista y pensaba casi como un señor feudal”, dice Tedi.
“La política es un terreno muy peligroso para la poesía y la relación entre ambas siempre es patológica”, asegura.
– Si la gente no lee poesía es un problema de la gente no de la poesía…
– Sí. He ido una sola vez a una corrida de toros y recuerdo la mirada estricta de los especialistas, tratándote como una villamelón. En la poesía no pasa eso. Pareciera que todo el mundo tiene derecho a opinar, con un cierto sentido de “que debería ser para nosotros”. La poesía es un asunto difícil y no tiene por qué no serlo, además. Como la música. Son asuntos difíciles.
– ¿Ha sido un asunto muy difícil para ti la poesía?
– Es que lo es. No vamos a decir que Góngora es un poeta simple. Pound no es simple. La poesía es una especie de palimpsesto: un texto escrito encima de otro encima de otro y hay que ir viendo cómo uno entra en esa montaña de papeles. La poesía puede ser aburrida para mucha gente. Una persona puede ser muy buena lectora de prosa, pero de repente abre un libro de poesía y se pregunta: – ¿Qué es esto? Claro que frente a eso, la persona puede decidir no querer y no interesarse por la poesía, es muy válido.
– ¿Tu esposo (el novelista Álvaro Uribe) lee poesía?
– Sí, pero no de forma constante. Creo que yo leo más prosa de lo que él lee poesía. Antes lee historia, filosofía, antes que poesía.