¿Por qué más pobreza? Hay que voltear a ver los salarios de hambre, coinciden estudios

28/07/2015 - 12:05 am

MARTES28DEJULIO

Ciudad de México, 28 de julio (SinEmbargo).– El factor central del incremento de la pobreza en México son los bajos ingresos y afecta principalmente a quienes trabajan. Así lo dicen organizaciones de la sociedad civil, especialistas y estudios. De hecho, los bajos salarios en el país son considerados un problema estructural que crece con el tiempo a causa de un gran verdugo: la inflación.

En total son 63.8 millones de mexicanos en pobreza por ingresos que sirven para satisfactores básicos. Es la “población con ingreso inferior a la línea de bienestar” y conforma 53.3 por ciento o más mitad de la población. De éstos, el 46.2 por ciento pertenece a los 55.3 millones que dice el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) incluye en pobreza multidimensional, más el 7.1 por ciento u 8.5 millones de personas denominadas  “vulnerables por ingreso”.

“En nuestro país, los ingresos laborales no son suficientes para superar la línea de pobreza. Muchas personas trabajan mucho y viven en pobreza”, afirma el colectivo Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, que aglutina a más de 60 organizaciones de la sociedad civil en todo el país.

Apenas en junio pasado, estudios sobre el tema liberados por Banco Mundial (BM) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) indicaron que México se ubica en los últimos lugares de generación de empleos en América Latina y ofrece actualmente, a sus trabajadores los salarios más bajos de la región, catalogados incluso dentro del umbral de la pobreza extrema: 2.50 dólares o 37.5 pesos diarios.

De acuerdo con los Índices de Productividad Laboral y del Costo Unitario de la Mano de Obra en 2014, realizados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), durante 2014, diferentes industrias registraron aumentos en su productividad y en el aumento de horas trabajadas, pero esos dos incrementos contrastan con la baja de hasta 8.8 por ciento en el costo de la mano de obra.

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La medición de pobreza la integran dos elementos que han tenido evoluciones contrarias: la cobertura de servicios básicos (educación, salud, seguridad social, vivienda, alimentación, servicios básicos) y el ingreso de las familias. Se basa en los datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) recolectados por el Inegi.

En dos años, de 2012 a 2014, la población en pobreza a nivel nacional se incrementó 0.7 por ciento para sumar un total de 55.3 millones. Lo que va de la mano con el estancamiento del crecimiento en el país que ha sido de no más de 2.5 por ciento.

En palabras del Secretario Ejecutivo del Coneval, Gonzalo Hernández Licona: “Si el ingreso no hubiera disminuido, la pobreza hubiera sido de 44.8 por ciento [es de 46.7 por ciento]”.

El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) explicó que el comportamiento de los niveles de pobreza se relaciona significativamente con la evolución del ingreso, por lo cual el aumento de 2.1 por ciento en el ingreso corriente total del decil más pobre, que fue el único que tuvo una ganancia según la ENIGH 2014, explica en buena parte la disminución de los niveles de pobreza extrema.

Luis Foncerrada Pascal, diirector general del CEESP, explicó que debido a que el problema salarial es estructural no tendrá solución a corto plazo. Al respecto, precisó que no sólo se trata de los bajos salarios, sino que hay poca generación de empleo, por lo tiene que haber un cambio de dirección, ya que si el Gobierno federal propicia la inversión habrá mejor empleo y mejor salario.

“Desde hace años se han perdido empleos que estaban bien remunerados. Tan sólo en 2014 se perdieron más de un millón de empleos que ganaban más de tres salarios mínimos. No hemos sido capaces de absorber la gran demanda de empleo que hay por parte de la población. Sin embargo, no se pueden generar empleos sin inversión, y no hay la que se requiere”, expuso.

Actualmente hay más de 12 millones de personas buscando empleo, lo que representa el 21 por ciento de la fuerza laboral potencial.

De acuerdo con Alfredo Bravo Olivares, economista y académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el hecho de que las y los trabajadores estén ingresando con mayor facilidad a ciertos umbrales de pobreza es un reflejo de la pérdida del poder adquisitivo del salario que en los últimos 30 años se ha depreciado en un 80 por ciento.

El salario mínimo para México es de 70.10 pesos para la zona A y de 68.28 pesos para la zona B. En comparación con el resto de los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el de México es de los más bajos: los trabajadores ganan en promedio 0.6 dólares por hora de trabajo, con lo que resulta casi imposible adquirir la canasta básica, que tiene un costo aproximado de mil 743 pesos.

Lo que se traduce en que el salario mínimo actual no permite mantener al trabajador y a su familia como establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

“Estamos al borde de una catástrofe. Una cuestión fundamental para que los países se mantengan medianamente estables, es que los trabajadores tengan lo indispensable para subsistir. Cuando no se les da lo necesario para mantenerse por encima de la línea de subsistencia, puede conducir, sin lugar a dudas a la desesperación y a levantamientos por la miseria misma a la que se les está orillando”, dijo en entrevista Bravo Olivares.

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POLÍTICA SALARIAL

“No hay duda: el principal factor del crecimiento de la pobreza son los ingresos de las personas que trabajan”, dijo Héctor Rubio, investigador de Gestión Social y Cooperación A.C. (Gesoc).

Ante este panorama, el crecimiento económico no es suficiente para la reducción de la pobreza y la desigualdad. “Se requiere crecimiento económico incluyente”, expresaron las organizaciones que ayer pidieron políticas incluyentes para contrarrestar la pobreza en el país.

De acuerdo con el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), el combate a la pobreza en México ha sido fallido.

“El aumento de la pobreza, dos millones de personas más en esa situación de acuerdo con el Coneval, reconfirma la incapacidad de la nación para construir una economía más dinámica e incluyente y una política pública de desarrollo social eficaz para abatir la marginación”, manifestó.

Por su parte, el CEESP afirmó que “las políticas públicas que se han instrumentado para reducirla no han tenido el suficiente éxito en los últimos años”, por lo que se requiere una política económica que genere empleo de manera inmediata.

La política salarial en México se mantenido estancada en los últimos años. Entre 1978 y 1994, el salario mínimo perdió poder adquisitivo y desde entonces no se ha movido. El valor actual del salario mínimo equivale a menos de la tercera parte del valor del salario mínimo en 1978.

Para el académico de la UNAM, de los resultados del Coneval puede concluirse que se vive en una situación de doble riesgo, en la que el problema de los salarios ya es una problemática estructural.

“Al gobierno le puede convenir mantener salarios bajos para obtener ganancias elevadas, pero por otro están en un juego perverso que en cualquier momento se les puede revertir porque los trabajadores están ingresando a un umbral de pobreza, y no porque el país esté mal, sino porque hay un proceso de 30 años con un sistema económico que hunde a la gente cada vez más en la miseria”, explicó.

Un estudio reciente publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) demostró que entre 1978 y 2012, los salarios bajaron de representar el 40 por ciento del ingreso total nacional al 28 por ciento.

Por su parte, las organizaciones estimaron que los integrantes de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos que siguen fijando el salario mínimo en abierta violación de la Constitución tienen una grave responsabilidad en el crecimiento de la pobreza y de la desigualdad.

En los siete estados con mayor número de personas en pobreza por ingresos se concentra más de las mitad de las personas con ingresos insuficientes del país (51.7 por ciento); es decir 33 millones.

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LA DESIGUALDAD

La Acción Ciudadana Frente a la Pobreza consideró  que México no tiene una política integral para reducir la pobreza y la desigualdad basada en un compromiso de Estado y que no hay razones para confiar en las promesas de futuros beneficios porque haya crecimiento de la economía.

Además de que es inaceptable celebrar avances de unas décimas de punto ante el aumento de la pobreza y la disminución de los ingresos de la población pues el “objetivo-país” debe ser erradicar la pobreza en esta generación.

De acuerdo con información del Coneval, aunque hubo una leve mejora en los ingresos del “decil” con ingreso más bajo de la población, casi 12 millones de personas del decil I, tienen un ingreso promedio de quince pesos al día per cápita (15.20 pesos). Otros 12 millones, el siguiente decil (decil II) tienen un ingreso promedio de treinta pesos al día por persona (30.53 pesos).

Los hogares del decil X concentran el 35.4 del ingreso corriente total. Mientras que a los del decil I, les toca el 1.9 por ciento. El coeficiente de Gini que mide la desigualdad se incrementó de .498 a .503 entre 2012 y 2014.

Sin embargo, “estas diferencias son muchos mayores en la realidad. La desigualdad puede ser abismal”, comentaron.

La desigualdad es un factor en la reproducción de la pobreza.  Un informe de Oxfam estima que el 1 por ciento con mayores ingresos acumula el 21 por ciento de los ingresos. Según el mismo informe, menos del 1 por ciento de las personas concentra el 43 por ciento de la riqueza total del país.

“Esto es: si la distribución del ingreso es mala, la distribución de la riqueza es peor”, advirtieron en un pronunciamiento las más de 60 organizaciones de la sociedad civil.

Gerardo Esquivel Hernández, investigador del Colegio de México (Colmex) y autor del estudio “Desigualdad Extrema en México. Concentración del Poder Económico y Político”, dijo hace unas semanas que el  “país no cuenta con una política tributaria progresiva, sino que está diseñada para beneficiar a las grandes fortunas; por el contrario, se siguen tendencias que perjudican al resto de la población, como mayores impuestos en el consumo”.

Para salir del círculo vicioso de la desigualdad, Oxfam México propone implementar cambios en la política salarial y laboral  para que deje de ser un país donde la mayoría de las personas trabaja mucho para seguir siendo pobre;  establecer más y mejores mecanismos de transparencia y rendición de cuentas; hacer que el país gaste con sentido, es decir que priorice el acceso a servicios básicos, educación y salud. Además de impulsar una revisión de la política fiscal, para que pague más quien más tiene (las grandes empresas y las grandes fortunas).

Daniela Barragán
Es periodista por la UNAM, con especialidad en política por la Carlos Septién. Los últimos años los ha dedicado al periodismo de datos, con énfasis en temas de pobreza, desigualdad, transparencia y género.
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